Acuse de recibo
En medio de no pocos peloteos e ineficiencias, lo más justo que puede y debe hacerse cada vez que asoma la sonrisa del buen trato es dignificarla, elevarla como bandera, a ver si al menos por irradiación los entornos cambian.
Por ahí van las misivas de hoy, que abren con el relato del capitalino Jorge William Menéndez Quintanilla (calle Saco, no. 457, apto. 1, e/ Carmen y Patrocinio). En un día de trabajo como cualquier otro, se dirigía Jorge a la Facultad de Comunicación de la UH y paró, con el apuro matutino, en el Cupet de Lacret y Juan Delgado para rellenar el tanque.
«Después de comprar el combustible y echarlo me siento en el carro para salir y me doy cuenta de que me robaron la cartera de la guantera con todo: carné, licencia de conducción, licencia de circulación, teléfono móvil, dinero y la tarjeta de combustible. No vi a nadie tan siquiera acercarse al carro. Realicé la denuncia en la PNR y regresé para la casa. Un día malo», relata Jorge William.
«Estuve más dos meses pensando para enfrentarme a los trámites de obtención de los documentos perdidos, primero las colas, los sellos, las fotos y todas esas cosas que se le ocurren a uno cuando tiene que hacer estos trámites y no tiene tiempo…», confiesa.
«Pero bueno, cuando por fin me decidí empujado por mi esposa, qué sorpresa, comencé un viernes a las 8:00 a.m. y a las 8:35 a.m. tenía carné de identidad, a las 9:15 a.m. ya tenía teléfono móvil con el mismo número y con casi todo el saldo, y a las 10:00 a.m. ya estaba manejando otra vez con mi licencia de conducción. Me dirigí al Registro de vehículos para sacar la circulación contento y extrañado. A las 12:50 p.m. ya tenía todos mis documentos… ¿Tuve suerte? Puede ser, pero uno no puede dejarse llevar por los prejuicios y a veces tiene que confiar en las personas que brindan servicios como estos. Lo que me sucedió es muestra de ello, más de dos meses pensando y en menos de cinco horas resolví todo», reflexiona el remitente.
Y no quisiera dejar de reconocer el trabajo de todos los compañeros que lo atendieron «en el Carné de identidad de la calle Rodríguez, en la oficina de Etecsa de la calle Reyes, en la de Licencia de conducción de Luyanó, el Registro de vehículos de Arroyo Naranjo (Café Colón) y a los compañeros del Cupet donde me robaron, que se portaron muy solidarios y cooperativos. Ellos me ayudaron mucho con el problema de la pérdida de la tarjeta de gasolina».
Algo por el estilo desea compartir la mayabequense Karelia J. Marrero Díaz (ave. 31, e/ P.F.V. y calle 34, El Cangre, Güines). Veamos: «El lunes 20 de octubre, a las 8 y 30 a.m., llegué a la Oficina de Trámites, pues perdí mi carné de identidad. La cola estaba organizada, todo limpio, fresco, con ventiladores de pared bien distribuidos, lleno, pero con voces apagaditas. El proceso, ágil, amable y eficiente en todas las oficinas, y tanto que, a las 9:50 a.m. salí con mi carné nuevo, tibio, y muy satisfecha por las atenciones. Es honesto reconocer que allí se trabaja por y para el pueblo», refiere con orgullo la lectora.
No menos complacido escribe Rafael Suárez Monteagudo (calle L, no. 15 005, e/ 7ma. y N, Altahabana, Boyeros) para felicitar el trabajo de la notaría de Reloj Club, en el propio Boyeros. «Allí se respira un ambiente de limpieza, buena presencia de sus trabajadores, excelente atención (…). A las 8:00 a.m. en punto su directora, la licenciada Lidizi Casanova Coello dedica unos minutos a explicar al público los métodos de trabajo y demás pormenores de la atención (…), momento en el cual cualquiera del público puede hacer preguntas sobre dudas, etc. Terminado esto nos brindaron a los allí presentes, unas 12 personas, una taza de café. ¡Increíble, verdad? Pues así fue. Estuve toda la mañana en la cola, hasta que tocó el turno de atenderme, sobre la 1:00 p.m., pero para nada nos sentimos molestos, pues en todo momento hubo un buen trato que daba gusto», evoca el capitalino.
Y únicamente se duele de que en una institución donde sirven con tanta amabilidad, no hayan situado al menos un teléfono y no tengan un jardinero para atender los exteriores. De cualquier forma, a juicio de este cubano, la notaría de Reloj Club es un ejemplo para las entidades que atienden a la población.