Los restos de Servando se trasladaron al Cementerio Católico de Mount Olivet, en Halifax, el 15 de mayo de 1912. Allí yace junto a otros fallecidos en la tragedia. Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 05:19 pm
No vive uno para sorpresas. El pasado 14 de abril, un siglo después del naufragio del Titanic, leí en CubaDebate algo que me dejó boquiabierto: según una emisora miamense, en aquel barco que zozobró en su debut marítimo viajaba nada menos que… ¡un cubano!
El «descubrimiento» lo hizo público la sección El Duende, de Radio Miami, a partir de la información de uno de sus oyentes, quien realizó una búsqueda en Internet relacionada con el asunto.
Cito la parte más interesante de la singular noticia:
«Entre los cientos de víctimas del Titanic había también un cubano. Se llamaba Servando José Florentino Ovies y Rodríguez, de 36 años de edad y residente en la ciudad de La Habana, Cuba. Al parecer estaba de vacaciones en Francia y decidió regresar a La Habana vía New York en ese viaje.
«El Titanic zarpó del puerto británico de Southampton e hizo escala en el francés de Cherburgo, donde recogió pasajeros, entre estos al cubano Ovies. El número del boleto de viaje del desafortunado Servando José Florentino Ovies Rodríguez era el PC 17562, con derecho a alojarse en el camarote D 43, en la cabina de Primera Clase, donde viajaban los pasajeros de más afluencia económica.
«El cuerpo sin vida del cubano muerto (…) fue rescatado del mar el día 15 de abril, siendo su cadáver clasificado con el número 189 en la relación de víctimas».
Mi incorregible curiosidad me compulsó a hacer mi propia búsqueda en la red de redes. Y hete aquí que encontré otra alusión al tema, aunque opuesta a la anterior: Servando José Florentino Ovies Rodríguez no era cubano, sino asturiano residente en Cuba. Lo asegura el sitio digital Paella and Chips en Los 10 españoles del Titanic, disponible en http://www.paellachips.com/2012/04/los-10-espanoles-del-titanic.html.
Dice el autor: «También en primera clase, viajaba un hombre de mi “tierrina”. Servando José Florentino Ovies Rodríguez era asturiano, concretamente de Avilés. Trabajaba, como tantos asturianos lo hicieron, en La Habana. El negocio familiar, una empresa de importación textil, le hacía trasladarse constantemente a Europa en busca de contratos con proveedores. Dada su posición y sus frecuentes desplazamientos, Servando procuraba viajar en buenos barcos y llevar consigo importantes cantidades de dinero en efectivo».
El Tiempo, otro portal, apoya esta última versión. Consigna en un reportaje titulado Voy a estar yo más seguro en el Titanic que vosotras en esta casa de Avilés, disponible para su consulta en la URL http://www.lne.es/sociedad-cultura/2012/04/09/seguro-titanic-casa-aviles/1225202.html: «Servando José Florentino Ovies había nacido el 21 de febrero de 1876 en Avilés, hijo de Ramón Ovies y María del C. Rodríguez. Dos días más tarde se bautizó en la iglesia parroquial de San Nicolás. Su destino estaba en Cuba, donde unos tíos habían hecho fortuna comercial. El Palacio de Cristal era propiedad de su tío materno, José Antonio Rodríguez, pero Servando no lo tuvo fácil, comenzó desde abajo, aprendió a hablar bien el inglés y se hizo en pocos años con las riendas del negocio».
Y más adelante abunda en pormenores: «Servando Ovies y Eva López del Vallado eran un matrimonio que vivía en la abundancia, perteneciente a la alta burguesía española en la isla, que no perdió ni un ápice de influencia cuando en 1898 Cuba logró su independencia de España (…) La muerte del cabeza de familia significó el cobro de una indemnización que algunos cifran en 77 000 dólares americanos de los de hace un siglo. Una inmensa fortuna.
«Mi madre y mis tíos estudiaron en los mejores colegios de La Habana. Ella era economista y trabajó toda su vida», dijo a la prensa después Servando Ovies López del Vallado, huérfano del hombre ahogado.
Sobre esto comenta el mismo sitio: «A los 36 años de edad, aquel niño que quedó huérfano con solo dos años era el retrato de su padre. En efecto, Servando Ovies López del Vallado se parecía a su progenitor como dos gotas de agua, incluido el poblado bigote. Llegó a ser un personaje muy conocido en la Cuba de la época, con protagonismo social. Fue ingeniero agrónomo, se casó tres veces y en los 50 se marchó de Cuba».
Lo de la nacionalidad española del referido Servando Ovies lo refrenda también en una curiosidad un blog latino en un trabajo titulado Titanic, 100 años después. Asegura el citado sitio: «El único automóvil, marca Renault, que viajaba en el Titanic era propiedad de un asturiano de nombre Servando José Florentino Ovies Rodríguez, natural de Avilés y dueño de negocios en Cuba».
Todo parece indicar que la ciudadanía del hombre fallecido en 1912 en las aguas del Atlántico, frente a las costas de Nueva York, no deja lugar a dudas: no era cubano, sino español.
Detalla también El Tiempo en su reportaje anteriormente aludido: «Su cuerpo fue recuperado posteriormente por el MacKay-Bennett, el primer barco que se envió a recoger cadáveres. Llevaba puesto un abrigo, una chaqueta negra, unos pantalones azules y una camisa gris con las iniciales JR. Su cuerpo fue enterrado en el Cementerio de Fairview, en Halifax, Nueva Escocia, en Canadá. Se le exhumó e identificó como J A Rodríguez de Rodríguez & Co, su propio primo. Los restos de Servando se trasladaron al Cementerio Católico de Mount Olivet, en Halifax, el 15 de Mayo de 1912. Allí yace junto a otros fallecidos en la tragedia».
(Vea nuestro especial dedicado al centenario del naufragio del Titanic)