Palestina resiste. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 26/04/2025 | 10:42 pm
Incapaz de doblegar la firme resistencia de la población palestina en Gaza y Cisjordania, el Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu sufre un creciente desgaste político y el evidente agotamiento de la política de matanza indiscriminada de civiles, como arma de presión para sofocar la rebelión armada del 7 de octubre de 2023, liderada por Hamás.
La alianza de extrema derecha sionista y los ultraortodoxos judíos —en su mayoría procedentes de Europa, en busca de tierra y riquezas— ofrece crecientes señales de agotamiento y desgaste, a pesar de la impunidad sin límites que le garantiza Estados Unidos. Por lo menos hasta ahora.
Por primera vez, desde la autoproclamación del Estado hebreo en 1948, el despojo territorial y una violenta limpieza étnica mediante el terror de más de 700 000 residentes, Israel se ve comprometido en una campaña bélica tan larga y costosa en número de bajas entre muertos y heridos. Eso, a pesar del extenso soporte de Estados Unidos —incluso su participación directa en algunos casos— y el suministro de abundante armamento, municiones, respaldo logístico y de comunicaciones, hasta la coordinación de apoyo de otras naciones aliadas de la región y Europa.
Solo cuando se toman en cuenta todos esos factores se aprecia la grandeza de la Resistencia Palestina, tanto por la mucho menor cuantía de efectivos armados, como por carencias vitales de agua, alimentos, electricidad y asistencia médica.
La cifra de muertos y heridos en las filas de la población civil es desmesuradamente mayor: más de 51 000 muertos; de ellos, el 70 por ciento son niños y mujeres, y más de 110 000 heridos, la inmensa mayoría civiles indefensos, sin protección antiaérea o refugios seguros.
Vale repetir otra vez: mujeres, niños, ancianos, familias completas, residentes en edificios y barrios totalmente arrasados por ataques aéreos con bombas «made in USA» de una tonelada de explosivos, en rachas continuas durante decenas de horas consecutivas, con un claro propósito de exterminio masivo.
Como subrayó el columnista del diario Haaretz, Jack Khoury: «La situación en Gaza ya no es una guerra, sino un ataque desenfrenado contra los civiles».
Cualquier estratega diría que es «suficiente para una rendición incondicional». Pero no. No ha sucedido. Ni civiles ni militares han salido con las manos en alto, ni se han arrodillado pidiendo clemencia.
Los familiares o amigos sobrevivientes de las víctimas recogen a sus muertos, los lloran y los entierran, con dolor y orgullo. ¡Son mártires! Han entregado sus vidas por la libertad, la independencia, la soberanía, la autodeterminación. Derechos reconocidos por la jurisprudencia internacional.
Más importante aún, las montañas de cadáveres de esos miles de hombres, mujeres, niños, ancianos, sepultados bajo los escombros de sus viviendas, escuelas, hospitales, iglesias, mezquitas, comercios, fábricas… quedan como pruebas irrefutables del genocidio, no quedarán sin ser juzgados, pesan cada vez más en la conciencia de la opinión pública mundial.
Y esa es otra señal de fracaso del régimen colonial de ocupación militar del apartheid sionista en Gaza y Cisjordania. Las manifestaciones masivas, continuas y crecientes por todo el mundo, son cada día mayores y más visibles.
El Gobierno israelí pierde credibilidad, poder de convencimiento, respaldo, incluso, dentro de su propio territorio.
En un claro reflejo de esa realidad, el editorial del respetado diario Haaretz subrayó: «El sufrimiento y la muerte causados por la política israelí de inanición en Gaza no contribuyen a ninguno de los objetivos de la guerra. La muerte de niños por desnutrición y enfermedades no conducirá a la liberación de los rehenes ni a la caída de Hamás. Israel debe reanudar de inmediato el flujo de ayuda a la Franja, y todas las naciones del mundo deben presionar a Israel por todos los medios posibles para obligarlo a hacerlo».
La queja oficial israelí de una «creciente ola de antisemitismo» se desvanece, ya no surte efecto. Decenas de millones de personas en Asia, Europa, Estados Unidos, Latinoamérica, desfilan y reclaman el fin del genocidio. El repudio a las odiosas prácticas racistas del sionismo ha llegado a los medios masivos, las redes sociales, el cine, Hollywood, las premiaciones del Óscar, los festivales de Berlín, Londres, Venecia. El Estado sionista de Israel está perdiendo la decisiva batalla cultural a nivel mundial. Sus patrocinadores tratan de acallarlo, ocultarlo, pero los gritos de solidaridad se extienden.
Dentro de Israel, el Gobierno de Netanyahu aplica la censura militar y oculta las imágenes, bajo penas de castigo por traición.
Las protestas masivas de la población israelí en las calles de todas las ciudades son reprimidas, acalladas, silenciadas con gases lacrimógenos y otros más dañinos. Y ese no es un asunto de política interior, sino la expresión palpable del fracaso del Gobierno israelí, en particular, la derrota del primer ministro Netanyahu, que fue señalada desde el 7 de octubre de 2023, según han admitido los más altos jefes militares y de los servicios de inteligencia.
Ante la presión del electorado propio, de sus correligionarios que demandan el fin inmediato de la guerra de Israel contra Hamás y la conclusión de un acuerdo de intercambio de prisioneros, que permita el regreso de los que están vivos y la recuperación de los restos de los fallecidos, Netanyahu difundió hace ya unos días una declaración grabada en video donde, de hecho, revela encontrarse en un callejón sin salida.
Después de ver la «declaración especial» sobre Gaza, la madre del prisionero israelí Natan Zangauker exigió que Netanyahu explique: «¿Por qué, hasta ahora, no ha presentado una iniciativa israelí para que todos regresen en una etapa a cambio de poner fin a la guerra?». Vicky Cohen, madre del soldado Nimrod, apresado por Hamás, dijo que «lo único que espero oír en su declaración es: “Estoy poniendo fin a la guerra y trayendo de vuelta a Nimrod y a todos los rehenes”».
Según Netanyahu, aceptar las demandas de Hamás (el fin de la guerra y la retirada de todas las fuerzas israelíes de la Franja) significaría que «la importante visión del presidente Trump no se pueda realizar, la visión que cambiará el rostro de Gaza de una vez por todas y permitirá a nuestro país vivir en seguridad». Es decir, ahora su justificación es entregar Gaza al mandatario estadounidense para que consume el exterminio final de la nación y la identidad palestina.
Netanyahu no ha dado una conferencia de prensa en los últimos cuatro meses. Los principales canales de televisión hebreos (11, 12 y 13), a los que Netanyahu ha dejado de conceder entrevistas, no emitieron su declaración en video completa.
Según el experimentado analista Nadav Tamir, quien fuera asesor del difunto primer ministro Shimon Peres, «las encuestas muestran que una abrumadora mayoría de los ciudadanos israelíes comprende lo perjudicial que es Netanyahu para ellos y su país».
Quiera o no, Netanyahu se hunde un poco más en sus propios crímenes de guerra, aunque tal vez sea desalojado del poder por corrupción en los procesos donde está siendo juzgado. Tal vez, su mejor vía de escape, llegado el momento.