Después de recorrer 365,6 millas náuticas (677,1 kilómetros), los buques del viaje de instrucción de la Academia Naval Granma arribaron a la Isla de la Juventud. Autor: Sonia Regla Pérez Sosa Publicado: 21/09/2017 | 05:18 pm
NUEVA GERONA, Isla de la Juventud.— Después de recorrer 365,6 millas náuticas (677,1 kilómetros), y dejar atrás el litoral capitalino, los buques del viaje de instrucción de la Academia Naval Granma atracaron en la Isla de la Juventud.
Alcanzar este punto impuso sacrificios a los guardiamarinas que comienzan sus prácticas de mando y doblan los puestos de combate de la tripulación en las embarcaciones donde navegan.
Las primeras horas en el buque escuela Carlos Manuel de Céspedes y las naves Tuxco y XIV Festival, requirió de los nuevos tripulantes acostumbrarse al vaivén de las aguas, al lenguaje y los hábitos marineros, al murmullo de las máquinas, a cambiar el sentido del tiempo y nombrar solo los días cuando se arriba o se zarpa.
El atraque en la Base Naval Occidental, la primera parada, permitió a unos descansar del bamboleo; a otros, apreciar el lugar donde comenzarán su vida como oficiales de la Marina de Guerra Revolucionaria y dialogar con egresados de la Academia.
Estas son unidades llenas de historias para enseñar, de hombres y mujeres capaces de crecerse ante las adversidades del tiempo y del mar, donde la teniente de fragata Alina Cecilia Estrada Tamayo, comandante de lanchas coheteras, sorprende y alienta a sus compañeros ante cada misión. Por eso, algunos visitantes quieren subordinársele y aprender con «la mejor».
La aparición de la costa norte de Pinar del Río sirvió para dar paso a anécdotas de galeones hundidos por la zona del Cabo, la utilización de sus coordenadas como punto de referencia para el cruce de las flotas españolas o para la llegada de alguna expedición naval.
A la una de la tarde del sábado, el Céspedes cambió su rumbo. Cayó a babor para mantener cerca la tierra más occidental de Cuba. Durante la maniobra, bastaron unos instantes para acostumbrarse al movimiento de las olas.
Llegar hasta el cabo de San Antonio impuso la incertidumbre de siempre, al encontrarse en el lugar donde confluyen muchos vientos y corrientes marítimas del Golfo. «Esta situación, aseguran los expertos, hace difícil la navegación, al cambiar la costa norte por la sur —menos segura por su bajo fondo— y porque los vientos comienzan a azotar con más fuerza», refirió la guardiamarina Milibey Tudela Osorio, de quinto año de la especialidad de Radioelectrónica.
Sin embargo, el teniente de navío Yoslandy Ramos Moreno, comandante del buque escuela, mantuvo la confianza en sus tripulantes de siempre y los noveles, seguro de poder enfrentar cualquier adversidad.
Desde la partida el pasado 22 de marzo, la historia ha sido compañera inseparable del trayecto. Múltiples sucesos navales son ubicados y recordados en los lugares donde ocurrieron.
No pocos guardiamarinas detallan en sus diarios los homenajes realizados al alférez de fragata Silvio Caro Gallardo, asesinado durante el intento de secuestro de su lancha en abril de 1966; y al capitán de corbeta Roberto Aguilar Reyes, muerto en 1994 como consecuencia de una salida ilegal. Otros aventuran los encuentros próximos con el antiguo Presidio Modelo y la finca El Abra.
La aproximación a las tierras pineras hizo que los marinos del viaje de instrucción se ajustaran a sus puestos, a la espera de las órdenes del comandante, quien por la desembocadura del río Las Casas arrimó la nave hacia el puerto de Nueva Gerona y dejó atrás, por unas horas, su mar tranquilo.