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Profesores Generales Integrales de Secundaria Básica: un proyecto maduro y en perfeccionamiento

Autor:

Edel Lima Sarmiento

JR dialogó con dos Profesores Generales Integrales y sus tutoras, sobre sus experiencias en el nuevo modelo de enseñanza en Secundaria Básica

Abismo

David: ¿El momento más difícil? La primera reunión de padres. Había leído los expedientes de los alumnos y el papá de uno era militar; el del otro, director de una empresa; el de aquel, profesor en la Universidad... ¿Cómo me enfrento a ellos?, me preguntaba. Eso fue en segundo año, estaba acabadito de llegar y uno todavía tiene el cantaíto. Sentí miedo, me puse nervioso. No se me olvida que, a pesar de que medí cada palabra, se me fue una de las de allá: «compay». Usted sabe como son los habaneros, aunque eran personas mayores y se contuvieron, me dio mucha pena.

José Alain: En mi caso, igual; el momento más difícil fue la primera reunión de padres, y el otro fue el encuentro por primera vez con los estudiantes. Sobre todo, hablarles. Ellos sí se ríen del cantaíto; no aguantan la risa. A mí me costaba trabajo presentarme y decir mi nombre, ¡se imagina!

Credenciales

«Seguimos cantando, porque somos de la loma», bromea el joven bayamés José Alain Rivero García. Él y su coterráneo David Figueredo Camps son dos de los Profesores Generales Integrales (PGI) en formación más destacados de la Escuela Secundaria Básica Huberto de Blanck, centro de referencia en el municipio de Plaza de la Revolución.

Aunque ya están en quinto año de la carrera, confiesan que nunca pensaron ser maestros; pero a su preuniversitario llegó el llamado, lo comprendieron y dieron el paso al frente. Hoy están seguros de haber tomado la decisión acertada, tanto que cuando se gradúen quieren seguir los pasos de sus tutoras y matricular en la Maestría.

Ellas son las másteres en Ciencias de la Educación María Esther Aguirrechu Rodríguez y Herminia Martínez Batista. Los cinco nos acomodamos en una pequeña salita al fondo de la escuela para compartir sus emociones, experiencias y aprendizaje en la construcción del modelo educativo general e integral en ese nivel de enseñanza.

Respeto

—¿De qué forma pudieron ganarse a los alumnos?

David: El hecho de venir de otra provincia, donde la forma de hablar y las costumbres no son las mismas, impone barreras para comunicarnos. Tener casi sus edades hace que te vean como a un hermano y no como profesor; esa desventaja es con el tiempo una ventaja en la relación, porque somos más afines en preocupaciones e intereses. Cuando ellos aprecian la manera de proyectarnos, una manera diferente a la que pensaban y fruto de la preparación, entonces se comportan y nos respetan como sus maestros.

José Alain: A nosotros nos enseñan a realizar un diagnóstico, a conocerlos diferenciadamente de acuerdo con la actitud, familia de procedencia e historial estudiantil. Tratarlos teniendo en cuenta sus personalidades favorece la comunicación y el respeto. Uno nunca puede apartar a un estudiante; al contrario, siempre debe apoyarlo en cualquier circunstancia, dentro o fuera de la escuela.

El método

—¿Cómo valoran la preparación?

José Alain: Ha sido buena, y más ahora que se ha intensificado y tenemos más tiempo, pues somos dos PGI por grupo, y uno da las asignaturas del área del conocimiento de las Ciencias y el otro las de Humanidades, aunque a mitad de curso intercambiamos las materias, es decir, si impartía Ciencias paso a Humanidades, y viceversa. Además, a los espacios establecidos, se adicionaron las ocho horas de preparación metodológica en la semana frente al tutor.

David: Nos ha permitido aprender y saber cómo transmitir los conocimientos. Nos enseñaron cómo autoprepararnos, porque al principio éramos muy dependientes. Eso es fundamental, porque solo una buena preparación te puede garantizar pararte con seguridad frente al aula.

Diversiones

—¿Gustos específicos? ¿Qué hacen en su tiempo libre?

