Los que soñamos por la oreja
«…Nada creído o dudado; cerebro sobre corazón, superficie: ningún sitio odiando o de temer; sombra, mente sin alma. Solo cuan inmensurables frescas llamas del hacer; solo cada otro construyendo seres siempre distintos de mutua apertura enteramente; solo vivo.
«Siempre ella la respuesta hermosa que hace una más hermosa pregunta».
He reproducido fragmentos de un texto del poeta estadounidense E. E. Cummings, figura en torno a la cual la pasada semana se llevó a cabo en La Habana un inusual espectáculo para nuestro contexto, armado a partir de poemas suyos musicalizados por la compositora e intérprete británica Sue Herrod. No es exagerado de mi parte afirmar lo anterior, pues últimamente no abundan por acá en lo musical propuestas que se muevan por los terrenos de la experimentación artística y la vanguardia sonora.
Nacido en Cambridge (Massachusetts) y con estudios en la Universidad de Harvard, Edward Estlin Cummings (1894-1962) es valorado como uno de los grandes poetas del siglo XX. Su obra creativa, realizada tanto en los terrenos de la poesía como en los de la plástica, tiene un contenido emocional que en ocasiones pudiera parecer cínico, pero en lo fundamental es de profundo lirismo.
Por su parte, Sue Herrod (radicada en Cuba desde hace más de diez años) es alguien que apuesta por un proceso híbrido al concebir la música. Recuerdo que en diciembre de 2010, ella fue protagonista de un concierto efectuado en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes. Tuve el inmenso placer de asistir a aquella función, en la que la artista se hizo acompañar por instrumentistas estadounidenses y cubanos, para entregar al público una propuesta en la que podían escucharse elementos de trip hop, bristol acid rap y pop alternativo, en una riquísima amalgama de sonidos atmosféricos y ambientales.
La impresión que me llevé en la aludida presentación, fue que la estética de Sue Herrod se relaciona con el performance como forma de expresión. En dicho sentido, el empleo que hace en los espectáculos de elementos como recitativos, canciones hipnóticas y reflexivas, y de representaciones visuales a manera de complementar el discurso musical, me hacen evocar el quehacer de Laurie Anderson, particularmente la registrada en fonogramas como Big Science (1982), Mister Heartbreak (1984), el CD ROM multimedia The Puppet Motel (1995), así como su colaboración con Philip Glass (el maestro del minimalismo) en el disco Songs from Liquid Days (1986).
Con tales motivaciones me fui el jueves 21 al teatro Karl Marx, cuyo escenario se transformó en una suerte de «teatro arena», con capacidad para 250 personas, lo cual le posibilitaba al espectador disfrutar de una intimidad cómplice con los artistas. A semejante atmósfera envolvente, ideal para apreciar paisajes sónicos fragmentados, se añadía el concepto visual de la puesta, en el que intervinieron Idania del Río, Mauricio Abad, Luis Carlos Benvenuto Solás y Olivia Prendes.
Con un repertorio que abarcó 13 can-ciones interpretadas por Diana Fuentes, la mayoría de ellas fueron acompañadas por los pianistas Aldo López-Gavilán y Darío Martín (como siempre, ambos estuvieron brillantes). En algunos de los temas se incluyó el respaldo de un cuarteto de cuerdas y/o apoyatura de una pequeña formación vocal, así co-mo en tres de las piezas se usó una ban-da sonora con códigos entre la electroacústica y la electrónica, y donde se echó mano a sonidos fracturados, naturales y efectos digitales de programación.
En relación con el desempeño de Diana Fuentes, volví a corroborar que ella es mucho más que lo que se percibe en su disco Amargo pero dulce y que es capaz de interpretar música de otros requerimientos técnicos y artísticos, al corte de esta de Up into the silence, obra en la que Sue Herrod coquetea con elementos de remarcada espiritualidad, en la línea de gentes como Björk.
No quiero concluir sin mencionar a los restantes participantes en este notable espectáculo, es decir, Denis Peralta (director musical), Omar Pérez López (traducción), Darsi Fernández y Yoana Grass (producción), y Kerstin Hernández y Yasser Lago (promoción y RR.PP.), quienes en conjunto hicieron de la obra de Sue Herrod algo para recordar.