Acuse de recibo
Desgastada, escribe Julia Salas Salazar (Santa Ana 361, entre Reforma y Guasabacoa, Luyanó, 10 de Octubre, La Habana), una señora de 77 años damnificada por el tornado del 27 de enero pasado en la capital. Cuenta que días después de aquella tragedia, ella reportó a la oficina de trámites ubicada en el combinado Pepe Barrientos, la afectación en los techos de los cuartos y el comedor.
La primera visita fue un mes después, de un técnico de la construcción. Diagnosticó que los techos ofrecían peligro de derrumbe, y solicitó la visita de un arquitecto. Tras dos meses y medio, y sin poder trabajar Julia, fue el arquitecto, y después un ingeniero civil. Ambos dijeron que los techos tenían peligro de colapsar. Y desde entonces se han producido derrumbes parciales en la cubierta.
Por sugerencia de la delegada del Poder Popular, Julia solicitó un crédito en el Banco para la compra de los materiales. Y en tres meses logró adquirir todos los requeridos para demoler y tirar placa.
Tras varias visitas a la Dirección Municipal de la Vivienda de Diez de Octubre, se entrevistó con un funcionario llamado Miguelito, quien le dijo que había sido mal orientada y que no debía haber comprado materiales. Que su caso merecía un subsidio desde el primer momento.
Daisy visitó varias veces la sede del Gobierno municipal y pudo contactar con el vicepresidente del CAM Francisco Madam Gómez, quien fue a su hogar y comprobó personalmente en las condiciones que estaba viviendo. Convencido del peligro que corría la señora, Madam decidió solicitar a la Vivienda que le pusieran una brigada de construcción para la obra, pues Julia carecía de recursos y condiciones para realizar la demolición y tirar la placa.
«Después de tantas idas y venidas con el vicepresidente Madam, afirma, aún no se ha logrado que se designe la brigada prometida. Los materiales están en mi casa. El cemento se endurece, y siguen los derrumbes parciales. «Increíblemente Madam me plantea ahora que no puede dar solución a las viviendas particulares. ¿Cómo resolver este problema que atenta contra mi salud y mi vida? ¿Será posible que mi problema sea resuelto y los materiales, sobre todo el cemento, sirvan para el momento en que hagan la obra? Ojalá la solución no llegue con una desgracia.
«¿Lo que me está pasando se corresponde con lo que plantea nuestro Presidente, quien insiste en los controles y atención a los afectados por el tornado que quedan pendientes?», concluye Julia.
Alberto Portabella Mayoral es un español de 80 años, con residencia permanente en Cuba, quien vive en Calle 10 no. 4902-A, entre 49 y 51, en el reparto Abel Santamaría de Nueva Gerona, Isla de la Juventud. Y cuenta que se sometió a una intervención quirúrgica en la próstata. Después le prescribieron un medicamento no disponible hoy en Cuba. Y solicitó a su familia en España el fármaco.
El pequeño paquete fue impuesto en Sitges, Barcelona, el 19 de octubre pasado, y ya estaba en La Habana el 30 de ese mes. Pero, a pesar de las constantes reclamaciones de Alberto en el correo de Nueva Gerona, sigue sin recibirlo. Está en la Central de Correos de La Habana, sin ser enviado para la Isla de la Juventud. «O sea, dice, tardó 11 días en llegar a La Habana, y allí lleva aún paralizado más de mes y medio».
Según comentaron a Alberto, su caso es poco para los retrasos en el envío de La Habana a la Isla de la Juventud, que puede durar varios meses. Ha planteado en el Correo de Nueva Gerona la posibilidad de ir a La Habana a recogerlo. Y le dicen que no: la normativa expresa que debe recibirlo en el Correo de Nueva Gerona.
«Ellos mismos, acota, me han facilitado cuatro números de teléfono de Atención a la Población de Correos de Cuba en La Habana para la reclamación. Y tras continuos intentos, a todas las horas, nunca me han contestado».
Alberto está consciente de los problemas de transporte entre La Habana y Nueva Gerona, pero cree injustificada esa gran demora, teniendo en cuenta que se trata de un pequeño paquete de unos gramos.
«Sé perfectamente todos los problemas que sufrimos a causa del bloqueo, pero... en muchas ocasiones el bloqueo lo provocamos nosotros mismos», concluye.