«Busco materiales que tengan que ver con los oficios en los cuales se están formando», destaca Marcos Sotolongo Ortega, el bibliotecario de la escuela. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 06:55 pm
Yolanda, Dayliset, Carlos Francisco y Antuán labran hoy su camino. Se preparan en oficios que les permitirán una realización personal y ser útiles a la sociedad. La vida no les consintió seguir el sendero que transitan la mayoría de los muchachos cubanos, pero siempre hay una segunda oportunidad.
Ellos forman parte de un colectivo integrado por 121 estudiantes de la Escuela de Oficios Boris Luis Santa Coloma, del municipio capitalino de 10 de Octubre. No es un instituto politécnico, ni una escuela especial, sino un centro diferente, con un programa de estudios que ayuda a quienes han abandonado la secundaria básica o repetido muchas veces, para que puedan obtener una preparación para la vida laboral, una vez que cumplan 17 años, edad establecida en Cuba para comenzar a trabajar.
Reciben asignaturas como Matemática, Español, Ciencias Naturales y Cívica del nivel secundaria básica; pero si quieren alcanzar el noveno grado deberán asistir posteriormente a la Facultad Obrero-Campesina. Además, tienen clases en los talleres de la escuela, que combinan con prácticas laborales en centros de trabajo acordes con el oficio en el que se preparan, y por lo cual reciben un estipendio. A medida que avanzan los estudios, el tiempo de práctica aumenta.
Samanta Oliva Cruz es la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM). «Nos preocupamos por la disciplina, el estudio, el uso correcto del uniforme. Tenemos nuestras actividades, como en todos los centros escolares, y también realizamos intercambios con otras escuelas», dice.
La jovencita tiene el apoyo de Julián Michel Rodríguez Varona, secretario del comité de base de la UJC. «Que se cumpla el reglamento escolar es fundamental, precisa, y también realizamos matutinos, en los que hablamos de las noticias más importantes de Cuba y del mundo».
Los profes del milagro
«Cuando llegué a la escuela, hace diez años, me impactó conocer tantos problemas. Detrás de las dificultades en el aprendizaje, en la mayoría de los casos hay situaciones familiares, falta de atención de los padres, abandono. Por eso nuestra labor es compleja y, a la vez, enriquecedora» explica la directora Omayda Hernández Blanco.
«El trabajo es difícil, lleva esfuerzo, porque a veces los estudiantes están renuentes a regresar al régimen escolar. Hay que conversar con ellos, con sus familias. Sin embargo, la compensación llega cuando pasa el tiempo y se encaminan, están contentos en las prácticas y los logramos rescatar», destaca.
Omayda precisa que en estos momentos tiene alumnos que se preparan como ayudantes de mecánico y auxiliares de cocina, estos últimos se ubican fundamentalmente en las escuelas primarias del territorio. Para las niñas, además de la costura, tienen una nueva opción: esterilizadoras, para laborar en los policlínicos. Estas ofertas tienen que ver con las necesidades del territorio.
Foto: Roberto Ruiz
La mayoría de estos alumnos llega a la escuela con 15 años y debe estar allí hasta alcanzar la edad laboral. Ellos estudian cuatro semestres, a veces repiten alguno, y pueden graduarse en diciembre o en julio, cuando hayan completado su preparación y ya puedan salir a trabajar.
«Tengo una tesis muy importante en el aula, y es el respeto. De ahí parte la relación alumno-profesor», asegura Yanet González Rodilla, quien imparte las clases de Historia.
«Para ellos esta asignatura es fundamental, porque a través de esta materia podemos formar valores. Yo les pongo como ejemplo aquellos jóvenes que lucharon por el triunfo de la Revolución, gracias a quienes ahora ellos pueden estudiar de manera gratuita y prepararse para la vida», subraya.
Marcos Sotolongo Ortega, de 19 años, se desempeña como bibliotecario de la escuela. «Tengo un gran amor por los libros, desde pequeño me gustaba mucho leer, y trato de sembrar en ellos esa afición.
«Para motivarlos, busco materiales que tengan que ver con los oficios en los cuales se están formando, y otros que les puedan servir de entretenimiento. Por lo regular no sienten amor por el estudio, por eso es fundamental crearles hábitos de lectura, es una manera de que mejoren su expresión oral y la escritura».
Educar a estos jóvenes en valores como disciplina, laboriosidad, compañerismo, solidaridad, es labor del centro escolar, y sobre todo que sientan el compromiso de trabajar en el oficio aprendido.
Siempre serán necesarias
«Siempre vamos a tener un alumno que por alguna razón no puede vencer el currículo escolar, por eso las escuelas de oficios son necesarias. Si nuestra educación es inclusiva, tiene que haber un lugar para ellos», manifiesta Leonor Pérez Olivera, jefa del Departamento de Formación Técnica del Ministerio de Educación.
La funcionaria precisa que entre los alumnos de esos centros se incluyen jóvenes con problemas de retardo que proceden de las escuelas especiales, y otros que por diversas razones sociales, familiares, han repetido tres veces en la secundaria básica y se evalúa la necesidad de pasarlos a este tipo de centro, para que se preparen en un oficio.
La directiva significa que al egresar, el joven tiene un certificado que le permite trabajar en el oficio que aprendió —a veces más de uno— en el sector estatal o por cuenta propia. «El Consejo de la Administración Municipal está en la obligación de priorizar su ubicación laboral», enfatiza.
Oficios como zapatero remendón, carpintero, albañil, panadero-dulcero, costurera, florista, auxiliar de peluquería, de cocina o de esterilización, son algunas de las ofertas a las cuales pueden acceder. Como estos oficios se aprenden en corto tiempo, casi todos se forman en más de uno. Luego ejercerán el que más se necesite en el territorio.
Leonor destaca que estas escuelas también se sumarán al proceso de perfeccionamiento que actualmente se realiza en el Sistema Nacional de Enseñanza, y significa que nueve de estos centros de La Habana, Villa Clara, Camagüey y Las Tunas participan en un proyecto con el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que ha facilitado la adquisición de talleres polivalentes y módulos de herramientas para dotar de mejores condiciones a este tipo de enseñanza.
Tradición de oficios
La primera Escuela de Artes y Oficios del continente americano se inauguró en Cuba hace 134 años, en el actual Instituto Politécnico Fernando Aguado y Rico, de La Habana. Hoy son 51 en todo el país, con una matrícula de 14 932 estudiantes.
Eslabón fundamental para el Sistema Nacional de Enseñanza, son trascendentales para el desarrollo armónico de la sociedad y garantizan opción segura de trabajo para aquellos jóvenes que requieran de comenzar temprano la vida laboral.