La triste realidad de haber perdido todo la comparten muchos habitantes. Autor: Facebook Publicado: 21/09/2017 | 06:39 pm
Si mi palabra pudiera… Si pudiera ser un abrazo, uno de esos que te rescata del abismo, un abrazo como un oasis, como una bandera. O un pedazo de zinc. Si pudiera sujetar las lágrimas de esa niña sentada sobre los escombros, de esa mujer que se abre el pecho.
Subo La Farola, bordeo la montaña. Recorro el malecón. Subo las calles de la villa fundadora, la villa de los asombros, la villa de chocolate. Me detengo en la plaza Cacique Hatuey. Quiero tocar la Cruz de la Parra. Bajo al Duaba, a la historia, donde el General Antonio ancló la Patria. Recojo una piedra para Florentina Boti. Me voy al Yunque, al Miel. Rememoro…
¿Qué poemas tendrá ahora Gertrudis Labaceno? ¿Qué historias, Alejandro Hartman? ¿Qué crónicas, Richard o Miguel? ¿Y qué patio, Rosendo? ¿Qué bahía y qué palmas pintarán Piedra y Caboverde? ¿Qué insomnios, qué ruidos, qué silencios contará al mundo mi colega Arelis Alba desde el ojo del huracán?
Matthew es otro nombre, otro huracán; pero el mismo infierno. Es octubre como aquel de Sandy, en 2012, en Santiago de Cuba. Estoy lejos y estoy cerca. Tengo lágrimas, pero también certezas.
Toda Cuba está en Baracoa. Cuando se junten los hilos, volverá el amanecer. Vendrán los brotes en la montaña seca. El mar será hermoso y amigo. Y crecerán columnas sobre nuevos cimientos. Es la fuerza, la fuerza inextinguible de la vida, aunque ahora mismo haya una mujer que se abre el pecho y una niña sentada sobre los escombros.
Si mi palabra pudiera adelantar el tiempo…