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El verdadero jefe de los mercenarios

José A. Pérez San Román, más conocido como Pepe San Román, no era quien en verdad dirigía las operaciones de los agresores

Autor:

Luis Hernández Serrano

A José A. Pérez San Román se le ha atribuido la jefatura del ejército mercenario, cuando el verdadero jefe fue el coronel estadounidense Jack Hawkins, quien dirigió los combates desde su bunker llamado Quarter Eyes, en una barraca del Pentágono, en Estados Unidos.

El general de división Efigenio Ameijeiras, jefe del Batallón de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) en Playa Girón, dijo en un interesante artículo sobre aquella gesta, que «quizá el que más desmoralizado estaba era el jefe principal que autorizó la desbandada de los invasores mercenarios con un “¡Sálvese quien pueda!”».

Ni siquiera era cubano el verdadero jefe de Operaciones de la invasión mercenaria, sino el también estadounidense Jacob Esterline. Y el jefe de Inteligencia, un misterioso oficial norteamericano de apellido Bill.

Este último oficial, que no sabía realmente nada de la Cuba de 1961, recomendó a San Román: «Ustedes tendrán una superioridad militar absoluta. El enemigo no tendrá Fuerza Aérea. En el Escambray hay 700 guerrilleros esperando por el desembarco para unirse a ustedes. En los barcos hay armas y municiones para 6 000 hombres más. En los primeros tres días se unirán a la Brigada más de 5 000 hombres del pueblo. Usted mismo, San Román, tomará un jeep, avanzará por la carretera, sacará la mano como quien va a doblar a la izquierda ¡y llegará, directamente, hasta La Habana!».

El inspector general de la CIA, Lyman Kirkpatrick, en su Informe al Congreso de Estados Unidos sobre el fracaso de la agresión a Cuba, expresaba que la invasión por Bahía de Cochinos estaba condenada de antemano, pues le faltaba un comandante único y de amplio nivel, que tuviera poderes y capacidades establecidas para llevar a cabo esta misión tan grande y difícil, según dijo en su libro Bay of Pigs, el norteamericano Peter Kornbluh.

San Román, más conocido como Pepe San Román, fue entrenado en las bases Fort Belvoir y Fort Benning, en Estados Unidos.

La CIA, como se ha dicho por diferentes historiadores, prefería a militares batistianos entre las filas mercenarias. Pensaba que tenían una experiencia militar superior, por ser oficiales de la tiranía en la Cuba capitalista, aunque en la Sierra Maestra no les valió de nada, ¡ni en Girón tampoco!

San Román o sencillamente «Pepi Sanramón», como le decían los instructores yanquis en la base Trax de Guatemala, aunque al parecer estaba convencido de que «¡Los americanos están con nosotros y no pueden perder!», no se mostró tan «guapo» como debía cuando las fuerzas revolucionarias en Girón empezaron a dispararles con todo.

«Guapo» se portó, sin embargo, cuando en noviembre de 1960, en territorio guatemalteco, los mercenarios que se entrenaban allí fueron movilizados para liquidar un alzamiento de militares del país centroamericano.

Fue el día en que algunas unidades del Ejército de Guatemala se rebelaron contra el presidente proimperialista Miguel Idígoras Fuentes y ocuparon la ciudad de Puerto Barrios, principal rada en la costa caribeña guatemalteca. Estaban en juego entonces los intereses de la United Fruit Company, la todopoderosa «Mamita Yunai», que explotaba la riqueza bananera de esa zona.

Enseguida la CIA movilizó a todos los mercenarios de la base Trax y del campo aéreo de Retalhuleu, para sofocar la sedición. Los mismos aviones B-26 que serían utilizados unos meses más tarde en Girón, bombardearon y ametrallaron los reductos de los rebeldes en Puerto Barrios. Los C-46 de transporte militar condujeron a más de 250 hombres de Retalhuleu al pequeño aeropuerto que estaba en poder de los alzados.

La rebelión militar guatemalteca se desplomó a las pocas horas de haberse iniciado. No había contado con el apoyo del resto del ejército y el episodio fue liquidado el mismo día en que se originó. Los reclutas enviados no llegaron a disparar ni un solo tiro en tierra. El bombardeo aéreo había decidido la batalla y obligó a los rebeldes a pedir la rendición. Los pilotos de la CIA demostraron una ferocidad extraordinaria, atacando a las unidades rebeladas, que no estaban protegidas, ni siquiera por ametralladoras antiaéreas, ni contaban con el apoyo de un solo avión de la reducida Fuerza Aérea guatemalteca. En Playa Girón estos pilotos correrían una suerte muy distinta. Por primera vez se vinculó públicamente a la Brigada 2506, «mandada» por San Román, con el aplastamiento de una insurrección. Pero Girón fue para él algo totalmente distinto.

Un hijo de José Miró Cardona —quien «sería» el Presidente del gobierno provisional cuando la invasión «venciera» y ocupara una cabeza de playa— declaró que seguía combatiendo cuando se supo de repente que el Cuerpo de Jefatura de los invasores había desertado en pleno. De pronto, entre los mercenarios se produjo una completa estampida, aunque los destructores y el portaaviones USS-Essex trataron de rescatarlos, pero fue otro fracaso más.

El 29 de abril, solo diez días después de liquidada la invasión, fue capturado su jefe militar, el excapitán del Ejército de la tiranía de Batista, José Antonio Pérez San Román, quien dijo haberse equivocado y que fue engañado.

Fuentes: Los sobrinos del Tío Sam, Carlos Rivero Collado, Editorial Ciencias Sociales, 1976. Artículo de Efigenio Ameijeiras sobre Girón, Granma Internacional, 19 de abril 2001. De nuevo Cuba no miente, Nicanor León Cotayo, 25 de marzo de 1998. Diario de Girón, Gabriel Molina, Editora Política, 1983.

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