Acuse de recibo
Cuando en 2016 Daymi Verdecia Oyarzabal, allá en el municipio santiaguero de Contramaestre, le sirvió de fiadora de un crédito bancario a su compañero de trabajo Rodisney Marrero Naranjo, no previó que su gesto de solidaridad y confianza no iba a ser correspondido.
El pasado 23 de marzo, Daymi contó aquí que un día Rodisney abandonó su empleo, y el Banco comenzó a descontarle a ella el pago del crédito. Daymi entonces se entrevistó con él, quien le dijo que estaba apenado con ella, que le diera un mes para pagarle. Y ella le aclaró que aparte de devolverle el dinero descontado, tenía que comenzar a asumir la deuda del crédito con el Banco. Pero el mes se convirtió en uno y otro de deudas…
«Han pasado diez meses, refería, y me siguen descontando un dinero que no disfruté. Soy madre de tres niños, de nueve años, cinco años y seis meses de edad. ¿Habrá alguna fórmula legal que lo obligue a pagarme todo ese dinero descontado, y pagarle el restante al Banco, o tengo que resignarme a pagar 15 000 pesos que disfrutó otro…?».
Al respecto, responde Horacio R. Navas Fernández, presidente del Banco Popular de Ahorro (BPA), que el crédito de marras, para adquisición de materiales de construcción, fue formalizado el 6 de julio de 2016 en la sucursal del BPA en Contramaestre a nombre de Rodisney, y en este, al igual que Daymi, también sirvió de fiador Rey Noel Delís Barrero.
Precisa que Rodisney cumplió con sus amortizaciones mensuales hasta mayo de 2016, cuando se desvinculó de su centro laboral, al igual que el fiador Rey Noel. El BPA hizo gestiones con los familiares de Rodisney para localizarlo y aclarar la situación. Y solo supo por medio de ellos que se había trasladado a La Habana, sin vínculo laboral estable ni cambio de dirección. E igualmente sucedió con el otro fiador. Y por ello, a partir de julio de 2018, se comenzó a afectar los ingresos de Daymi.
«Cuando una persona acepta ser fiador de otra que está negociando la obtención de un crédito bancario, señala Navas, firma un contrato de pignoración de ingresos personales con la sucursal del Banco que está negociando el crédito. Y dicho contrato establece que el fiador autoriza irrevocablemente al Banco a que le debite mensualmente de su salario, o de otros ingresos periódicos que este reciba, los importes correspondientes a las amortizaciones del principal, más intereses del financiamiento garantizado.
«Posteriormente el Banco logró establecer contacto con Rodisney, quien firmó un compromiso de pago al encontrarse sin vínculo laboral, lo que no ofrece seguridad alguna en su cumplimiento».
Ante la inquietud de Daymi de si existe una forma legal que obligue al deudor a pagarle lo que el Banco le ha descontado a ella, y a continuar pagando lo que le debe al Banco, afirma Navas que, tal como se le aclaró a ella, puede asesorarse con un jurista o en Bufete Colectivo, pues el Código Civil contiene disposiciones para los fiadores que se encuentren en su situación.
Aun cuando Daymi pusiera a un abogado que lograra hacer justicia, la lección principal de esta historia es que un fiador no puede fiarse de cualquiera para depositar su confianza.
Muchas aceras de La Habana dan grima, pero la de la esquina de 130 y 51, en Marianao, es un monumento al abandono y la desidia, según Félix Cordero, residente en 136 no. 4120, entre 41 y 43, en ese municipio.
En aquel desastre, afirma, su mamá se fracturó una cadera hace ya más de dos años, y varias personas se han caído, con serias lesiones. Incluso una persona fue a dar a la calzada y quedó impactada por un vehículo.
«Cada vez que paso por allí, señala, me pregunto si las autoridades no se dan cuenta de que con lo que cuesta una operación de cadera bien se podría reparar ese tramo de acera. ¿Cómo es posible que en un país que es capaz de hacer proezas como la que se ha logrado tras el paso del tornado por La Habana el 27 de enero, se den tales situaciones?», concluye Félix.