Miles de jóvenes de Granma, como en todo el país, dedicaron parte de sus vacaciones a batallar en la construcción. Autor: Rafael Martínez Publicado: 21/09/2017 | 05:01 pm
Quizá sea porque esta vez no hubo mucho platillo al viento. Lo cierto es que, por cualquier razón, algunos no supieron que en este verano miles de jóvenes de todo el país se volcaron a las Brigadas Estudiantiles de Trabajo, esas surgidas hace 33 años en el fragor de los preparativos de aquel memorable XI Festival Mundial…
Ello implica omitir muchas historias, como la de Osmani Tamayo, un muchacho de 21 abriles del municipio granmense de Niquero que en estos dos meses «se comió un león» en tareas de la construcción y la agricultura.
O como la de Kirenia Soler Sánchez, una manzanillera estudiante de Medicina que durante el verano aprendió a empaquetar fideos y conoció cuánto se batalla en esas fábricas de pastas. O la de un coterráneo suyo, José Manuel González García, quien también envasó y pesó esos productos alimenticios y antes dobló el tronco en un organopónico de la ciudad, en el que desyerbó, abonó… regó canteros.
«Yo cerní arena, batí mezcla, pinté, cargué agua, sembré caña y estuve en la limpieza de la playa Carenero», dice con orgullo Osmani, mientras se mira las manos todavía sin grandes montañas. «Pero lo más importante estuvo en que le demostramos a unos cuantos la utilidad de nuestro trabajo».
Como él, otros 39 463 alumnos de la FEEM y la FEU de Granma, se fueron a las BET a pleno sol; unos con frenesí, otros con sosiego; pero todos con discreción, sin armar aspavientos.
Wilfredo García Lastre, funcionario de la esfera educacional de la UJC en esta provincia oriental, señala que ese silencio previo a las Brigadas Estudiantiles de Trabajo fue intencional en toda la nación «porque la estrategia consistía en hablar de resultados concretos».
Ahora —después de estar movilizados hasta el 3 de septiembre en una etapa especial o «cuarta etapa»—, se puede, a la sazón, hablar de huellas y sombras.
Sin fiebre números
Antes existían ciertos desenfrenos por los números y por llenar campamentos; ahora, no es así y se ha instalado la utilidad como bandera, la racionalidad como premisa.
En Granma, como en otros territorios, los gastos en combustible y alimentación resultaron mínimos aun cuando se concretaron, al decir de Wilfredo García, «280 tareas importantes». El frente de la construcción empleó el mayor número de estudiantes (10 311), sobre todo en la remodelación de los preuniversitarios urbanos.
Otros sectores que «movieron» manos y mentes fueron: la agricultura, la salud, la Empresa Eléctrica, comunales y materias primas.
Una página repetidamente soslayada cuando se tocan las BET es la de los dirigentes estudiantiles, algo que pudiera convertirse en injusticia. En Granma, por ejemplo, el Secretariado provincial de la FEU, con su presidente Alfredo Góndrez Martínez al frente, prácticamente no tuvo vacaciones.
«Creamos un puesto de mando que trabajó sin descanso desde principios de julio hasta finales de agosto. Recogimos los partes de los municipios, monitoreamos, orientábamos y nos íbamos por nuestros propios medios a comprobar y chequear lo que se estaba haciendo en cada territorio», dice Marilín Verdecia Solano, vicepresidente provincial de la FEU.
Otra de las luces indiscutibles de estas BET, al menos en Granma, fue lograr que se estimularan los tres mejores alumnos de cada etapa de trabajo con un «módulo recreativo», que consistió en la posibilidad de acceder a un centro de recreación pagando un precio diferenciado.
Claro, no todo marchó por camino de maravillas. Jorge Castillo Castro, presidente en funciones de la organización estudiantil en Manzanillo, municipio de referencia en el país, explica que en principio, determinados organismos hicieron resistencia a recibir alumnos, algo que se resolvió con mucha charla y persuasión.
Esto no debería acontecer en el futuro, mucho menos con aquellos con los que existe un convenio firmado. Mañana las BET, importantes en la cristalización de un concepto martiano, seguirán vivas... aunque laboren en silencio, sin bombo y sin platillo.