El repentismo debe ligarse más a todas las tradiciones del cubano, afirma Orismay. Autor: Hugo García Publicado: 21/09/2017 | 04:57 pm
TRIUNVIRATO, Limonar, Matanzas.— El repentismo en Cuba siempre se asoció a la gente de campo, al reto de que dos decimistas se vapulearan, incluso, con ofensas personales.
Sobre este tema y otros relacionados con el repentismo conversamos con Orismay Hernández Ramírez, de 25 años de edad, galardonado con premios provinciales y nacionales, tanto como repentista como poeta escritor, y quien participa desde 1997 en todas las actividades de la Casa Naborí, en el municipio de Limonar, y en la Jornada Cucalambeana de Las Tunas.
—¿Qué piensas de las vulgaridades en el repentismo?
—Las vulgaridades, como en cualquier ámbito de la vida, es algo que no le gusta a nadie, ya esos tiempos de discrepancias entre los repentistas quedó atrás, hoy somos una gran familia, no importa quiénes seamos ni dónde vivamos. Hoy los repentistas no solo se preocupan por cantar, sino por estudiar, aprender, transmitir algo bien hecho, que guste. El repentismo debe ligarse más a todas las tradiciones del cubano. Tratamos de hacer una canturía en que un trovador interprete una canción y venga un repentista después e improvise sobre esta; o que un poeta lea una poesía, o toque una orquesta.
«Encaminamos un trabajo dirigido a la décima en el que investigamos con el público joven; Alexis Díaz Pimienta se encargó de formar a los nuevos repentistas, nosotros al nuevo público», dice Orismay, quien actualmente labora en el Departamento de Extensión Universitaria de la Universidad Camilo Cienfuegos, es profesor y graduado de Licenciatura en Comunicación Social.
«Tenemos un proyecto en algunos centros como las universidades Camilo Cienfuegos y la Pedagógica Juan Marinello, y el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Carlos Marx, donde los jóvenes participan con piropos a las muchachas y nosotros cantamos pie forzados, décimas libres, controversias breves sobre los temas que piden; todo con el objetivo de que cuando ese joven escuche o pase por un guateque lo conozca y participe».
—¿Cómo te acercaste a este complejo mundo?
—Canto desde que tenía 12 años. Empecé gracias a mi papá, que es hijo de un poeta. Él me enseñó a hacer décimas, después me acerqué a la familia de Irán Caballero y aprendí lo que me faltaba. No me considero un experto, pero me defiendo y amo esta tradición por lo que me he propuesto apoyarla, ya sea con el canto, la investigación o la promoción.
—¿Qué ha favorecido el resurgimiento de la décima?
—Como joven siento que son importantes todas las acciones que se hacen con la décima, que ha tomado una posición que se merecía desde hace años. La ha favorecido el desempeño de nuestros repentistas en Tribunas Abiertas y que ha sido una herramienta útil en las luchas de nuestro pueblo. Gracias a los buenos repentistas como Héctor Gutiérrez o Alexis Díaz, miles de ideas se han desarrollado felizmente.
—¿Cómo ves el repentismo en Cuba?
—La décima tiene una gran salud en Cuba. Contamos con muchos repentistas jóvenes, intelectuales, que hacen la décima más culta, más completa, que sigue con los rasgos del campo, pero se viste con la novedad de los nuevos tiempos, de la ciudad.
«Todo es poco, nos falta mucho. Siempre decimos que tenemos la mejor pelota, ron, tabaco, sin embargo no estamos acostumbrados a decir todavía que tenemos los mejores repentistas del mundo. Las escuelas de repentismo dan sus frutos, el futuro es grande».
—¿Es como un redescubrimiento del repentismo?
—El repentismo se mueve en todas las esferas de la vida, pienso que mientras demuestre su capacidad de insertarse en cualquier espacio y sepamos poner la décima donde va y toquemos el corazón a las personas, el repentismo va a seguir atrayendo a más personas al escenario.
—¿La décima en Cuba empieza a atraer a la juventud?
—Son muchos los jóvenes que se acercan al repentismo y no solo por herencia. Tenemos repentistas jóvenes con calidad. Ya no es ese que se hacía con muchas imperfecciones, que uno lo miraba y se preguntaba qué canta ese poeta. Un campesino la sigue cantando, pero no es el que va al escenario; suben, por ejemplo, Leandro Camargo, estudiante de Filología de la Universidad de La Habana, o Luis Quintana, que no es universitario pero tiene una formación autodidacta grande; o Iván Caballero, portador de muchos conocimientos.
—¿Cuáles son los principales peligros del repentista?
—Están dados por los principales valores que le encuentran los seguidores del género a lo que hacemos: la espontaneidad, la inseguridad del tema a tratar y las condiciones psicológicas de ese instante en el que cantamos. Trabajar bien con el idioma es fundamental para cualquier repentista, en mi caso me preocupo mucho porque la gente pueda entenderme y no por transmitir una imagen de intelectual que al final divorcie mi mensaje de los oídos y los aplausos de quien viene a oírme.