EL desarrollo de la agricultura resulta vital para encarar la crisis alimentaria mundial, que en 2007 sumó a otros 50 millones de hambrientos, concluyó este lunes el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Jacques Diouf, en una conferencia magistral impartida en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.
La cifra pudiera incrementarse en 2008, pues muchos de los países más afectados, tras varios meses de crisis, han apelado a sus reservas presupuestarias y los hogares a sus ahorros. La crisis ha determinado también la explosión de protestas y disturbios en muchas de estas naciones.
El directivo de la FAO sostuvo que la gravedad de la situación actual también obedece al descuido que ha sufrido la agricultura en los países en desarrollo por parte de las instituciones financieras internacionales y regionales. El monto de inversión destinado a la agricultura, por concepto de ayuda oficial al desarrollo ha disminuido de un 17 por ciento en 1980 a tan solo un tres por ciento en 2006.
Por otra parte, Diouf señaló que el alza de los precios del petróleo, asociado a la política de concesión de incentivos del Primer Mundo, ha contribuido a que gran parte de las materias primas que se emplean para la producción de alimentos se destinen ahora a la producción de energía. Como resultado de ello, cien millones de toneladas de cereales se han sustraído del mercado alimentario para convertirlos en recursos energéticos.
El mercado energético ha podido modificar los sistemas agrícolas tradicionales e introducir «un paradigma completamente nuevo en la agricultura mundial», sostuvo el directivo senegalés.
En tanto, los elevados precios de los insumos agrícolas también han contribuido a ahogar al sector agropecuario. Los costos de algunos fertilizantes se han triplicado en lo que va de año, indicó Diouf.
Si no se adoptan medidas, los efectos serán más dramáticos dentro de 50 años, comentó Diouf, al asegurar que la población mundial, de 6 500 millones de personas, aumentará a 8 300 millones para el 2030, y a más de 9 000 millones para el 2050, y que esta explosión demográfica se concentrará en los países en desarrollo.
Igualmente alertó que aumentará la población urbana y se reducirá la rural, por lo que un menor número de agricultores tendrá que producir dos veces lo que han estado produciendo hasta hoy.
Al referirse a los efectos del cambio climático en la crisis alimentaria mundial, el directivo de la FAO señaló que este es un doble desafío para la agricultura. Si la temperatura se eleva a más de tres grados centígrados, la producción de alimentos tan esenciales como el maíz, podría disminuir entre un 20 y un 40 por ciento en zonas como África, Asia y América Latina. Además, se intensificarán las sequías y las inundaciones, fenómenos que causarán una mayor pérdida de las cosechas y el ganado.
El titular de la FAO abogó también por un desarrollo de la agricultura sobre bases sustentables y de respeto a los recursos naturales que se agotan, como el agua. En este sentido recalcó que más de 1 200 millones de personas viven en cuencas fluviales con una grave carencia de agua y la tendencia hacia una mayor escasez es preocupante.
Ante esta situación, señaló la imperiosa necesidad de aumentar los recursos financieros destinados a un mayor aprovechamiento de las tierras cultivables, la construcción de carreteras, instalaciones de almacenamiento, a la investigación científica orientada a mejorar la calidad de los productos, y garantizar el acceso a los alimentos.