Ningún ser humano, por bueno que sea, está totalmente exento del riesgo de caer en la trampa de las drogas Autor: LAZ Publicado: 22/06/2018 | 08:36 pm
Después comenzó la tragedia. Sí, después de los 35 años, cuando quien siempre había sido ejemplar en su entorno familiar y social, sucumbió al alcohol. La mariguana y el crack también aparecieron en su vida y sus efectos lo alejaron de los consejos y súplicas de su esposa.
Él empezó a vender diferentes artículos del hogar para sufragar sus «deudas de consumo». El aire acondicionado, el equipo de música, las prendas personales, los adornos de valor… Luego, su hija de cuatro años, a quien él quería «más que a su vida», aprendió a vivir sin ventiladores, sin televisor, sin refrigerador. Carmita, la niña, no podía entender las bofetadas que, de vez en cuando, su padre le propinaba a su madre y hasta que ella no le anunció que irían a vivir a casa de la abuela, no suspiró aliviada.
Afortunadamente, tras percatarse del terrible daño que le provocaba a su propia vida y a la de sus seres más queridos, él ingresó al Servicio de Toxicomanías del Hospital Siquiátrico de La Habana y fue uno de los primeros pacientes cubanos con adicción al crack.
Lo contado sucedió hace 15 años. Hoy Carmita cursa el tercer año de la carrera de Medicina y su padre, en abstinencia total y plenamente rehabilitado, demuestra con su comportamiento actual que ningún ser humano, por bueno que sea, está totalmente exento del riesgo de caer en la trampa de las drogas.
Esta historia confirma que ser débil ante el consumo de una sustancia legal, como el alcohol o el tabaco, es una puerta de entrada segura a la dependencia de otras sicoactivas, ilegales y mucho más perjudiciales para la salud.
Puede ser esta, y es lamentable, la historia de otras víctimas de la llamada epidemia mundial de las drogas, ante la cual hay que asumir no solo su condición multifactorial, y por tanto una estrategia de prevención eficaz, sino también un desarrollo cada vez mayor de su atención terapéutica y de rehabilitación.
Es la tesis del especialista de segundo grado en Siquiatría Ricardo González Menéndez en su libro Tácticas para vencer las drogas blandas y duras. Consejos de un viejo adictólogo, que salió bajo el sello de la Editorial Oriente, y que se presentará hoy en el espacio capitalino Sábado del libro. Trabajaron en el volumen la editora Massiel Hernández González, en el diseño Sergio Rodríguez Caballero y en la composición Abel Sánchez Medina.
—No es la primera vez que escribe un libro sobre el tema…
—Una vez más me interesa destacar que para prevenir el abuso de las drogas debemos empezar, ante todo, por la prevención del uso indebido de sustancias que son legales y de aquellas que se prescriben sin control médico.
«Se maneja el concepto de drogas blandas y drogas duras para describir en el primer grupo a aquellas que no modifican en forma relevante la personalidad y el comportamiento del individuo, tales como el café, el té, el mate, la cola y el tabaco. En el segundo apartado se agrupan aquellas que provocan que se “opaquen” las virtudes y que traen consigo el riesgo de convertir a la mejor de las personas en la peor de las bestias.
«En este libro también se proyecta parte de la orientación inspirativa de los grupos sicoterapéuticos del servicio del hospital en el que trabajo, tomando como precepto el aforismo martiano: «Mientras un hombre no tenga la cabeza cortada, nada está perdido para él».
—Consumidores activos y pasivos… ¿Cuánto dolor puede resarcirse?
—La significación humana de las drogas «duras» se deriva de sus trágicos efectos sobre el consumidor y del gran sufrimiento de los convivientes, consumidores pasivos, al apreciar la catastrófica transformación de su ser querido.