David: Me gusta mucho la Informática; cada vez que tengo un tiempo trato de aprender algo nuevo.

José Alain: Realmente no tenemos mucho tiempo libre. En el poco de que disponemos, además de estudiar, me gusta escuchar música y cantar también. Al igual que el profe David, escribo discursos o escritos; tenemos algunos guardados por ahí. Bailamos porque somos jóvenes y somos cubanos. También me gusta leer, porque nos aporta conocimiento y nos ayuda en la ortografía.

En el espejo

—¿Cómo se ven a sí mismos tras estos casi cinco años?

José Alain: He crecido espiritualmente, en la forma de pensar y en mi actuación ante la sociedad. Si antes gritabas en la calle, ya no puedes hacerlo. Cuando uno es maestro tiene que ser ejemplo, con el traje puesto o sin él. Mi profesión me ha educado. Ya no somos los mismos, ni las personas nos ven igual.

David: Me he fortalecido como ser humano y como profesor. He aprendido a tomar decisiones para mi vida y a influir en la de los estudiantes. Ha llegado el momento en que he dado mis consejos a los mismos padres; los he ayudado en la forma de tratar a sus hijos. Me siento útil, realizado e importante.

Gratitud

—¿Los tutores?

José Alain: Son como nuestros padres y nos dicen «mis niños». Confían en nosotros; saben que nos dejamos ayudar. Nos guían y nos señalan las deficiencias. Si no fuera así no seríamos los que somos hoy. Tu mamá te llama y no dejan de darte el recado. Te enfermas y están atentos a ti. Se te rompe el pantalón y te dicen «tráemelo, que te lo voy a coser». Somos una familia.

David: Siempre han sabido reconocer el paso al frente que dimos y están muy orgullosos de que los sigamos como profesores. Es un intercambio muy bonito y profundo, tanto en el trabajo como en lo personal. Si tenemos algún problema tratan de ayudarnos y nos dan ánimo y confianza. Nos señalan las dificultades sin rodeos, pero no para hacernos sentir mal, sino para que mejoremos.

Contigo en la distancia

—¿Cuándo van a sus casas?

José Alain: Esperamos a los fines de año, que nos dan un pase a corto plazo, y al final del curso, ya en julio, que vamos a pasar las vacaciones allá.

—Háblenme de la separación del hogar.

José Alain: Es difícil, porque desde que nací había vivido con mis padres y nos separamos por primera vez. Hubo compañeros nuestros que no se acostumbraron y regresaron a sus provincias para seguir estudiando la carrera allá. A veces recuerdo a mi familia y me pongo nostálgico. Cuando me llaman, que cuelgan el teléfono...

David: Estar a tantos kilómetros y tanto tiempo sin vernos es triste. También lo es no ver a tu mamá que te despida por las noches y te dé un beso, o te prepare el desayuno por las mañanas. A veces los mismos regaños, las voces de los padres, la cuadra... son cosas que se extrañan. Cuando uno piensa que nuestra actitud los enorgullece, eso te reconforta. Pero en ocasiones me siento solo; nunca me acostumbro a la distancia.

Vanidades

—¿Cuál ha sido el momento más importante?

José Alain: Cuando dijeron que éramos los mejores PGI del centro.

David: Lo que más me gusta es cuando vas por las calles de aquí, aun vestido de civil, que los alumnos y a veces los padres te llaman profe.

La experiencia

—¿Cuál es la labor de ustedes?

María Esther: Acompañar al PGI en formación en todos los momentos de la vida, como estudiante y profesor. Apoyarlo en una reunión, en resolver una indisciplina, en cualquier problema de la cotidianidad. Se les ayuda a buscar soluciones sin negarles su participación, porque ellos son los maestros y tienen que estar preparados. Nos dicen «los viejos», «los mayores»; nosotros les aclaramos que somos los de más juventud acumulada.

