La tecla del duende
La periodista y narradora Rosa Montero escribió hace algunos años esta intensa crónica de la que regalamos fragmentos. ¿En qué noche, con cuántos barcos ha de bregar nuestra suerte?
Una amiga mía, la escritora francesa Myriam Chirousse (...), me ha enseñado un dicho inglés que yo no conocía: ships passing in the night, barcos pasando en la noche. Se trata de una metáfora para describir los desencuentros que el azar procura; puede referirse a cualquier cosa, una amistad que no cuajó o un trabajo que no salió por pura mala suerte (...), pero por lo visto la frase se utiliza sobre todo para los asuntos sentimentales. Y sin duda es ahí, en el estremecido e incierto territorio del amor, en donde la imagen adquiere mayor emoción: es fácil visualizar dos grandes trasatlánticos cuajados de luces cruzándose en el mar, demasiado lejos el uno del otro, y perdiéndose lenta y majestuosamente en la noche oscura, sin haber tenido otro contacto que el eco lejano, casi idéntico, del ulular de sus sirenas. ¿Y por qué esta escena nos resulta más conmovedora si la dotamos de un contenido amoroso? Pues probablemente porque partimos de una viejísima leyenda profundamente hincada en nuestra conciencia: la ilusión del otro que nos completa, del alma gemela que supuestamente nos espera en algún lado, de ese ser tan idéntico a nosotros que podría ser nuestra consabida media naranja. Se han rodado decenas de películas románticas y se han escrito infinidad de novelas rosa abundando en la misma ñoñería (...) Y es el peso de esta leyenda lo que cargaría de tragedia el ciego entrecruzar de barcos en la noche. (...) La idea de la media naranja es un ensueño disparatado, pero también profundo y antiguo y poderoso, porque la pasión siempre es fusional, porque al amar queremos deshacernos en el otro, porque es fácil que te ciegue el espejismo de la semejanza con el amado. (...) ¡Cómo ansiamos que nuestros amados se nos parezcan! Si pudiéramos de verdad identificarnos totalmente con alguien, si consiguiéramos unirnos a ella o a él como el dedo a la uña, nos libraríamos de la terrible soledad existencial y de la muerte que nos espera muy dentro de nosotros, agazapada. (...). Queremos querer, necesitamos querer, y lo hacemos pase lo que pase. (...). En realidad, y a partir de una base mínima de compatibilidad, las relaciones dependen sobre todo de lo que uno haga con ellas. De lo que sepas dar y lo que hayas aprendido a esperar. Total, que no hay un solo trasatlántico en la noche. Digamos más bien que estamos instalados en mitad de una ruta oceánica, y los barcos vienen y van con las orquestas tocando confusa y ruidosamente.
A la punta del amor
Mañana, a las 6:00 a.m., de la ciudad holguinera saldrá la expedición A la Punta del Amor, con la que los ocurrentes visitarán sitios como el Yunque de Baracoa y Maisí. Tendremos reportes.
Deberíamos vivir tantas veces como los árboles, que pasado un año malo echan nuevas hojas y vuelven a empezar. J. L. Sampedro.