El joven escultor Lesmes Larroza González. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 21/09/2017 | 06:14 pm
Con solo escucharlo hablar, con mesurada vehemencia, de sus proyectos artísticos, ya uno intuye que Lesmes Larroza González (La Habana, 1982) brilla como un profesional que sabe moldear muy bien las quimeras. Reconocido por muchos como el joven escultor cubano con mayor número de obras emplazadas en espacios públicos en los últimos tiempos, a su talento y afán se deben piezas como el Monumento al hombre común, en el Cementerio Colón; el Monumento a la esperanza, que preside la entrada del Instituto Nacional de Oncología, y el Conjunto escultórico a Benny Moré, en Radio Progreso. Allende la Isla, también en México y Venezuela han admirado sus creaciones. En tierra bolivariana, por ejemplo, dejó la Llave del Yakoó Yaüerá, en el estado de Miranda, resumen de un fructífero empeño pedagógico desde las artes plásticas.
Licenciado en el Instituto Superior de Arte (2008) y posgraduado por la misma institución en Diseño Ambiental en el 2009, actualmente es Profesor de Escultura en la Academia Nacional de Artes Plásticas de San Alejandro, donde además se desempeña como subdirector.
De discursar reflexivo y enérgico a un tiempo, Lesmes es de esos creadores que, más allá del mármol, buscan la teoría, el axioma vital para seguir creciendo. Ahora mismo, entre sus múltiples tareas docentes y organizativas no deja de pensar ni un instante en la ejecución de su más reciente proyecto: el monumento a Juan Formell y los Van Van.
—¿Cómo surge la idea de este homenaje artístico?
—El 1ro. de mayo del año pasado sentimos todos los cubanos un profundo dolor por la muerte del gran músico. Al día siguiente, sus cenizas fueron expuestas en el Teatro Nacional de Cuba, donde el pueblo le dio el último adiós. Fui, como subdirector de San Alejandro, al frente de un numeroso grupo de estudiantes.
«Luego de rendirle homenaje, tomé un P-4 para irme a casa y, consternado por el dolor, se me pasó la parada y me quedé en el Parque de la Fraternidad. Algo desorientado, me detuve un momento. Cuando de pronto alcé la vista, me encontraba frente al Taller de Locomotoras Partagás. Entonces vi frente a mí algunas locomotoras antiguas y quedé «enamorado» de una de ellas. Me dije: este es el tren para homenajear al Tren de la música cubana».
—¿Cuáles fueron los primeros pasos para convertir la idea en proyecto?
—Soy un profundo vanvanero. El estribillo del tema Fantasía, de su más reciente producción y cantada por él, resultó muy inspirador para mí. En él decía: «soñar, soñar no cuesta nada, la vida sin un sueño no vale nada». Investigué profundamente su vida y obra, escuché una y otra vez sus canciones, esa fue la base primaria de lo que después derivó en un proyecto escultórico.
«Entonces, lo concebí como un proyecto de monumento vivo. Lo integra una locomotora de vapor, junto a su alijo y un vagón o casilla, que propongo convertir en galería de artes visuales; donde, sobre la base de lo artístico-pedagógico, profesores y estudiantes de artes plásticas, trabajen la experimentación creativa. Además, habría espacio para los artistas, críticos y especialistas que deseen sumarse. También propongo la sonorización del vagón. A modo general, los colores serán el rojo, negro y blanco principalmente, lo cual sincroniza la policromía que identifica el diseño de la discografía de los Van Van, el de la primera locomotora que circuló en Cuba (La Junta) y la locomotora 61602 que condujo Fidel para inaugurar el primer tramo del Ferrocarril Rápido Habana-Santiago. También son los colores del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Recordemos que la llegada del proceso revolucionario al poder en 1959, fue denominado el “Tren de la Revolución”, por las profundas transformaciones sociales que trajo consigo».
—Descríbeme un poco más cómo lucirá la locomotora...
—En el frente de esta aparecerá un medallón en metal con la firma de Juan Formell, acompañado de las palabras Van Van. En el lateral de la caseta de conductor, el número actual del tren 1816 será sustituido por 1969, año de fundación de la orquesta. Finalmente, por el alcance de esta obra, cuando se materialice, aspiro a que sea un núcleo fuerte de proyección cultural, insertándose incluso en los proyectos comunitarios de la zona en que finalmente quede emplazada.
—¿Y en qué parte de la ciudad quedaría emplazada?
—Tenemos una propuesta muy funcional para un populoso municipio habanero, apoyada incluso por sus autoridades, que está siendo sometida a aprobación en estos momentos de otras instancias correspondientes. Igualmente se están estudiando otras sugerencias de ubicación.
—Aunque eres el autor del proyecto, sé que por su magnitud participan otras personas e instituciones...
—Siempre los proyectos escultóricos a escala pública implican la participación de otros. Además, confío mucho en el saber colectivo. Como autor conformé un equipo interdisciplinario técnico-asesor para la obra. En él hay un músico, un arquitecto, un técnico en construcción civil, un especialista ferroviario, un diseñador gráfico y fotógrafo, un abogado en derechos de autor y conexos, un crítico de arte, un poeta, periodistas, pedagogos y estudiantes de la Academia San Alejandro. Trabajamos de conjunto y cada uno, desde su especialidad o perfil, tributa a la concepción general de la obra.
«Asimismo, desde que fui socializando la idea, muchos amigos e instituciones han colaborado desinteresadamente. Entre ellas están el Ministerio de Cultura, la Academia San Alejandro, el Centro Nacional de Escuelas de Arte, la Dirección Provincial de Cultura, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural y el Instituto Cubano de la Música…».
—Además de creador eres un formador de nuevos artistas, ¿cómo ves ahora mismo la proyección de la escultura joven cubana?
—Por suerte la escultura ha expandido sus formas de expresión en la contemporaneidad. Los jóvenes cubanos están proponiendo obras muy interesantes, pero generalmente para espacios expositivos cerrados. La visibilidad y presencia de la escultura para espacios públicos en manos de los más nuevos es aún escasa. Uno quisiera que fueran más los que apostaran hoy por esta tipología de obra, y que no se desencantaran por su complejidad y la naturaleza del proceso de materialización.
«La escultura pública desempeña un rol importantísimo en la calidad de vida de los ciudadanos y el rostro de la ciudad, contribuyendo a hacerlos más humanos y vivibles. Además, dinamiza espacios de participación e interacción y enriquece el patrimonio cultural del mañana. El espíritu de los pueblos lo conocemos por sus ciudades».
—Sé que estos procesos decisorios para espacios públicos pueden tardar, pero, aproximadamente, ¿cuándo podríamos «montarnos» en el tren del homenaje vanvanero?
—En principio, habíamos pensado que ya estaría listo para el pasado 2 de mayo, a un año de la partida de Formell, pero los trámites se han dilatado. Me gustaría mucho entonces que pudiéramos terminarlo para el 2 de agosto, fecha del cumpleaños 73 del genial músico. De todas formas, cuando esté podremos decirle a todos los cubanos que quieran sumarse: «Ven, ven, ven, pa’ que tú veas cómo está el tren».