Acuse de recibo
En la inmensa diversidad de mecanismos comerciales que las empresas implementan día a día para expandir servicios y ganancias es de suponer que cada vez más se beneficie a los clientes, pero a veces ciertas disposiciones no parecen avanzar totalmente en ese sentido.
La idea me viene a mano al leer el mensaje del capitalino Fidel Vega Delgado (Clavel No. 62, apto. 8, entre Nueva del Pilar y Lindero, en el capitalino municipio de Centro Habana). Rememora Fidel que en las vacaciones, Etecsa tomó la decisión de bonificar las recargas a los teléfonos celulares y el cliente tenía que usar esa bonificación en un término de poco más un mes, porque si no lo perdía.
«Antes —se queja el habanero—, la bonificación era de 20 CUC, es decir, se ponían 20 y te bonificaban con otros 20, sumando 40 CUC que se podían gastar en el término de tiempo que uno dispusiera. Ahora te suman diez CUC más (la bonificación es de 30), pero te obligan a gastarlo en el término de tiempo que te ponga Etecsa».
Al capitalino le parece que la restricción temporal para gastar el saldo, no se ajusta a las posibilidades de la mayoría de los usuarios.
El santiaguero José Manuel Palacios Castillo (calle 13, entre 12 y 14, edif. 1, apto. 4, reparto Vista Alegre) no duda en calificar de odisea su peregrinar en busca de un medicamento que le es imprescindible como paciente diabético: la metformina.
«Desde abril (de 2015) —narra el remitente— vengo confrontando problemas con esta medicina (…). En mayo no pude adquirir mis tabletas (90). Las pude adquirir el 17 de junio. En julio (…), cuando llegaban nunca alcanzaba. En agosto y septiembre todavía no he podido obtenerlas. Cuando preguntas en la farmacia, los dependientes no saben dar una respuesta coherente».
Otro problema han sido los biosensores, añade el lector. Después de que con beneplácito los pacientes necesitados vieron las abundantes informaciones acerca de que ya estos valiosos dispositivos se estaban produciendo y distribuyendo en nuestro país, «ha sido bastante irregular su abastecimiento, por lo menos aquí en Santiago».
Con frecuencia planteamientos como este recalan en la columna. Es comprensible que pueda faltar en algún momento, por múltiples circunstancias económicas y de organización, algún fármaco en la red nacional, pero lo que no ha de faltar es la información oportuna al respecto —por todas las vías posibles— y la orientación a los pacientes en pos de una alternativa viable para su tratamiento. ¿Por qué fallan estos mecanismos?
¿Dónde está mi canasta básica?, se pregunta en el encabezado de su mensaje Emilio de Jesús Companioni Mirabal (San Antón, s/n., Pepito Tey, Cienfuegos), que desde mediados de septiembre aguardaba, como el resto de los consumidores de la unidad La Cubanita No. 1, porque aparecieran los alimentos que se entregan por vía normada.
«Debido a un gran faltante en dicho establecimiento —señala el lector— no han podido darnos nuestra cuota. Han hecho un listado con todos los afectados, pero nuestra comida asignada por el Estado no aparece. Hace varios días están esperando la orden para despacharlos (…). Yo perdí el día de trabajo hoy (29/sep.) pero no los despacharon en la mañana (…) y es el penúltimo día del mes. Espero que no venzan dentro de dos días».
Otra misiva llega desde Bielefelder str. No. 265.32756, Detmold, Alemania, y la envía el cubano Oscar Rafael Arbesun Pérez, médico veterinario que vive y trabaja allá desde hace una década.
Resulta que Oscar vino de vacaciones a nuestro país y sufrió lo que él considera una discriminación sin sentido. «¿Por qué siendo residente en Alemania, no me dejaron en Holguín subirme en el catamarán que va a Cayo Saetía desde Guardalavaca? ¿Por qué me prohíben como cubano hacer ese viaje? No le pude explicar a mi novia alemana porqué ella sí y yo no…», se duele el remitente.
Oscar no brinda otros detalles, pero a él y a este redactor, les gustaría saber si existe alguna normativa legal al respecto.