Tiempo extra
Hay imágenes que hablan, que reclaman tu atención y una vez conseguida, te fuerzan a reflexionar. A ello me invitó días atrás la fotografía de la jugadora de baloncesto argentina Antonella González, quien, en pleno partido de su selección, amamantaba a su pequeña hija de solo 11 meses de edad.
La conmovedora escena, inmortalizada por un lente oportuno, no tardó en inundar el universo digital. Una repercusión que sorprendió a la jugadora base del conjunto Tomás de Rocamora argentino que interviene en la Liga Femenina de Básquetbol del país sudamericano.
La joven atleta aseguró que para ella se trata de algo común, que a sus compañeras de equipo no les resulta incómodo y agradeció los mensajes de apoyo recibidos, al tiempo que consideró que su acto puede motivar a aquellas atletas que piensan que después de un embarazo no se puede volver al deporte activo.
Como Antonella, otras mujeres deportistas han hecho valer su derecho a disfrutar de su maternidad sin renunciar a continuar practicando deportes y sin privar a sus hijos del deleite y los beneficios que para ellos significa la lactancia.
Por ejemplo, la jugadora profesional de balonmano Irina Pop fue noticia cuando en el descanso de un partido de su equipo, el club español Associació Lleidatana d´Handbol, aprovechó para alimentar a su bebé recién nacido.
La decisión de la atleta rumana, nacionalizada en República Dominicana y miembro del plantel nacional femenino de balonmano del país centrocaribeño, opacó por completo el buen desempeño que tuvo en el desafío de ese día, algo que demuestra lo poco habituados que, como sociedad, estamos ante un hecho tan hermoso como natural.
Desde 2016, Naciones Unidas reconoce la lactancia materna como un derecho humano para bebés y madres que debe ser fomentado y protegido; al unísono, existe y se defiende el beneficio que tiene toda madre trabajadora de alimentar a su hijo menor de dos años, independientemente de la labor que realice.
Sin embargo, en este sentido, mujeres de diversas especialidades atléticas continúan librando batallas a nivel mundial contra los tabúes y la discriminación, que han obligado a muchas a pensárselo dos veces antes de convertirse en madres.
¿Será que ser deportista no es una profesión?
Por fortuna, Cuba está a la vanguardia de las naciones que respetan las decisiones de sus atletas cuando apuestan por formar una familia.
Cada una de ellas, cubanas o no, demuestran luego con éxitos en sus respectivas disciplinas, que la maternidad es un acto de amor tan inmenso, como el que le profresan al deporte que practican.