La ANAP apadrinó el 1er. aniversario de la Peña de Alfabetizadores. Félix González Viego, presidente nacional de la organización, le entrega un reconocimiento a Enma G. Acevedo Fanego, coordinadora de los veteranos educadores. Autor: Ismario Rodríguez Publicado: 21/09/2017 | 05:29 pm
Los tres ómnibus atravesaban la actual provincia de Mayabeque con una valiosa carga. En su interior, el tiempo había hecho una de sus mejores alianzas: experiencia y juventud. Las risas y las anécdotas matizaron el viaje, que no por gusto se realizaba hacia Melena del Sur, primer municipio declarado en Cuba «libre de analfabetismo».
Estos jóvenes de la tercera edad se enrumban a la celebración de su primer aniversario como «tribu». Un año caracterizado por encuentros y reunificaciones de viejos amigos, tras palpar un sueño anhelado: la formación de la primera peña de alfabetizadores.
La génesis del proyecto fue el lanzamiento en la sección La Tecla del Duende, de JR, del concurso Historias de la Alfabetización, por el medio siglo de la histórica campaña. La competencia logró aglutinar una gran cantidad de alfabetizadores, los que poco a poco se enlazaron como red y decidieron pasar de los correos y las llamadas al abrazo y la sonrisa. Fue el 12 de noviembre de 2011, en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.
Proyecto de vida
La hospitalidad de los meleneros que acogieron el cumpleaños auspiciado por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), motivó rápido las anécdotas y comentarios sobre la experiencia única de la gesta educativa: aquella muchacha que cuando quiso subir a la serranía no recibió del montuno un caballo ni un mulo, sino un toro; o el otro, que con 11 años lloró y pataleó en su casa para irse a enseñar y su madre que ni atrás ni alante, que tan chiquito no iba; y la que escuchó a Manolito Ascunce decir que subiría a las lomas a llevarle juguetes a los niños, sin sospechar siquiera que en ello le iría la vida…
Los jóvenes cooperativistas, escuchando, admirando a los aún jóvenes alfabetizadores, y deseando, como ellos, que siempre se renueve en Cuba la pasión del magisterio. Y Antonio Guerrero, el héroe poeta que desde la injusta prisión envió su gratitud a la peña. Y Armando Hart, el entonces ministro de Educación de 1961, hoy y ayer abanderado de la prédica martiana, en carta feliz por este empeño de sus coetáneos...
Todos, como Arelis Pavón Núñez, que confesó a JR haber reencontrado amistades que nunca pensó volver a ver, gracias a esta idea maravillosa; o Norka Blanco, para quien los encuentros de la tertulia «nos llegan al corazón, porque nos sentíamos casi olvidados y muchos, ya jubilados, no creyeron posible reactivar los viejos lazos».
Igual que Pedro Pablo Seoare e Imildo Villanueva, que se arriesgan a afirmar que mantienen «el mismo ímpetu de nuestra juventud». Y Tamara Junco, que no duda en calificar estas citas con la memoria como un nuevo «proyecto de vida».
Peña que pica, se extiende
Pero no solo en la capital se han renovado los bríos. Los días 7 y 8 de octubre, estos muchachos canosos se fueron hasta el centro del caimán para fundar junto a los alfabetizadores de allá la peña Batalla de Santa Clara, presidida por Melba López Cabrera.
Al festejo habanero, en representación villaclareña llega Sonia Wilman González, y cuenta cómo el sindicato provincial de los trabajadores de la Educación los está apoyando en aquel territorio; y los planes para reunirse, y las ganas enormes de aprovechar cada segundo en regalar sus experiencias a los más nuevos y salir de las trampas de la vejez.
«Estamos lanzando la convocatoria en otras provincias. Ya los compañeros de Melena del Sur nos confirmaron la existencia de un centenar de alfabetizadores que se van a organizar en Mayabeque», comenta Emma G. Acevedo Fanego, presidenta de la peña fundadora. Para ella, unir a sus colegas de aquellas batallas se ha convertido casi en un bendito afán obsesivo.
«Ya tenemos más de 500 miembros anotados en la peña capitalina. Nos reunimos periódicamente. Nos divertimos, recordamos, hacemos nuevas amistades. Nos sentimos útiles... Aún somos el Segundo Ejército Victorioso del Comandante», apunta sonriente.
En febrero tienen concertada ya una visita a la empresa Labiofam, donde trabajan 15 educadores que participaron en la aventura inmensa de 1961. En diciembre volverán a Santa Clara a celebrar el Día del Maestro; además, acarician un sueño, propuesto al Museo de la Alfabetización, de concebir la Casa del Alfabetizador...
Este sería un espacio en la institución donde se exponga lo que actualmente hacen quienes protagonizaron la Campaña; se realicen charlas, descargas musicales y presentaciones de libros. Un sitio de intercambio entre las nuevas y las viejas generaciones», explica Emma.
Y para quienes piensen que ya los viejos «no hacen nada», esta tropa alegre tiene respuestas. No había acabado el brindis del cumpleaños y ya muchos preguntaban cuándo sería el próximo encuentro.