Frente al espejo
«José Alejandro Rodríguez: Las cuatro palabras del título de su columna Acuse de Recibo (Porque estamos en Cuba, 13 de noviembre) me martillan furiosamente la cabeza. Siento una mezcla de rabia, desprecio y tantos otros sentimientos afines hacia esa infeliz dependienta en la cafetería El Rápido, de Santa Catalina y Vento, que opté por escribirle este mensaje.
«Yo sí “hice el día y la noche” con esta errática empleada (retomando sus palabras). Perdóneme si lo hago a menudo en estas líneas, pues la copa se ha ido llenando de “erráticas” empleadas, jefes y jefecitos que nos ignoran. Y duele, porque en nuestro país se invierten recursos millonarios para que empleadas como esa, o estos, u otros, puedan vivir y trabajar dignamente, y se les capacita para que ofrezcan un servicio óptimo, un trato exquisito.
«Nací en el 59 y no viví la otra Cuba, pero mis padres sí la vivieron en carne propia y desde que aprendí a caminar, a hablar, fui aprendiendo a la vez qué tenemos y por qué lo tenemos. Esa empleada, ¿habrá querido aludir al calor como causante del derretimiento del helado que vendió, o su respuesta entraña juicios más profundos acerca de un servicio digno, como una especie de fatalismo socioeconómico? Eso no la exonera.
«Y me vuelvo a sumar a usted: no pretendamos la justicia súbitamente emprendiéndola con una empleada. Y agrego de mi cosecha: son muchos los equivocados, que no responden así —“porque estamos en Cuba”—, pero lo miran a uno de arriba a abajo y te dicen más que eso con los ojos.
«Le retomo nuevamente: Porque estamos en Cuba no podemos aceptar el maltrato y la insensibilidad despachándose a diestra y siniestra. Porque estamos en Cuba hay que resolver con urgencia la desidia, y extirpar las profundas causas que provocan el desinterés hacia el trabajo en la gastronomía o en cualquier otra actividad humana...». (Mercedes de la Cruz)
«Osviel: No sabes cuánto esperaba que alguien hablara sobre el tema que abordaste en tu comentario Amor al vidrio (Osviel Castro Medel, 2 de noviembre).
«Te cuento una anécdota reciente. Llegábamos a la inauguración de un edificio ciertamente precioso en el mismo centro de la ciudad, y se me acercó una funcionaria y dijo: “En cuanto lleguen los de la TV, me avisan... que ya me tienen nerviosa”.
«Más de una vez hemos vivido lo que contaste en tu artículo. Arbitrariamente se considera que la única “prensa” es la TV. También está lo que mencionabas, la necesidad de algunos de verse, sobre todo en el noticiero estelar, pues necesitan legitimar su trabajo ante el nivel central...». (István Ojeda Bello, periódico 26, Las Tunas)
«Soy una fiel seguidora de Palabras que van y vienen (Celima Bernal, martes, página Cultura). Me gusta mucho el trabajo que se realiza en dicha sección. Soy de las personas que creen que la forma en que hablemos, dice mucho de nuestra personalidad, carácter y educación». (Elizabeth Ochoa Peña, estudiante de Ingeniería en Telecomunicaciones y Electrónica, Universidad de Oriente)
«Estimado señor Luis Luque: vivo muy cerca de Casal di Principe —pequeño pueblo de la región de Campania, al sur de Italia— y le digo que el libro de Roberto Saviano no tiene secretos para nadie aquí (La Camorra busca a un escritor, 20 de noviembre). Él no fue el primero en escribir sobre ese tema, que se ha abordado en muchas películas aunque nunca se amenazó a nadie. Los periodistas sí sufrieron amenazas, y a algunos hasta los mataron, pero escritores y directores no. De veras no me doy cuenta por qué pasa con Saviano.
«Usted se pregunta cómo puede ocurrir esto en un país desarrollado como Italia. El libro de Saviano es una gota de agua. La respuesta la puede buscar en el sitio web de un periodista llamado Marco Travaglio, quien sabe todo y dijo todo acerca de nuestro Primer Ministro Silvio Berlusconi. Si acaso decide investigar sobre Berlusconi y no tiene un estómago fuerte, le aconsejo que se emborrache. Le deseo buen trabajo y un buen día». (Antonio Espósito)
«Felicidades a la sección Los que soñamos por la oreja en sus 20 años de edad. Soy un seguidor de los artículos y opiniones de Joaquín Borges-Triana; sus trabajos son una de las razones fundamentales por las que leo JR. Gracias por la entrevista realizada por motivo del cumpleaños (El que más sueña por la oreja, Kaloian Santos Cabrera, 15 de noviembre)». (Mickey Garrote)
Y una interesante observación nos llega del lector Eduardo Mora Maestre —secretario de la Cátedra de Estudios sobre Discapacidad perteneciente a la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana—, a partir de la lectura de una información publicada en nuestras páginas.
Eduardo nos exhorta a no emplear la errónea denominación de «discapacitados». «Lo correcto, amplía, es decir “personas con discapacidad”, por cuanto ellas solo tienen una discapacidad, la cual no los invalida totalmente. Este error se repite constantemente en la prensa cubana, y lo señalamos para que en lo sucesivo puedan tenerlo presente», concluye.
Y uno, que continúa aspirando a que el periódico sea una creación colectiva, agradece porque sabias recomendaciones como esta tengan su lugar en nuestras páginas.