Fausto Díaz Díaz. Para muchos septiembre este año ha sido diferente. Marcado por el paso de dos trágicos huracanes, el mes ha traído también la desaparición física de un entrañable compañero.
El combatiente de Playa Girón, Fausto Díaz Díaz, quien naciera un 18 de noviembre de 1943, nunca le temió a la muerte. Apenas con 14 años se convirtió en obrero grafico, y un poco más tarde, aún imberbe, ya integraba las Milicias Nacionales Revolucionarias como artillero de la Defensa Antiaérea. Con el turbión apasionado de su juventud salió a defender la tierra nuestra de los imperialistas en aquel legendario 1961.
Lo dio todo en la batalla, incluso sus piernas y uno de sus brazos, pero esto no impidió que Fausto siguiera —siempre con su uniforme verde olivo— en cada llamado donde fuera útil. Fue presidente de la Unión de Estudiantes Secundarios así como miembro del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), donde sus méritos le ganaron la orden José Antonio Echeverría.
El estudiante-combatiente, pese a sus limitaciones físicas mantuvo una vida activa y dedicada a honrar los principios de dignidad en los que creyó con todas las fuerzas. Estudió diplomacia y su perseverancia lo llevó a graduarse en cuatro especialidades.
Su altruismo y dedicación fueron premiados igualmente con otras condecoraciones como las medallas 20 Aniversario y Playa Girón.
Sus cenizas fueron depositadas junto a sus compañeros de lucha, en el panteón donde la patria rinde tributo a los caídos en la epopeya histórica de Girón.
Cuando se va un hombre como Fausto, repartido por su tenaz esfuerzo en el bienestar de muchos, uno recuerda con el Apóstol que la muerte no es verdad si se ha cumplido bien la obra de la vida.