«Siempre existe una puerta. La mayor motivación de los especialistas en adictología para difundir por todas las vías posibles los conocimientos, las tácticas y las herramientas que existen para el enfrentamiento exitoso a esta desgracia mundial, es su experiencia a todas luces verificada de que cuando un paciente alcohólico o drogadicto de otro tipo, llega a sentir, de corazón, que la droga en vez de ser una “aliada” se ha convertido en el más terrible enemigo, la rehabilitación está garantizada.
«No obstante, es necesario aclarar que solo el 40 por ciento de los enfermos que han llegado a esta trascendente conclusión lograrán los objetivos rehabilitatorios en el primer tratamiento. El resto de los ya convencidos para la lucha lo hará, generalmente, después de varios intentos».
—¿Cuál es su objetivo principal con Tácticas para vencer las drogas blandas y duras. Consejos de un viejo adictólogo?
—Me interesa contribuir al establecimiento de la abstinencia permanente de estas sustancias. En realidad ese comportamiento no depende de la fuerza de voluntad del consumidor, como generalmente se piensa, sino del establecimiento de firmes convicciones que garanticen la consistencia indispensable para derrotar a este enemigo de mil caras.
«Cuesta mucho, es cierto, pero no es imposible. Se puede prevenir el uso indebido de las drogas y también superar hasta las más severas adicciones».
—Para terminar con la esclavitud de las drogas, usted siempre sugiere «ejecutar» unos movimientos del disco de la combinación…
—Cuando la persona se convierte en víctima de las drogas es como si cayera en una trampa de características muy especiales. Su única vía de escape es una puerta de seguridad, que solo puede abrirse si se conoce la combinación para activar su apertura.
«Los “pasos” o movimientos que deben darse al disco de combinaciones para ello, reproducen justamente los objetivos básicos del proceso rehabilitatorio. Esa “combinación liberadora” se transmite verbalmente en menos de dos minutos, pero, aunque los frutos se evidencian con cada día de abstinencia logrado, la ejecución completa de sus movimientos y la obtención de los resultados definitivos requieren mucho mayor tiempo para el paciente y sus familiares.
«El primer movimiento consiste en dar dos vueltas hacia la derecha y detenerse en: Abstenerse para siempre del consumo de cualquier droga que modifique el comportamiento. El segundo movimiento propone un cambio sustancial del estilo de vida, eliminando todo lo que facilite el consumo.
«El tercer movimiento exige superar los problemas de carácter que hayan desempeñado un papel en el establecimiento de la adicción o que fuesen consecuencias de la misma, y el último supone reponer todos los daños determinados por las drogas al consumidor, a sus seres queridos, sus amigos, sus compañeros de trabajo, a sus vecinos y otros seres humanos a quienes convirtió —sin saberlo— en “drogadictos pasivos”, que a veces sufren por décadas el estrés derivado de la terrible incertidumbre familiar del ¿cómo vendrá?
«Quien considere que sufre los problemas vinculados con el uso embriagante del alcohol, y con cualquier tipo de consumo de sustancias ilícitas, debe reflexionar sobre esta carta de un padre “bebedor pasivo”: «Me dicen que abandonaste los estudios y andas bebiendo de callejón en callejón, la cerveza es tu perdición. Tu padre».
«Parece escrita la pasada semana; sin embargo fue tomada de una tablilla de arcilla sumeria, de más de 5 000 años. El contenido del libro integra la experiencia de mis maestros cubanos y foráneos, de mi equipo durante 40 años en la sala Rogelio Paredes, del Hospital Siquiátrico Dr. Eduardo Ordaz, y de grupos de ayuda mutua, tan prestigiosos como Alcohólicos Anónimos.
«Pregunto finalmente a las madres y padres de las Américas: ¿Conocen ustedes los riesgos que corren sus hijas e hijos menores cuando salen a las calles, de noche y sin supervisión y control alguno?
«Como señala el oportuno lema televisivo, “Mejor no empezar” para no jugar a una “ruleta rusa” con “balas” que también destruyen los cerebros de las mejores personas del mundo».