Erika Ferrer Hierrezuelo. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 05:28 pm
Lograr que las discusiones del Parlamento cubano recojan el palpitar de la vida cotidiana, que cada diputado, desde la diversidad de orígenes, estratos sociales, profesiones y lugares que representan, logren pintar una asamblea tan diversa y compleja como la Cuba actual, es un reto permanente en cada legislatura, en cada nuevo mandato.
«Creo que en la que nos ha tocado, uno de los mayores desafíos ha sido estudiar cada una de las maneras, de las normas, incluso de las trabas que hay que superar para legislar en función de cumplir los Lineamientos de la Política Económica y Social de la Revolución, aprobados por el Congreso del Partido Comunista de Cuba, y que fueran discutidos con la población».
Así piensan Nayla Patterson Prieto (29 años) y Erika Ferrer Hierrezuelo (34), dos jóvenes cubanas que hace cinco años integran como diputadas la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Ambas tienen un origen común, como profesionales de la Educación, pero, desde que salieron de las aulas universitarias, sus derroteros fueron por rumbos muy diversos hasta encontrarse un día representando al pueblo en el Parlamento cubano.
Nayla, quien estudió para maestra primaria, fue dirigente estudiantil y luego ejerció en la Educación, además de ser delegada de una circunscripción en Güira de Melena, actual provincia de Artemisa.
En cambio, Erika, salida del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, por azares y razones de la vida, un buen día cambió tiza y pizarrón por sus labores primero como secretaria y después ocupando diversas responsabilidades, hasta llegar a ser nada menos que presidenta de una cooperativa de créditos y servicios (CCS) en su municipio de Boyeros, en la capital cubana. Allí sería electa diputada a la Asamblea Nacional, donde actualmente se desempeña como vicepresidenta de la Comisión de Atención a los Servicios.
Tareas actuales y futuras
«Es verdad que se requieren muchas medidas en la sociedad cubana en aras de actualizar el modelo de socialismo escogido por los cubanos, pero, para implementarlas, primero era necesario estudiar qué estaba legislado al respecto y cómo se cumplía o no. Esa ha sido una de las mayores tareas de la actual legislatura en ejercicio», enfatiza Erika.
«Igualmente —refiere la diputada Nayla Patterson— hemos tenido el reto no solo de captar las inquietudes de las personas, sino de irradiar hacia quienes nos rodean en el entorno laboral, como delegados, trabajadores y hasta en el ámbito familiar, las complejidades de cada discusión antes de tomar una medida, lo que a veces desde afuera parece muy sencillo, pero se debe tener en cuenta que, en este sentido, las equivocaciones pueden ser muy caras».
Al ser interrogadas sobre cómo llevan ellas los planteamientos e inquietudes de los jóvenes de la demarcación por la cual fueron elegidas como diputadas, y de todos sus conciudadanos en general, a la agenda del Parlamento, ambas reconocen que esa es una constante preocupación de los miembros más bisoños de la Asamblea Nacional.
«En múltiples ocasiones hemos sostenido encuentros con las organizaciones estudiantiles y políticas juveniles, con los artistas, además de talleres, audiencias abiertas y otros espacios, para conocer cuáles son las principales inquietudes en ese sector de la población», explica Erika.
«Cuba es tan diferente y diversa en su unidad-complejidad, que pintar en palabras cada inquietud para después englobarlas en problemas concretos a los que se deben dar soluciones no es una tarea fácil», reconoce Nayla.
Por ello, además de los encuentros constantes en cada escenario posible, también se impone la consulta de investigaciones desarrolladas en centros de estudios, universidades y múltiples organismos, una herramienta que tanto Nayla como Erika reconocen que todavía debe ser más explotada por la Asamblea Nacional.
Un mandato que termina
Cuando este lunes se inicien las actividades previas al Décimo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, un total de 131 jóvenes de entre 18 y 40 años, el 21,33 por ciento de los 614 diputados que integran nuestro Parlamento, estarán concluyendo el mandato que por cinco años se les otorgó, y durante el cual debieron representar las aspiraciones e inquietudes de la juventud cubana actual.
Como parte de las 12 comisiones permanentes de trabajo de la Asamblea Nacional o en sus sesiones plenarias, en sus manos y en las del resto de los diputados está la posibilidad de discusión y aprobación de las propuestas legislativas a múltiples inquietudes de la población, así como el análisis del funcionamiento de los organismos de la Administración Central del Estado, en su gestión de cara al pueblo.
Son los jóvenes, los que representan casi un cuarto de la totalidad de los parlamentarios, quienes no pocas veces dan ese toque de frescura y responsabilidad, analizando desde sus diferentes perspectivas como estudiantes, dirigentes, intelectuales, obreros o profesionales de las más disímiles esferas, cada una de las problemáticas que hoy atañen a buena parte de los cubanos.
La tarea, sin duda, además de requerir preparación, madurez, capacidad y disposición de trabajar, es sumamente compleja en cualquier época, pero especialmente en estos tiempos que les ha tocado vivir, en una Revolución, en una sociedad que, a pesar de los obstáculos y las limitaciones, los convocó bajo la máxima martiana de construir una Cuba mejor «con todos y para el bien de todos».
Pintar la Cuba de hoy
«Yo entré con apenas 24 años de edad —recuerda Nayla— y en todo este tiempo he tenido que estudiar y aprender muchas cosas, no solo como miembro de la Comisión de Atención a la Niñez y la Juventud, ya que en la Asamblea se discuten múltiples cuestiones que atañen a todos los aspectos de la vida del país».
En mi caso, que venía de Educación primero y de la agricultura después —rememora Erika— ser diputada tan joven fue una oportunidad, pero más que todo una escuela, porque se necesita estudiar mucho para desarrollar con efectividad nuestra reponsabilidad, teniendo en cuenta que cada una de nuestras opiniones forman parte del consenso necesario para posteriormente tomar medidas que atañen a la vida de muchas personas.
Igualmente, sostienen que se impone avanzar más, tanto entre los electores, los diputados como entre los dirigentes de los diferentes niveles, en la discusión «a camisa quitada» de los problemas y, a juicio de Erika, se debe seguir fomentando el hábito de escuchar al otro, de que las discrepancias también nos ayudan a desarrollarnos, y de que la falsa homogeneidad no conduce a ningún lado.
Tanto ella como su compañera Nayla están conscientes de que, como parte de los 131 diputados jóvenes que integran la actual Legislatura, cada medida o ley que han aprobado o están por discutir ha impactado de una u otra manera en los destinos de la nación cubana.
Igual tarea tendrán los que integren el próximo Parlamento, el cual de seguro tendrá una composición similar o mayor de jóvenes, como muestra de la Cuba actual, donde el 70 por ciento de sus habitantes nació después del triunfo de la Revolución.
Ellos, junto a la dirigencia histórica, los diputados de más experiencia, asesores y delegados de más edad, tienen la misión de poner en papel el futuro del país, y velar por que se cumpla el sueño de una sociedad mejor.