Acuse de recibo
Cinco meses estuvo ahorrando Iván García Gutiérrez allí en su hogar, el apartamento 42 del Módulo 3, en el reparto Pastorita de la ciudad de Cienfuegos. Cinco meses de sacrificio como muchos cubanos, restringiendo gastos para comprarse una goma para la moto. Y cambiando CUP por divisa, en el «mercado cambiario» callejero.
Tuvo que velar bastante tiempo para cuando llegaran gomas. Y al fin el pasado 14 de septiembre, a las 3 y 46 de la tarde, pudo comprar la dichosa goma con su cámara por 31 MLC en la tienda Juraguá, de la cadena Cimex. Que no siempre las hay. Estaba feliz como un niño con su nuevo juguete. Eufórico con su neumático, después de tanto esfuerzo. Al fin…
Ya en casa, al momento de montar la goma en la llanta, fue la terrible evidencia: la cámara tenía un hueco. Al siguiente día por la mañana, Iván estaba ya en la tienda Juraguá. El joven dependiente que le había atendido lo reconoció y procuró al comercial de la tienda, quien a estas alturas, en un país donde todo es tan difícil de adquirir en medio de la escasez, donde debía haber un celo especial por protegerle al consumidor lo poco que obtiene, le dijo al dependiente que eso no tenía devolución alguna ni nada se podía hacer.
Fue cuando Iván tuvo que contar hasta diez y respirar profundo para contener la ira que estallaba desde sus entrañas. Pero no pudo. «¡Es una estafa!», le espetó en medio de su acaloramiento.
«¿Dónde está mi derecho como consumidor?», cuestiona en su carta, ahora con impotencia. «Obtener 31 MLC es un sacrificio que no hay palabras para describirlo. ¿Cómo es posible este tipo de maltrato, dada la situación que tiene el país? ¿Quién da una respuesta, aunque sea consoladora a un consumidor que estuvo más de cinco meses reuniendo y velando que entrara el producto para comprarlo. ¡Me estafaron y necesito que den una respuesta!», manifiesta.
Y uno se pregunta, contagiado del dolor de Iván, cómo es posible que se irrespete tanto el derecho del consumidor cubano, su constancia y privación para reunir 31 MLC así como si nada; con tanta tranquilidad y parsimonia.
A contrapelo de quienes emigran desde el interior del país a la capital, Felipe González Núñez, habanero del barrio de Luyanó, se trasladó años atrás a vivir en la ciudad de Santiago de Cuba. Y ahora pretende volver a su ciudad.
Y ahora, por equis asunto que no tiene por qué revelar, pretende retornar a su ciudad natal. Tal es así, que puso en venta su apartamento en Santiago de Cuba, el número 2 en la escalera C, en el edificio 35 de Micro 2, reparto Abel Santamaría.
Y con tan buena suerte, apareció una familia interesada en comprarle el apartamento, antes de que concluya 2023. Por ello, lo primero que hizo fue tramitar la gestión última: la mudada de todas sus pertenencias ¡de Santiago hasta La Habana! Se personó en la terminal ferroviaria de Santiago, y allí se sorprendió con la mala nueva de que el servicio expreso… ¡ya no existe!
«Es para desmayarse allí mismo, afirma en su carta. ¿Por qué han retirado ese servicio, tan necesario para el pueblo. En los días venideros hasta diciembre, vendo mi apartamento con todo legalizado. ¿Cómo traslado mis pertenencias para La Habana? Espero una respuesta convincente, porque ya estoy hasta nervioso», concluye.
Y este redactor solo añade lo que evidentemente Felipe no expresa, pero sí debe estar pensando: ¿Cuánto le costará una mudanza en un camión particular desde Santiago de Cuba hasta La Habana? ¿Por qué el Estado se retira de ofrecer un servicio tradicional y tan necesario, que además sirve como una vía más de ingresos?