Carrera larga, El Salvador, Guantánamo.— Algunos se lo explican fácilmente cuando se les pregunta por qué un buen número de jóvenes de esa comunidad guajira sigue los pasos de sus padres. Desde muy pequeños reservan un puesto entre los socios de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Jesús Menéndez, situada en tierras de epopeyas levantiscas contra los latifundios imperialistas.
«Dicen que la cabra siempre tira pa’ el monte», recordó un montuno de aquellos predios, donde aún late con orgullo el grito de «Tierra o sangre» lanzado por Lino Álvarez de las Mercedes y los campesinos del Realengo 18. Pero algo más que ese instinto natural de seguir a los suyos se descubre en aquel colectivo anapista, donde los más jóvenes parecen heredar el alma guajira de sus predecesores.
Yamilka Palacios Valido, una joven casi recién salida de las aulas universitarias, podía estar hoy frente a alumnos en cualquier escuela de su terruño, pero una suerte de «atracción vital» por los olores del campo la llevó a reorientar sus pasos desde el magisterio hacia la especialidad de Agronomía, en la cual ganó el título de Ingeniera en julio pasado.
«Vivo en Cuneira, a unos cinco kilómetros de aquí, y desde diciembre estoy como adiestrada, rotando por distintos áreas en las que he podido asimilar enseñanzas prácticas muy valiosas sobre la preparación de los suelos y las atenciones culturales a distintos cultivos para alcanzar mejores rendimientos», expresa la joven, quien confiesa que sus padres, labriegos en aquellas serranías, sienten orgullo de verla convertida en una profesional de los surcos.
La joven es también la Secretaria de la UJC en dicha CPA, una de las más productivas de la provincia. Al asumir el liderazgo de aquel comité de base, integrado por cinco militantes, notó el interés de los muchachos por superarse, «alcanzar el noveno grado en los cursos habilitados para ello, luego el duodécimo, y seguro aspiran a más», opinó.
Iguales oportunidades tienen los 27 socios de la CPA menores de 30 años del área de influencia del comité de base. Sobre ellos incide Yamilka y su estructura política para entusiasmarlos con las tareas políticas y de impulso a la producción de alimentos, el cultivo de la caña y la construcción que allí acometen.
Constancia de tal continuidad quiere dejar Avelino Cabrera Hechavarría, jefe de producción de alimentos y secretario del núcleo partidista: «La incorporación en los últimos meses de 32 jóvenes del entorno ha colocado el promedio de edad de la cooperativa en 42 años, el 37 por cierto son mujeres, y casi el 80 está incorporado a cursos de superación.
«Tenemos una tradición de recibir estudiantes de la Facultad agroforestal, que hacen sus prácticas profesionales aquí; algunos aplican sus investigaciones en nuestras áreas. Por, ejemplo —ilustra Avelino— las tesis universitarias de los dos últimos presidentes de la CPA se presentaron en estos predios y sus recomendaciones son tenidas en cuenta para elevar nuestros resultados».
Se desplaza como un bólido de un lado a otro de la cooperativa con la mente situada en un punto: el taller de los medios de transporte; allí, una alzadora es inseparable compañera en las jornadas de zafra azucarera donde se desempeña como ayudante en el alza y tiro de la caña. Aunque agradezca su nombre a los caprichos de la modernidad, Bilrobis Hernández Sánchez se siente guajiro que decidió aplatanarse en este sitio compartiendo sudores con sus padres en la mentada CPA.
«Aquí hizo también su vida mi abuelo Juan Santiago Sánchez, quien tuvo el honor de presidir esta cooperativa; de manera que desde los 12 años yo me estoy relacionando con las alzadoras, y en general con la labor de los anapistas. Me gusta la forma de trabajo y las cosas que se aprenden con los de mayor experiencia», afirma este joven de 25 años, que, sin embargo, desea hacer algo por recuperar las tradiciones locales: «Las carreras de caballo, el rodeo y todas las actividades que alegraban la existencia de Carrera Larga», dice.
Y bien que le vendría a todos un poco más de diversión, habida cuenta de lo tanto que trabajan los 243 socios. «Somos rentables y en los últimos tres años se computan ganancias de más 40 000 pesos», señaló satisfecho Demetrio Fuentes, administrador de la Jesús Menéndez.