La tecla del duende
Cuenta una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto, cuando en un punto del viaje, bastante cansados, uno atacó al otro. El ofendido, sin decir nada, tomó su bastón y escribió en la arena: «Hoy mi mejor amigo me tiró al suelo».
Después de un tiempo, continuaron su viaje por el desierto, hasta llegar a un oasis. Allí, se bañaron a voluntad, hasta que el amigo que había sido golpeado comenzó a ahogarse. El otro nadó hacia él y lo llevó a la orilla, sano y salvo. Fue entonces cuando el amigo rescatado tomó su grava y escribió en una piedra, rodeado de vegetación: «Hoy mi mejor amigo me salvó la vida».
El primero preguntó: «¿Por qué cuando te maltraté, escribiste tus sentimientos en la arena, y cuando te salvé escribiste en la piedra?» El otro respondió, sonriendo: «Cuando un gran amigo nos ofende, debemos registrar este daño en la arena, para que el viento del olvido y el perdón se encargue de apagarlo. Pero cuando un amigo nos hace algo grande, debemos registrar ese momento en la piedra de la memoria y el corazón, ¡donde ningún viento en el mundo puede soplar!».
Los verdaderos amigos no siempre necesitan hablar. No tienen que visitarse cada vez. Nuestros verdaderos amigos son los que se regocijan de nuestras victorias y son los primeros en solidarizarse con nuestras desgracias. (Enviado por Idadenia).
Un hombre vio morir a una serpiente quemada y decidió sacarla del fuego. Cuando lo hizo, la serpiente lo mordió y le causó un dolor insoportable. El hombre dejó caer la serpiente, y el reptil cayó de vuelta al fuego. Entonces, el hombre miró a su alrededor y encontró un poste de metal, lo usó para sacar a la serpiente del fuego y salvarle la vida.
Alguien que estaba mirando se acercó al hombre y le dijo: «Esa serpiente te mordió, ¿por qué sigues intentando salvarla?».
El hombre respondió: «La naturaleza de la serpiente es morder, pero eso no va a cambiar mi naturaleza, que es ayudar». (Enviado por Mayi).
Fula: En las avenidas de tu mente, solo puedo transitar con gusto cuando me aceptes como transeúnte. Karla.