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Travesía en Cuba de un joven wayúu

Rubén José González Fernández es wayúu, una población indígena de Venezuela, específicamente de La Guajira, en el estado de Zulia. Gracias a la Revolución liderada por el presidente Hugo Chávez, hoy estudia Medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de Pinar del Río

Autor:

Mario Jorge Muñoz

A Rubén José González Fernández lo conocí cuando apenas cursaba su segundo año en la Escuela Latinoamericana de Medicina, en La Habana. Era un joven sencillo, un poco tímido, algo característico, según él, de su pueblo wayúu. Hoy cursa el cuarto año de la carrera en la Facultad de Ciencias Médicas de Pinar del Río, adonde llegó después de sus dos primeros años de preparación en la ELAM.

Su historia, como la de muchos jóvenes que desde hace más de diez años se forman en Cuba, es la de una nación que inexplicablemente llegó a ser una de las más pobres y analfabetas de Latinoamérica, a pesar de contar con las mayores riquezas petroleras del planeta. Hoy, gracias a la Revolución Bolivariana liderada por el presidente Hugo Chávez, y a los lazos de hermandad con Cuba, Rubén puede hablar de futuro:

«Soy wayúu; vengo de una población indígena de Venezuela, específicamente de La Guajira, en el estado de Zulia. Desde niño siempre andaba con mi abuelo pastoreando las ovejas. La Guajira es pura sabana; ahí casi no llueve. Éramos muy humildes; vivíamos de lo que trabajaba papá.

«Los wayúu siempre se han identificado porque vivimos en comuna y tenemos una cultura, unas creencias peculiares. Es decir, que siempre nos apoyamos unos a otros. Somos muy solidarios, reservados en nuestras cosas, pero a la vez brindamos mucha sabiduría, conocimientos, cultura.

«Tenemos nuestro propio médico que se llama Piachi; es como el chamán. Por ejemplo, le pasa algo a un niño y se lo llevamos al Piachi; es él quien soluciona todo. Pero qué pasa, entra en contradicción lo que es la ciencia con su manera de curar. El primer médico wayúu que vino a nuestra comunidad tuvo un choque duro. Costó trabajo adaptarse».

—¿Cómo llegaste a estudiar Medicina?

—Quería estudiar Medicina en la Universidad de Zulia, pero se fue complicando la cosa, porque como era una universidad que exigía mucho, mi condición económica no me lo permitía. Si yo vendía mis ovejas no alcanzaba para pagar los meses de la carrera. Entonces llegó la Misión Milagro y captaron a mi abuela, que casi no veía. Hablaron conmigo para que la acompañara a Cuba. Entré en la operación de mi abuela y vi la labor de los médicos. Como ella no sabía hablar español no entendía, y yo tenía que traducirle lo que decía la doctora. Entonces vi toda esa operación y me gustó. Luego empecé a preguntar qué tenía que hacer para estudiar en Cuba. Me dieron la opción de hacerlo en Venezuela y acepté, pero insistí para estudiar aquí.

«En 2006 volví, esta vez con mi abuelo, para operarse de cataratas. Así fue aumentando más mi ánimo de estudiar en Cuba.

«Al regresar a Venezuela, me dijeron: “Rubén, prepara tus maletas que te vas para Cuba”. Y eso fue grandísimo. Mi mamá no quería, mi papá tampoco, ni mis hermanos; porque yo pastoreo las ovejas, lavo la ropa de mis hermanos… Soy como el alma gemela de mi mamá, pero era mi carrera, mi futuro y ya estoy aquí estudiando».

—¿Qué sabías de Cuba antes de venir?

—Me hablaron que no se podía ni salir a la calle, que a las ocho ya tenía que estar todo el mundo dentro de la casa... Es lo que decían. Y todo era diferente; nunca pensé que iba a recibir ese trato tan solidario de los cubanos, que te dan apoyo y el Gobierno le facilita todo a su pueblo. Entonces era mentira todo eso que decían.

—¿No temes que ahora digan que te lavaron el cerebro?

—Antes de venir para acá me gritaban: estás loco, cómo te vas a ir a Cuba; te van a matar… Pero yo les decía que realmente Cuba no es lo que dice la prensa nacional; es otra cosa.

—¿Qué tal los primeros meses de adaptación?

—No fueron fáciles; alejarse de los familiares… más para mí, que soy wayúu, que siempre estaba ahí, apegado a mis padres. Estuve como un mes llorando, incluso me quería ir. Nosotros dormimos en un chinchorro, en una hamaca; entonces que me dieran una cama… No fue fácil. Me dolía la espalda de estar así, estirado. Al principio me di una caída, porque dormía en la litera de arriba. Pero al final no fue tan difícil. Me adapté.

«Cuando comencé la escuela en Venezuela yo no sabía hablar español. El sistema de educación que teníamos antes de la Revolución era dar clases por interés, no porque te enseñaran. Entonces yo tenía un nivel muy bajo y me tuve que enfrentar a mucha exigencia. Eso es muy bueno, porque te presiona para que eleves tus conocimientos. Le fui agarrando el hilo y fui superando algunas dificultades. Me enfrenté a muchas cosas que jamás pensé que iba a enfrentarme, pero ya estoy aquí y las cosas se van superando».

—¿Qué ha sido para ti poder estudiar en la ELAM?

—Una oportunidad. Nunca me pasó por la cabeza que iba a poder estudiar esta carrera, porque es costoso. Y cuando me pongo a pensar que estoy estudiando Medicina, me alegro. Hay personas en otros países que quieren y no pueden. Pero aquí está la ELAM, que ofrece becas a los de más bajos recursos económicos y es una oportunidad que se le da a gente de todo el mundo. Esto es único.

—¿Qué vas a hacer cuando te gradúes?

—Ya estando en Cuba empecé a valorar muchas cosas. Lo que me queda de carrera son unos años. Después de graduarme de médico quiero ir a La Guajira, hablar con la gente de mi pueblo wayúu para ayudar a implantar un sistema de salud que beneficie a todos y trabajar allí con la Revolución.

«Siempre voy a agradecerle a la Revolución. Pienso un poquito más allá, y hay muchas cosas que se pueden hacer; es verdad que puedo trabajar en una comunidad, puedes tener la función de coordinador, trabajar en un batallón de médicos, con alguna misión, hacer una especialidad en Venezuela o estudiar una población que nunca se ha estudiado… Pero yo, en lo particular, quiero enfocarme en poder ayudar a los wayúu y a toda la población».

—¿Qué pasará cuando tengas que enfrentarte al Piachi de tu comunidad?

—Me va a tocar bien difícil. Como dicen los cubanos, no va a ser fácil con el chamán. Voy a tratar de llegar a un acuerdo con él: lo que tú no puedas yo lo puedo resolver. Pero ya hay muchas cosas que cambiaron en mi comunidad, no en cuanto a cultura, costumbres, sino relacionado a la salud. Porque ya son dos los wayúu que se graduaron aquí y están allá trabajando. Esos fueron los primeros que se enfrentaron y ya conocen la situación. Pero eso es lo que yo pienso, cambiar muchas cosas para bien de mi pueblo wayúu.

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