Acuse de recibo
El pasado 1ro. de abril reflejé la queja de José Ramón Crespo, residente en la localidad espirituana de Guayos, acerca de la forma rígida de vender las losas en la tienda Islas Canarias, de la Cadena TRD en Cabaiguán, en la propia provincia, sin tener en cuenta lo que necesita el comprador.
Contaba Crespo que necesitaba apenas cinco o seis losas para un arreglo en el baño de su casa y, cuando se dirigió a la unidad comercial de marras, el empleado le dijo que no podía venderle las losas sueltas. Tenía que comprar la caja completa, aunque no las necesitara en tal cantidad.
El criterio del dependiente fue ratificado por la gerente, quien le comunicó que era una disposición de la cadena y que ella nada podía hacer.
«¿Es cierto que es una disposición de arriba? Y si es así, ¿no es más lógico que se modificara, de manera que el cliente comprara lo que verdaderamente necesita, como se está haciendo con la venta de otros materiales de construcción?», cuestionaba entonces con toda razón el remitente.
Al respecto, Amílkar Odelin Anbte, director de Mercadotecnia de TRD Caribe, responde que en esa cadena comercializan las losas en dos unidades: por cajas y por metros cuadrados.
Precisa que si la unidad de medida es metros cuadrados, pueden vender un cuarto o medio metro cuadrado, siempre y cuando las losas que los conforman sean un número par.
Y añade que, a partir de la reclamación de Crespo y teniendo en cuenta que la razón de ser de esa entidad es la satisfacción del cliente, como TRD Caribe comercializa losas de más de 50 por 50 centímetros, adoptarán las medidas correspondientes para que en esos casos específicos se comercialice por losas.
Agradezco la respuesta, y por lo que señala Amílkar, entiendo que la orientación anterior, ya de por sí rígida, era de todas formas mal interpretada en la tienda Islas Canarias, pues solo vendían por cajas, ni siquiera por metros cuadrados.
Ahora, por lo que expresa Amílkar, se venderá también como debió ser siempre: por losas, no importa si en número par o impar. Menos mal que TRD Caribe comprendió que aquella absurda imposición era, como dije entonces, «expresión de lo que más de una vez este redactor ha calificado como “la tiranía del mostrador”: la supeditación del consumidor a la comodidad de quien brinda el servicio, cuando debiera ser todo lo contrario…».
Sin embargo, el funcionario desaprovechó la posibilidad de precisar cuándo aplicarán la medida de vender por losas.
Pudo ser en cualquier barrio, ciudad o población del país; pero en este caso lo sufrieron Israel Companioni y muchos otros vecinos del edificio 13 de Micro A, en el reparto de Vista Hermosa, de la ciudad de Ciego de Ávila.
Fue el 31 de mayo. Segundo piso del inmueble. Instalaron dos inmensos bafles en el balcón. A las nueve de la mañana comenzó la música, y bien alta, con micrófonos incluidos, por los cuales se vociferaba, como si fuera insuficiente la hiperdecibelia.
«Una familia divirtiéndose y cien encerradas, a pesar del calor, sufriendo, describe Israel. A las nueve se les pidió bajar la música y la gritería por el micrófono. Nada. A las 11 de la mañana se llamó al 106, y nada. A las dos de la tarde se llamó a las autoridades. Y nada. A las 11 de la noche se detuvo el gran escándalo que torturaba al barrio».
Afirma Israel que la historia se repite a cada rato, en uno u otro apartamento de ese edificio. Y pregunta:
«¿Qué derechos tenemos los que trabajamos, los enfermos y los de la tercera edad, de vivir en paz? ¿Cómo queda la tranquilidad ciudadana y quién se preocupa por ella? ¿Dónde quedan la educación, la consideración y el respeto por el barrio?».
Comencé diciendo que pudo ser en cualquier barrio del país. Así estamos. Y no se siente el peso de la autoridad, que venga a poner orden y respeto a los vociferantes, que andan con las manos sueltas, más bien con la boca suelta…