Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

Abracadabra

Uno de los grandes músicos de la generación que irrumpe en el panorama sonoro cubano en el decenio de los 80 es el flautista, tecladista, compositor y arreglista Oriente López. La primera vez que lo escuché fue en febrero de 1980 en el teatro de la casa de cultura de Calzada y 8, a propósito de lo que sería el embrión del festival Jazz Plaza. Éramos apenas unos adolescentes y, mientras yo cursaba el preuniversitario, él formaba parte de un octeto instrumental integrado por estudiantes de la Amadeo Roldán, en el que también figuraba Gonzalo Rubalcaba. El impacto de la audición de lo llevado a cabo por aquellos muchachos durante su presentación ha hecho que nunca olvidase ese concierto.

Después seguí su trayectoria no solo como parte de Afrocuba, banda con la que hiciera discos memorables al corte de Dile que vuelvo, Eclipse de sol y Sobrevolando o los registrados junto a Silvio Rodríguez, es decir, Causas y azares y Oh, melancolía, sino también en su quehacer como integrante del grupo vocal Cohesión o en un dúo de música de cámara con la pianista María Dolores Novás y con la que interpretase obras como Sonata para flauta y piano, del compositor Andrés Alén.

Fuera de Afrocuba, Oriente ha continuado una brillante carrera, en la que ha colaborado con músicos de la talla de la violinista Regina Carter, los cantautores Paul Simon y Fito Páez, el contrabajista Charlie Haden y el ya mencionado Gonzalo Rubalcaba, y ha editado distintas producciones fonográficas a su nombre, como Orientations (para piano solo) y Aguas profundas (con formato de quinteto).

Gracias a la iniciativa de nuestra amiga común Olguita Díaz, destacada productora de espectáculos musicales, López me ha hecho llegar su más reciente disco, el álbum titulado Abracadabra. Y como que en la vida las piedras al rodar se encuentran, para mi sorpresa este es un trabajo hecho a partir de musicalizar textos de la poeta y dramaturga Ana Mireles, otra vieja conocida mía desde que allá por 1980 compartíamos en el taller literario del pre Saúl Delgado, conducido por el recordado profesor Oropeza.

Lo primero que me viene a la cabeza al escuchar este CD de Oriente López es que el mismo representa un perfecto ejemplo del proceso que hoy vive buena parte de la música cubana, en la que —sin perder nuestras raíces— en sus representantes de avanzada se nota cada vez con mayor fuerza una proyección de corte transnacional. Así, lo afrocubano lo encontramos aquí con notable presencia. También se dejan apreciar las huellas del bolero, el son, el pregón, nuestra música popular bailable y la contagiosa conga santiaguera.

Sobresale en el material la gran cantidad de músicos cubanos que de diferentes generaciones y disímiles estilos graban en el disco, unidos en función de la obra compuesta por este habanero nacido en 1962. Igualmente, de entrada, en Abracadabra atrapa la factura de los textos, todos escritos por Ana Mireles o Ana Margarita, como siempre la he nombrado desde que nos conocimos.

A través de los 16 cortes del CD se ratifica el talento de Oriente como orquestador, quien sabe arreglar para que siempre resalte el trabajo de la voz solista y a la par, el quehacer de los músicos de respaldo, no limitados a un simple desempeño como acompañantes, sino que se dirige a realzar los valores propios y la personalidad de los instrumentistas, aunque no sean un grupo estable, como ocurre en este caso.

El álbum abre con la pieza Saltos en la escalera, interpretada por Pavel Urquiza con la maestría que le caracteriza. En el tema intervienen entre otros el baterista Jimmy Branly, el batalero Mauricio Herrera, el saxofonista Carlos Averhoff, y el percusionista Román Díaz, encargado también de los rezos yorubá. El corte, en el que López se ocupa de los teclados, me evoca cierta etapa de Afrocuba, sobre todo por el arreglo de la cuerda de metales.

Uno de mis momentos favoritos en el álbum es Abracadabra, en la voz del gaditano Javier Ruibal, alguien muy unido a los músicos cubanos y que aquí asume la composición de Oriente como si fuera suya. De las sorpresas que nos depara el tema debo mencionar la intervención del sobresaliente bajista villaclareño Luis Manresa, así como el fragmento interpretado por Bárbara Martínez. Preciosa la coda de la pieza, en la que destaca la corista Glenda del E.

En la nómina de los cortes de la grabación están entre otros Peregrino, interpretado por Oriente López como solista vocal, Cálido amargo, a cargo de Leslie Cartaya (recuerdo cuando la escuché en una de las emisiones del Jojazz, en la que resultó una de las galardonadas), Obá iré, con Mayito Rivera como figura frontal, El dulcerito llegó (Javier Porta), Baja la candela (Alain Pérez), En fin, el mar (Malena Burke me hace evocar aquí por instantes a su madre Elena), Mi tátara (Kelvis Ochoa), Pasaste por aquí (Gerardo Contino), Aterriza (Yamila Guerra), Herida de pena, asumida por Magilee Álvarez (una de las vocalistas cubanas más maduras en su generación y que debería ya grabar disco propio) en hermoso dueto con Oriente, y Arrollando el carnaval, deliciosa conga interpretada por Ángel Bonne, quien además va soleando con el clarinete como si fuera una corneta china.

Disco en el que intervienen, entre otros compatriotas, Igor Arias, Calixto Oviedo, Mario Lino Fernández, Jorge Bringas, Julio César López (Pachy), Yunior Terry, Omar Puente, Yuniel Jiménez, Fernando Favier, José Gola, Conrado García (Coky), Luis Felipe Lamoglia… Por la factura alcanzada está en el listado de lo mejor editado por los cubanos en materia de música en el presente 2016.

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