Cuando se hace un donativo, se entrega la historia de la prenda Autor: Lisandra Gómez Guerra Publicado: 21/09/2017 | 07:00 pm
SANCTI SPÍRITUS.- Cuando en una tarde de 1709 la emigrante andaluza Encarnación Núñez le dio el visto bueno a la original camisa que se probaba su esposo y coterráneo José Pérez, no imaginó que la prenda se popularizaría en la comarca yayabera y resistiría el paso de tres siglos.
Cuenta la leyenda que de mangas largas, con bolsillos grandes y unas alforzas al talle —diseño pedido por su amado— aparecía así frente al mundo la guayabera, nuestra prenda nacional.
La propia condición de ser Sancti Spíritus, desde sus orígenes, eminentemente agrícola, hizo que la identificación con la nueva pieza creciera entre los campesinos de la región al calor del siglo XIX.
En 1885, un periódico de la añeja villa reconoció su existencia, al describir a Marcos García, controvertido personaje de la época, junto a varios campesinos, vestidos todos con la camisa, durante un acto de desacuerdo con el régimen político imperante en ese momento.
En cambio, su entrada triunfal en las clases élites se generaliza, refiere el investigador Ciro Bianchi, en los primeros años del siglo XX; una fotografía con fecha de 1906 muestra a un hacendado de apellido Ceballo, residente en la zona del actual Ciego de Ávila, portando una elegante guayabera.
Mientras, documentos históricos recogen que el espirituano José Miguel Gómez, presidente de Cuba (1909-1913), la llevó a La Habana, y su homólogo Ramón Grau San Martín la introdujo en el Palacio Presidencial en la década del 40 del siglo XX.
Foto: Lisandra Gómez
Como los diversos orígenes de la prenda, muchas han sido las hipótesis que han rodeado la génesis del vocablo. Unas consideran que primero se llamó guayabana, porque en sus inmensos bolsillos podían introducirse guayabas. Otras hacen alusión a guayabita o yayabera. Mas, no fue hasta 1921 que Constantino Suárez definió en su texto Vocabulario cubano el término tal y como hoy se conoce.
De acuerdo con el historiador espirituano Carlos Gómez González, apareció entonces la definición que en ese año era conocida en la palestra nacional.
Con el paso del tiempo y como resultado de un proceso natural, la guayabera tuvo altas y bajas, tanto por la existencia de múltiples concepciones de su uso como por su objeto mercantil. Incluso, no pocos países han intentado usurpar su paternidad. Sin embargo, su génesis obliga a retornar a la añeja comarca enclavada en las márgenes del río Yayabo.
PERFECTO PRETEXTO
Con las inquietudes de husmear en el pasado y salvar de la desmemoria la guayabera, en el 2007 dio riendas sueltas a su ímpetu en Sancti Spíritus el proyecto La Guayabera, integrado por un entusiasta y diverso grupo que apostaba por la reanimación cultural de la ciudad.
«El locutor Pedro Martínez Arcos propuso el nombre por ser el patrimonio material e inmaterial más importante de este territorio y hasta ese momento poco reconocido entre el pueblo. Con ella como pretexto decidimos llamar la atención. Aunque para nada fue fácil», recuerda Carlo Figueroa, su principal gestor.
A finales de ese propio año, el reconocido investigador Ciro Bianchi impartió una conferencia sobre José Miguel Gómez y la prenda de vestir y, por iniciativa local, se donó al Museo de Historia Provincial de Sancti Spíritus, la camisa del médico yayabero Martínez Torres.
Tras esa primera entrega, Silvia Mayra Gómez, esposa de Bianchi, propuso crear una colección de guayaberas.
«Nació así la única que existe en el mundo. Cuenta ya con más de 220 piezas, que incluyen desde figuras de renombre hasta espirituanos comunes. Todas llegan de la mano de su historia. Está abierta y no es estática. Quienes nos visitan preguntan por las prendas excepcionales como la del Comandante en Jefe, de Raúl Castro, Hugo Chávez, Alicia Alonso, Gabriel García Márquez….», añade Figueroa.