Herminia: Nos reunimos con ellos en las preparaciones metodológicas, cuando se les dan las orientaciones. Luego se nos acercan con sus preocupaciones y dudas, porque cuando el estudiante de esta carrera comprende que el arma del profesor son sus conocimientos, te buscan en cualquier momento para continuar haciéndote preguntas.

Reciprocidad

—¿Qué han recibido de ellos?

Herminia: No le puedo explicar lo que sentí al escucharlos hoy aquí. Ellos siempre hablan de manera general, que se sienten bien, que han cambiado; es increíble con la profundidad con que han contestado todas sus preguntas; eso es una satisfacción nuestra. No se puede imaginar el apoyo que nosotras dos recibimos de estos muchachos cuando nos preparábamos para la Maestría. Se crecieron tanto que venían a darte sus opiniones, a ayudarte a teclear la tesis.

María Esther: Escuchar que reconocen el esfuerzo y la dedicación con que los preparamos; que se sienten protegidos, orientados y dirigidos... Eso me ayuda mucho a seguir mi trabajo.

Autodefensa

—La formación de los PGI ha generado dudas en algunos en la sociedad. ¿Qué visión tienen del programa?

María Esther: Defiendo con vehemencia a los PGI. Hoy en la mañana escuchaba un reportaje en la televisión en el que alguien hablaba de profesores en 15 minutos y no es así. Se forman en la escuela, que es una microuniversidad donde se combina el estudio con el trabajo. Han existido dificultades, pero también las hubo con nosotros cuando salimos a las aulas con la edad de ellos. La tesis de Herminita en los referentes teóricos aborda eso con mucha claridad: la gran mayoría de los cursos en la educación cubana han sido emergentes.

Ellos han realizado una labor titánica. Por tanto, en esta escuela tienen que ser respetados; hay que quitarse el sombrero cuando pasan. Los que se graduaron el curso pasado son muy competentes. Se hizo un llamado y van a cumplir sus tres años de servicio social aquí con nosotros.

Herminia: No es menos cierto que en los inicios hubo dificultades; se les veía como niños, sin una preparación acorde. Pienso que con el tiempo la opinión de la sociedad ha ido cambiando y se evidencia en los criterios que los padres tienen hoy sobre los PGI. El proyecto sí vale la pena y también ha madurado. Debe ser perfeccionado y de hecho algunas acciones ya se llevan a cabo, como es la mayor atención a la superación, el dúo cooperado y la especialización por área del conocimiento, además de las ocho horas de preparación metodológica dentro de la escuela.

En aquellos lugares donde persistan errores es porque los PGI no reciben la orientación adecuada. Esa es una responsabilidad de los tutores y del consejo de dirección. No se les puede dejar solos y se les educa desde el ejemplo.

Corazón

—En pocas palabras, ¿qué es ser maestro?

José Alain: Es un gran mérito. Son los encargados de enseñar a todas las personas.

David: Es una profesión muy importante. Es uno de los pilares para que cualquier país sea culto y justo.

María Esther: Algo grande. Es ser ejemplo, protagonista en la vida de muchos jóvenes. Para mí todo gira alrededor de mi profesión: la educación de mis hijos y de mis alumnos. No me imagino una sociedad sin nosotros.

Herminia: Ser maestro es mi vida.

En ese momento María Esther pidió a José que leyera un fragmento del libro Corazón. Y en la voz temblorosa del joven se escuchó:

«Ama a tu maestro, porque pertenece a esa gran familia de cincuenta mil maestros de primera enseñanza, esparcidos por toda Italia, que son como los padres intelectuales de millones de niños que crecen contigo (...) que preparan para nuestra patria una generación mejor que la presente. No estoy satisfecho del afecto que me profesas, si no lo tienes para con todos los que te hacen bien, entre los cuales tu maestro es el primero, después de tus padres. Quiérelo como querrías a un hermano mío; quiérelo cuando es justo y cuando te parece que es injusto; cuando está alegre y se muestra afable, y cuando lo ves triste. Ámalo siempre. Pronuncia siempre con respeto este nombre de maestro, que después del de tu padre, es el nombre más dulce que un hombre puede dar a un semejante».

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