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«Cuellos blancos» de rojinegro

La huelga revolucionaria de los trabajadores eléctricos, hace 50 años, fue expresión de que en las ciudades también palpitaba el Movimiento 26 de Julio  

Autor:

Juventud Rebelde

La prensa de la época reflejó el momento en que el Supervisor Militar de la Empresa Cubana de Electricidad, el teniente coronel J. Figarola Infante, tomaba posesión de su cargo, ante representantes del gobierno de turno y funcionarios de dicha empresa. Foto: Cortesía del entrevistado.

La huelga revolucionaria que protagonizaron los trabajadores eléctricos de la capital los días 21, 22 y 23 de mayo de 1957 demostró que los obreros de este sector no eran gente de cuello blanco, como no pocos pensaban, ni indiferentes a las preocupaciones de otros sectores de la Cuba de ese tiempo, que ya estaba levantada ante la represión de la dictadura batistiana contra todo aquel o aquello que les resultase «sospechoso», «incómodo», «contrario» a sus propósitos de servir a las apetencias del imperio y, por demás, que estuviese vinculado a las ideas «comunistas» del joven Fidel Castro.

Aunque la huelga, organizada por el Movimiento 26 de Julio en la Compañía Cubana de Electricidad, también conocida como Plantas Eléctricas, no logró su objetivo estratégico de apagar La Habana completamente —se logró días después, el 28 del mismo mes—, en lo táctico sí cumplió las encomiendas que la Dirección Nacional de esta importante fuerza les encargó: primero, bajar la presión que la dictadura ejercía sobre «los hermanos rebeldes que después del desembarco del Granma libraban una lucha sin tregua en la Sierra Maestra», y dar fe de vida del propio Movimiento en la capital. Y tales propósitos se cumplieron.

Ricardo Martínez Valdés, coordinador del Movimiento 26 de Julio en Plantas Eléctricas, contó a este diario que la primera vez que le hablaron de organizar una paralización del sector eléctrico fue tras la salida de Fidel y sus compañeros del Presidio en la entonces Isla de Pinos, y antes de la partida hacia México para organizar la expedición y el desembarco del Granma.

«René Rodríguez Cruz y Ñico López, alias el Flaco —futuros integrantes de la expedición— se reúnen conmigo, y en ese encuentro este último me encarga crear el Movimiento 26 de Julio en Plantas Eléctricas, con el fin de paralizar el sector en el mismo momento del desembarco de Fidel y sus compañeros. Esa reunión tuvo lugar en el primer trimestre o cuatrimestre del año 1956.

«Hicimos todos los planes para ello. Llegó el desembarco el 2 de diciembre de 1956, pero en La Habana no sucedió nada. No existían todas las condiciones. No obstante, un grupo de compañeros del Movimiento —Sergio González, Verdecia, Federico Bell Chor, Armando Franco, el que les habla, y otros más— nos reunimos para hacer algo. En ese momento se decidió realizar actos de sabotaje en instalaciones eléctricas, y se hicieron. Aunque nunca se desestimó la idea de realizar una huelga para lograr la paralización, algo que se hizo después».

ANTECEDENTES

Ricardo Martínez Valdés, coordinador del Movimiento 26 de Julio en la entonces Empresa Cubana de Electricidad. Foto: Roberto Morejón. La huelga del 57 no fue un hecho aislado. Fue el resultado de la paulatina toma de conciencia de los trabajdores eléctricos de la situación de la época.

Los documentos que Ricardo guarda celosamente confirman que el 13 de julio de 1950 se efectuó una polémica asamblea en el local que ocupaba el Sindicato de Trabajadores de Plantas Eléctricas en la calle Prado No. 615, dirigida por el presidente de la República, doctor Carlos Prío Socarrás, con el objetivo de desmembrar al Movimiento Unitario-Sindical-Clasista de los trabajadores y, auxiliado por un pelotón policíaco al que se le sumaron los delatores, se procedió a desafiar y desplazar a 13 trabajadores pertenecientes al Partido Socialista Popular que en aquellos momentos era la única organización sólidamente organizada dentro de la clase obrera eléctrica».

Pese a la represión imperante después del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, Cuba se estremece el 26 de Julio de 1953, con el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, liderado por el joven Fidel Castro.

La historia confirmó después que esa heroica acción marcó un cambio en el estado de cosas de la nación. Por primera vez, estudiantes, trabajadores y pueblo en general se juntan en torno a la idea necesaria de hacer algo para acabar con los desmanes de la dictadura de turno.

Y los eléctricos no hacen menos, advierte Ricardo. A finales de 1954, apunta, se funda y organiza en la capital el bloque llamado Comité Juvenil de Superación Sindical, integrado por jóvenes trabajadores de los sectores eléctrico, bancario, del comercio, de la construcción y de las artes gráficas, cuyo objetivo principal era luchar contra la política de Eusebio Mujal. En su mayoría, los integrantes del Comité eran miembros de la Juventud Ortodoxa, seguidores todos de la línea del joven Fidel Castro.

