Acuse de recibo
Alberto Álvarez Suárez (calle 174, no. 121, entre 1ra. y 3ra., reparto Flores, Playa, La Habana) refiere que nada se ha resuelto en el edificio donde vive, desde que el 13 de mayo de 2019 entregara su queja por escrito en las sedes del Gobierno, el Partido y la Dirección de la Vivienda en su municipio.
Y el reclamo era urgente, porque ya se registraban desprendimientos sistemáticos de partes del alero de la azotea del inmueble; los que han continuado en estos dos años y medio.
Recuenta que después de las quejas escritas, pudo reunirse con el presidente del Poder Popular en Playa, y con la funcionaria de Atención a la Población allí. Igualmente, conversó telefónicamente con el hoy intendente del municipio. Tuvo también un encuentro con la funcionaria del área de Inversiones de la dirección municipal de la Vivienda, y se planteó en la asamblea de rendición de cuentas del delegado de la circunscripción.
Ya han recibido la visita de cuatro inspectores, cada uno de los cuales testifica el peligro inminente de que causen una desgracia humana tales desprendimientos, por el tamaño y la altura desde donde caen.
En el propio 2019, plantea, nuevamente acudió a entrevistarse con la funcionaria de Atención a la Población del Gobierno municipal, quien le expresó que ellos dan respuesta si los organismos u organizaciones responden al efecto.
«Con el apoyo de la secretaria de la Asamblea Municipal del Poder Popular de Playa, dice, sostuve a fines del pasado año otro encuentro con el intendente, con resultados nuevamente insatisfactorios, señalándome que nuestro caso no se encontraba en el plan de 2020, y que no había recursos suficientes. Y, a su vez, el delegado de la circunscripción me ratificó que esa inversión sí estaba en el Plan».
Alberto acudió a la Fiscalía municipal, donde fue muy bien atendido por la fiscal Albis, la que redactó una carta que enviaría a los organismos pertinentes y la sometió a su conformidad. Pero en los contactos posteriores, ella le ha expresado que, aún con sus reiterados encuentros y comunicaciones no tenía respuesta alguna.
«Me pregunto si tendremos que esperar a que suceda un hecho desagradable para que se valore la urgencia y la necesidad de acometer la reparación del alero», concluye Alberto.
La doctora Lisbey Suárez Maro (bloque 6, casa 41-B, reparto Félix Salabarría, Trinidad) adquirió una vivienda con ingentes sacrificios y esfuerzos. Y cuando su esposo fue a la Empresa Eléctrica en febrero del actual año, para solicitar su electrificación, le dieron un número en la lista y le indicaron que debía esperar.
Desde entonces, ambos se han dirigido en varias ocasiones a la empresa, y la respuesta siempre ha sido que hay que continuar esperando, pues los recursos son limitados. Les refieren la no existencia de cables y de metros contadores. Han llamado al departamento de Atención al Cliente de la entidad, y la respuesta no ha variado: esperar, esperar…
«Llevo siete meses en la espera, y hay que continuar porque se están electrificando las viviendas que solicitaron el servicio hace más de un año. Sé que existen muchas limitaciones en nuestro país, pero no creo que sea justo que tenga que esperar más de un año para poder vivir con electricidad, agrega.
No es la primera queja de tal índole que llega en los últimos tiempos. Sea cual fuere la causa del asunto, amerita que la Unión Eléctrica brinde una información exhaustiva al respecto, y que también «alumbre» sobre qué perspectivas hay de ir solucionando esa carencia. Porque viviendas nuevas se seguirán construyendo, pues para ello hay un Programa Nacional.