Uno de los dos pintores que dibujó en la Novena Bienal de La Habana figuras legendarias de la mitología egipcia que casi todos los habaneros vieron en ambos costados del camello M-6, quiso dejar constancia gráfica del adiós que estos útiles transportes públicos le dieron a la ciudad, para ir a prestar servicios a la vecina provincia de La Habana.
Las fotos que trajo al diario José Ángel González Ávila, quien junto a Guillermo Ramírez Malberti trazara esos emblemáticos dibujos, tienen un valor doble: de historia-testimonio y de nostalgia, pues marcan la partida definitiva de la urbe de esos vehículos, que circularon durante trece años por sus calles.
El artista califica la partida de triste, porque «nos abandonaron definitivamente» y ya no serán testigos de nuestros trajines laborales cotidianos; y alegre, porque además de prestar apoyo a las necesidades aún insatisfechas de nuestros vecinos habaneros, han sido sustituidos por ómnibus nuevos, lo cual marca un momento de recuperación para el transporte citadino y de alivio para sus habitantes.
«Me enteré que era el último día de los queridos camellos y fui a despedirlos, con mi fiel cámara, para dejar constancia de la despedida y decirles adiós de manera artística a estos aún útiles ómnibus.
Ángel agregó otra noticia: Junto a Malberti, su compañero de aventuras escultóricas, se han propuesto hacerle un monumento al camello, en agradecimiento a las veces que cargó durante «12 años más uno» a gran parte de los cubanos en la capital.