Pero a la par de esas entregas, el proyecto evolucionó y se adaptó a los nuevos escenarios económicos del país, sin abandonar su objeto social inicial.
Lo que en un principio se realizaba en diferentes instituciones, al poco tiempo de la inauguración oficial del proyecto: 20 de octubre de 2007, se aplatanó en la circunscripción 133 del consejo popular de Jesús María, en la urbe yayabera, donde se rectoraron cursos y talleres, destinados a los diferentes grupos etarios.
A partir de ese momento, los recodos de ese barrio, de profunda herencia africana, acogieron con sistematicidad acciones educativas y de prevención de las enfermedades de transmisión sexual; clases para aprender a coser prendas de vestir; formación de capital humano para la actividad de reanimación cultural, etc. Por ese trabajo, el proyecto obtuvo, en 2009, el Premio de Género de la Agencia Suiza de Cooperación.
Luego de peregrinar sin sede propia y con la exhibición de la colección que se hacía inmensa en una reducida sala del Museo de Historia Provincial, en el 2010 tocó a sus puertas una noticia: la prenda nacional tendría, definitivamente, un hogar.
La Quinta Santa Elena, emblemática joya arquitectónica, ubicada en las márgenes del río Yayabo, se convirtió el 4 de junio de 2012 en la Casa de la Guayabera, como regalo exquisito al aniversario 498 de la añeja villa. Desde entonces, allí se realizan todas las propuestas del proyecto que marcó pautas en la urbe desde sus inicios.
Pero las pretensiones fueron mucho más allá de una simple cobija y de contar con una sala para mostrarle al mundo las prendas. Según Carlo Figueroa, a la par llegó la propuesta para convertirse en un proyecto de iniciativa municipal para el desarrollo local.
Junto al eje central: la colección, en cada uno de sus áreas: galería, taller para la confección de las guayaberas in situ, un salón para impartir conferencias, cafetería y dos espacios al aire libre para la realización de actividades recreativas, se busca cómo ser cada vez más sostenibles económicamente desde la cultura.
«Hoy somos un centro de referencia para la juventud, porque como pocos lugares hemos caracterizado las propuestas de acuerdo con los diferentes públicos. Aquí se pueden encontrar desde la presentación de una cantoría infantil, clases de origami o corte y costura, hasta la fiesta de una quinceañera», añade.
VISITA OBLIGADA
Sin hacer mucho más ruido que el que logra con su accionar diario, la Casa de la Guayabera de Sancti Spíritus se ha convertido desde entonces en sitio obligado para todas las personas que llegan a la provincia.
Van curiosos a ver su joya más preciada: la prenda del Comandante en Jefe Fidel Castro y la guayabera más grande del mundo (tres metros de ancho por cinco de largo); indagan sobre el proceso de donación o, sencillamente, disfrutan de su afrodisiaco paisaje natural y de sus propuestas culturales.
En sus memorias se resguardan momentos especiales, como la estancia de ministros, embajadores, estrellas internacionales como Danny Glover y Héroes de la República de Cuba.
A pesar de todo ese éxito, ganado a fuerza de constancia, aún quienes trabajan en la casona tienen como deuda la ejecución de un nuevo diseño museográfico, a fin de proteger debidamente las piezas de la colección.
Gracias a todo ese quehacer, aglutinado desde hace cinco años en una de las instituciones más importantes de Sancti Spíritus y que tomó como pretexto la camisa aprobada por el Consejo de Estado mediante el Decreto-Ley No. 279 en 2010 como prenda oficial en ceremonias diplomáticas, hoy Sancti Spíritus ha podido recobrar parte de la memoria de uno de sus más importantes elementos patrimoniales, que la avala para ser la capital de la guayabera.