En opinión de Ricardo, la solicitud de amnistía para los revolucionarios que habían intervenido en los sucesos del Moncada constituyó un momento muy importante. Fue a principios del año 1955 cuando reunidos en asamblea general convocada por el Sindicato de Trabajadores de Plantas Eléctricas se acuerda, por unanimidad, solicitar la amnistía. «Los jóvenes de entonces sentimos una gran inspiración y admiración por la actitud de los asaltantes, y en especial por Fidel», recordó.

Por medio del Comité Juvenil de Superación Sindical, hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance, y en eso de mucho nos sirvió la labor propagandística en una hora radial que se transmitía todos los domingos de 10 a 11 de la mañana, a través de la emisora Onda Hispano Cubana, que salía al aire por los 1060 kilociclos. De esa «especial» contribución, Fidel le comenta a su hermana Lidia, en una carta enviada desde la prisión en la Isla de Pinos, el 14 de marzo de 1955. «Aún cuando siempre deseo conversar mucho, prefiero esperar los días de visita. En el caso de hoy me interesa particularmente decirte que el sábado 6 (se refiere al 6 de marzo de 1955) envié un telegrama a unos muchachos que organizaron un radio-mitin en la Onda Hispano Cubana a favor de nuestra libertad».

Nosotros formamos parte de ese grupo de «muchachos», me dice visiblemente emocionado Ricardo.

HUBO MOVIMIENTO Y HUBO HUELGA

Ricardo recuerda que el 12 de junio de 1955 se constituyó y oficializó nacionalmente el Movimiento Revolucionario 26 de Julio en la calle Factoría No. 62, en Centro Habana.

Posteriormente, en el año 1956, en un local de la calle San Lázaro, entre Crespo y Águila, propiedad del periodista Guido García Inclán, nace y se consolida de manera oficial el M-26-7 en la entonces Compañía Cubana de Electricidad, donde un significativo número de trabajadores se organiza en células clandestinas en todas sus dependencias.

El nacimiento estuvo presidido por Pedro Miret Prieto, Faustino Pérez y otros compañeros en representación de la Dirección Nacional del Movimiento.

Al tener noticias el «batistato» de que los eléctricos, como otros sectores sociales de entonces, también estaban organizados para la lucha, y que eran capaces de realizar cualquier acción para darle vida al Movimiento y mostrar su desacuerdo, el régimen recrudece su accionar, con el propósito de desmovilizar a los «agitadores» dentro de las filas del sector.

De las medidas que la dictadura implementó, nuestro entrevistado recuerda que el 23 de enero de 1957 sustituyen a Ángel Cofiño como presidente de la Caja de Retiro Eléctrico, lo cual provoca un movimiento de protesta y rechazo en todas las dependencias de la industria.

Como represalia —señala— la dictadura interviene el 12 de abril la Federación de Plantas Eléctricas y sus sindicatos provinciales. Entonces ya no hubo un minuto de tregua. Crear situaciones de crisis, provocar apagones, paralizar el sector e irse a la huelga marcaron el día a día de estos trabajadores.

Dice Ricardo que este momento se preparó muy bien. «En el caso de Plantas Eléctricas, la Dirección del Movimiento nos envió a Santiago de Cuba a finales de abril para entrevistarnos con Carlos Iglesias Fonseca, conocido como Nicaragua, jefe de Acción Nacional del MR-26-7 en funciones, por estar preso Frank País, con el propósito de coordinar allí las acciones y compromisos para el desarrollo de la huelga.

«La encomienda era armar un revuelo en la capital, con el abandono de los puestos de trabajo, que distrajera la atención de la dictadura sobre los compañeros de lucha que estaban en la Sierra», insiste Ricardo.

La dictadura responde con la militarización de la Compañía. El 22 de mayo de 1957 el Gobierno de Batista nombra al coronel Figarola Infante como supervisor militar de la Compañía Cubana de Electricidad, y militarizó todas sus dependencias. Según Ricardo —por entonces ya en la clandestinidad absoluta—, el interventor lanzó una campaña bajo la consigna: «todo el que vuelva a su puesto, lo conservará».

Como resultado de la intervención, y de la cobardía y traición de los máximos dirigentes de la Federación y los sindicatos provinciales de Plantas Eléctricas, no se logró el objetivo de retirar el servicio.

Interrogado sobre dónde se encontraba en el momento de la huelga, Ricardo responde: «Por la delación de un compañero, estaba preso. Antes, hasta que me fue posible, fui un trabajador eléctrico total por tradición. Entré a la Compañía el 30 de marzo de 1949. Tenía 18 años».

Orgulloso de la tradición de lucha del gremio, a sus 76 años de vida Ricardo no duda afirmar que «la huelga de mayo demostró, muy especialmente, la capacidad de convocatoria y movilización del Movimiento 26 de Julio, su principal organizador, y la rebeldía revolucionaria».

A pesar de que los representantes de la dictadura de turno la consideraron una huelga «ilícita», lo hecho por los eléctricos hace 50 años demuestra que no fueron ajenos a las acciones que condujeron tiempo después a la victoria definitiva del 1ro. de Enero.

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