Los que soñamos por la oreja
Sin que de ello se hable mucho entre nosotros, el listado de compatriotas jazzistas que se ha colado a escala internacional en la nómina de los principales ejecutantes del género, resulta sencillamente impresionante. Lo más llamativo de lo que está ocurriendo, en mi opinión, viene dado porque se han roto los estereotipos que han signado por lo general la producción jazzística cubana y que la han circunscrito en lo fundamental al ámbito del jazz latino o jazz afrocubano, como otros prefieren llamarle.
Semejante enfoque reduccionista ha hecho que expresiones de este gran lenguaje sonoro, como pudiera ser, por poner un par de ejemplos, el free jazz y el jazz rock, entre nosotros apenas han tenido cultores en el pasado cercano. Por suerte, tal limitada orientación ha cambiado, según uno intuye a partir de buena parte de los fonogramas que van saliendo al mercado, tanto entre los músicos de jazz residentes en la Isla como entre los radicados fuera de esta.
Cuando uno empieza a buscar las raíces de la rica movida de la que por estos días somos testigos, uno de los primeros trabajos fonográficos que apunta al cambio en cuestión es el álbum debut como solista del destacado guitarrista René Toledo, otrora miembro fundador del grupo Afrocuba y uno de los artífices de que en 1978, al celebrarse en la Uneac un concurso para jóvenes agrupaciones de música popular, dicha banda fuese el ensemble victorioso, en virtud del altísimo nivel de la propuesta del colectivo en piezas como Eleggua, recordada composición de Toledo.
El disco titulado The Dreamer, publicado en la ya lejana fecha de 1992, encaja a la perfección dentro de los parámetros de lo que en el mercado internacional se conocía por entonces como light jazz, una tendencia que tiene sus raíces en el decenio de los 80 como un desprendimiento de la en extremo popular escena del jazz fusion y que se consolida en los 90 hasta llegar a ser una corriente sonora de moda, en virtud de su relativa rápida comunicación con el público no especializado en la materia.
Este CD de René Luis Toledo —perdón, debí decir René Toledo (como él ha preferido llamarse)—, así como un trabajo suyo de 1995, el fonograma denominado Mestizo, casi no han circulado en Cuba y durante años, los interesados en estar al tanto de las lides jazzísticas de los cubanos y en especial de nuestros guitarristas, infructuosamente intentamos acceder a ambas grabaciones. No es hasta fecha cercana y gracias a esa maravilla que resulta internet, que los dos álbumes han aparecido colgados gratuitamente en algunos sitios de la red y de tal suerte, en la Isla hemos podido por fin disfrutar de ellos.
En el caso específico de The Dreamer, es significativo que René Toledo renuncia aquí a la utilización de la guitarra eléctrica, instrumento con el que ha participado como sesionero en una gran cantidad de grabaciones. Así, él escogió para su ópera prima desempeñarse con una guitarra acústica y con cuerdas de nailon.
En sentido general, en lo que fue su ópera prima, Toledo se decanta por una propuesta fresca, fácil de digerir por la audiencia y donde se renuncia a las largas improvisaciones y excesivas muestras de virtuosismo típicas del género jazzístico en cuestión. El repertorio incluido en The Dreamer se arma con temas cercanos a la música instrumental de carácter popular, lo cual no significa que no haya espacio para que los músicos que lo acompañan en esta aventura, así como el propio protagonista del álbum, desarrollen solos llamativos. De acuerdo con lo anterior, uno de los instrumentistas que sobresale en el material, es el pianista Michael Orta, colaborador de Toledo también en el disco Mestizo.
A través de las diez piezas compiladas en la grabación, además de René Toledo y el aludido Michael Orta, participan Orlando Hernández Jr. en la batería y la percusión, el bajista Nicky Orta, Richard Eddy «Edito» en los teclados y el percusionista Anselmo Febles, viejo amigo y colaborador de Toledo desde la segunda mitad de la década de los 70. Aunque en el CD todo se hace de forma en extremo comedida, acorde con los parámetros del light jazz, no hay falta de vitalidad ni de energía en The Dreamer, como lo demuestran temas como South beat, Sunburst, Glasgow’s waltz y en especial, el que da nombre al fonograma, o sea, The Dreamer, mi corte favorito en la producción.
Disco pionero en el cambio que en los últimos años ha vivido el jazz hecho por cubanos, sin grandes alardes técnicos ni excesos de virtuosismo, deja a las claras que entre los jazzistas procedentes de esta Isla, René Toledo, o René Luis como siempre le conocí, es uno de nuestros guitarristas imprescindibles, tanto en la versión eléctrica como en la acústica del instrumento de las seis cuerdas.