Durante los últimos diez días del mes de noviembre y todo diciembre de 1958, el Ejército Rebelde realizaba con éxito la ofensiva a lo largo y ancho del país. En la provincia oriental, la acometida rebelde fue especialmente impetuosa e ininterrumpida.
Con la toma de Jiguaní el 19 de diciembre y de Palma Soriano el 27, Maffo —casi una prolongación hacia el sur de Contramaestre— era el único reducto que quedaba en manos del ejército de Batista, entre las fuertes agrupaciones dislocadas en Bayamo y Santiago de Cuba. En la medida en que el enemigo que defendía ese lugar prolongaba la resistencia, la solución cobraba mayor importancia para concluir con éxito total la Operación Santiago. Pocos combates o batallas de la guerra de liberación se extendieron tantos días.
En este poblado, el enemigo se fortificó en las edificaciones del Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (Banfaic), ubicadas a unos 300 metros al norte de Maffo.
Para la toma de esa localidad, el Comandante en Jefe destinó fuerzas del I y III Frentes. Desde un inicio la idea para el combate consistió en lograr la captura del objetivo a través del cerco y el hostigamiento constante, a la vez que se trataría de impedir la llegada de refuerzos. Actuar de otro modo hubiera costado numerosas bajas.
Alrededor del Banfaic ocuparon posiciones los hombres de los capitanes Rafael Verdecia, Reinaldo Mora, Rubén Fonseca y de los tenientes Arsenio Peña, Leopoldo Cintra, Paco Reyes, Raúl Escalona, Porfirio Verdecia y Pedro García. También participaron otras fuerzas, como la escuadra de bazuqueros del teniente Raimundo Montes de Oca, el pelotón de morteros del capitán Aeropajito Montero y el pelotón de ametralladoras del capitán Fidel Vargas. Resultó destacada la presencia de una escuadra del Pelotón de Marianas; cinco valientes mujeres inspiraron a los combatientes rebeldes, una de ellas, Flor Pérez, resultó gravemente herida.
Las acciones para la toma de Maffo fueron dirigidas por el propio Comandante en Jefe, quien a la vez atendía el desarrollo de la ofensiva en todos los frentes. Por ello, designó como Jefe de Operaciones en este sector al capitán Rafael Verdecia.
El 10 de diciembre se iniciaron 20 días de violentos combates. El enemigo trató de ablandar el hostigamiento rebelde al realizar sobre Maffo y sus alrededores, en casi todas las jornadas, criminales e indiscriminados bombardeos y ametrallamientos con la aviación.
El 14 de diciembre se le propuso tregua al enemigo para llegar a un arreglo pacífico, pero no hubo entendimiento. El mando se mantuvo obstinado ante esta y otras ofertas rebeldes.
El 15, Fidel, en mensaje enviado a Raúl le expresaba: «Aquí se está librando una lucha dura. Hoy es la quinta noche consecutiva de ataque a Maffo. La aviación ha arrasado el pueblo... los de Maffo se están defendiendo como fieras y nos han costado ya 13 bajas...».
Desde el norte de Baire, fuerzas de un batallón del enemigo trataron de avanzar —el día 16— hacia el Banfaic, para socorrer a la compañía 102, pero fueron interceptadas en la región de Anacahuita por las emboscadas de Reinaldo Mora, Ernesto Rosales y Crisógenes Vinageras, quienes obligaron al refuerzo a replegarse hacia Jiguaní. Un parte del enemigo reconoce que ese día este batallón tuvo 33 bajas entre muertos, heridos y desaparecidos.
Del 17 al 23 de diciembre continuaron intensificándose las misiones de la aviación enemiga, lo que ocasionó los mayores daños a la población civil. El 22 una bomba de 500 libras puso fin a la vida de tres inocentes niños.
En un día señalado como el 24 de diciembre, el mando rebelde le garantizó a los sitiados la cena de Nochebuena y la posibilidad de compartir con familiares.
La víspera del 27 de diciembre se produjeron las acciones más intensas contra el Banfaic. En los últimos dos días, el mando rebelde estuvo a punto de emplear un carro cisterna lleno de combustible para hacer arder el Banfaic, pero no fue necesario poner en práctica esta acción, pues el enemigo se rindió el 30 de diciembre a las 17:30 horas. Hubo al menos un muerto, más de diez heridos y fueron hechos prisioneros un comandante, cinco tenientes y 124 soldados. Se les ocuparon 134 armas, miles de cartuchos y otros medios.
El Ejército Rebelde tuvo que lamentar la pérdida de cinco valiosos combatientes: Humberto Hechavarría, Carlos Paneque, René Pérez, René Montes de Oca y Wilfredo Pagés. Otros 20 resultaron heridos.
Todo lo sucedido en Maffo tuvo mucho que ver con la acción y el pensamiento del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Él concibió la estrategia y dirigió personalmente varias acciones de la Operación Santiago, entre ellas el sitio y toma de este poblado. Fue el estratega de la guerra en general, y también un táctico eminente. Lo primero debido a que fue el diseñador y conductor de la ofensiva final rebelde a nivel nacional, en la que participaron todas las fuerzas tanto de la Sierra como del Llano, las que llevaron a cabo operaciones, campañas y batallas. Y lo segundo, porque fue el maestro y el ejemplo en cómo conducir tácticamente los ataques y combates más simples, fueran realizados por varios hombres, una escuadra, un pelotón, una columna o varias de ellas.
En el desarrollo de toda la Guerra de Liberación Nacional sobresalieron por su independencia, capacidad organizativa, iniciativa y firmeza de mando muchos jefes de frentes y columnas; pero, sobre todo, llama la atención el desempeño de Fidel. Su participación personal en los combates fue muy activa; así ocurrió en Maffo. Lo mismo estaba en la primera línea de fuego, que daba indicaciones a un combatiente en particular, que transmitía órdenes a jefes de diferentes tropas y frentes, que negociaba una rendición con los menos o más importantes jefes del enemigo.
El día 18, se reúne con los comandantes Juan Almeida y Raúl Castro en la Rinconada, para coordinar misiones respecto a la ulterior toma de Santiago de Cuba; el 27, solo minutos después de que lograra —muy cerca del Banfaic de Maffo, en pleno fragor del combate— que el capitán de la tiranía, Sierra Talabera, le rindiera la plaza de Palma Soriano, se enfrasca en el detalle de indicar al artillero del tanque T-17, que se introducía en combate, la mejor manera de emplear los pocos proyectiles de cañón con que contaban. Al día siguiente se entrevista, en las ruinas del central Oriente, con el mayor general Eulogio Cantillo, jefe del 1er. Distrito Militar… Esta práctica demuestra su peculiar capacidad para combinar el ejemplo personal en los combates con la dirección de lo táctico y lo estratégico, de moverse en la acción y el pensamiento de lo primero a lo segundo y viceversa o, incluso, simultanearlos.
Con tenacidad y heroísmo las tropas rebeldes mantuvieron el asedio al enemigo, bajo el implacable hostigamiento de sus morteros y la aviación, hasta que lograron vencer su resistencia. Otro héroe colectivo fue protagonista de la victoria: el pueblo de Maffo.
Al caer este bastión, no quedó una sola fuerza enemiga entre Bayamo y Santiago de Cuba. De este modo se aseguraba la inminente acometida a esta última ciudad; sin embargo, otros acontecimientos se precipitaron con rapidez y Santiago fue igualmente tomada por los rebeldes; pero, sin tener que dar curso a una batalla decisiva.
*Dr. en Ciencias Históricas y presidente de la Unión de Historiadores de Cuba.