Acuse de recibo
Qué sorpresa les esperaba al ingeniero Andrés Cedeño Rivero y otros dos compañeros de la empresa donde él labora en Camagüey, cuando llegaron el domingo 29 de marzo, a las 11:40 p.m., a la recepción del capitalino hotel Tulipán de la cadena Islazul, para el cual su entidad laboral había hecho reservaciones anticipadas.
La amable carpetera Liuva Rosique Pérez y el jefe operativo de guardia, Casimiro Montalvo, les comunicaron que su reservación no procedía, pues el hotel estaba en función de un evento, y sus reservaciones se habían cambiado para el hotel Las Terrazas, nada menos que en Santa María del Mar, Playas del Este.
Entonces, Cedeño les mostró, en versión impresa, la confirmación de la reservación vía correo electrónico que les enviaron a ellos el 4 de marzo. Les preguntó que si el hotel entonces no sabía de ese evento, y más: ¿por qué el responsable correspondiente no comunicó con antelación tal afectación a los clientes que tenían reservado? Y les explicaron que esa información no estaba en sus manos.
Cedeño preguntó por un transporte que los llevara hasta Las Terrazas, y le respondieron que el Tulipán no tiene transporte, que tenían que ir por su cuenta.
Les solicitaron los teléfonos de los
funcionarios para emitir la queja, y les dijeron que debía ser por la mañana, cuando llegaran la comercial y el gerente del hotel. No pudieron verlos, porque a las 8:30 a.m., cuando se retiraron del hotel, no habían llegado.
Antes, en aquella madrugada de espera, Cedeño le pidió al jefe operativo de guardia que, al menos, los ubicara en alguna habitación con problemas, pues al otro día debían incorporarse a un evento como especialistas en Mantenimiento Industrial. Y aquel le manifestó que el hotel estaba ocupado al ciento por ciento de sus capacidades.
También Cedeño le dijo al jefe operativo que desde Santa María del Mar hasta la Escuela de Cuadros del Ministerio de Energía y Minas, cerca de la Marina Hemingway en Playa, había que atravesar toda La Habana, y en ómnibus se les hacía difícil. Él entendía, pero no estaba en sus manos resolver el problema…
Por esa misma razón, la Empresa donde labora Cedeño había solicitado reservar en el hotel Tulipán, porque después debían trasladarse hasta la Unión Cuba Petróleo, en Carlos III, para abordar allí el transporte que debía llevarlos a la Escuela de Cuadros.
Al final, Cedeño y sus compañeros se retiraron del hotel Tulipán a las 8:30 a.m. con destino a la terminal La Coubre, para retornar por su propia cuenta a Camagüey, sin cumplir el objetivo por el cual habían viajado.
«Ya en reiteradas oportunidades a compañeros de nuestra entidad se les ha presentado la misma situación. Solicitamos respuesta a Daneya Viamonte Hernández, promotora de Ventas de Islazul en Calzada, entre J y K, Vedado; y no hemos recibido respuesta alguna», concluye Cedeño, quien continúa aguardando por un desagravio, allá en su hogar, en Dolores Betancourt 298, reparto La Caridad, en la ciudad de Camagüey.
No es la primera vez que irrumpen en esta sección quejas de tales maltratos con los clientes cubanos por parte de cadenas y entidades hoteleras y turísticas, sin que se haya tenido la sensibilidad de avisar a tiempo a los afectados y buscarles soluciones.
Y para colmo, quien confió en esa entidad ni siquiera recibe una respuesta, una disculpa. Y mucho menos la merecida indemnización que compense la incomodidad e incertidumbre sufridas.
¿Qué les sucedería a los hoteles si Cedeño y tantos ingenieros colegas no garantizaran el mantenimiento industrial a las plantas energéticas del país?