Acuse de recibo
El tema mueve a risa, aunque en el fondo podría provocar una profunda ira. La ira ante el absurdo. Ese debe haber sido el sentimiento que se apoderó finalmente del habanero José Manuel Cardentey, cuando el pasado 19 de enero recibió la noticia de una prohibición que no imaginaba existiera.
«Pasé por la peletería que se encuentra en la galería exterior para tiendas del hotel Cohíba. Vi unos zapatos que me interesaron. Como iba solo, pensé en tomar unas fotos con el teléfono móvil, para que mi esposa los viera antes de comprarlos», narra José Manuel.
«No más lo saqué de su estuche que colgaba del cinto, una empleada (...) me congeló como me hubiera congelado con un regaño mi maestra del círculo infantil: “¡Compañero, está prohibido fotografiar los zapatos!”... “¿Por qué? ¿De dónde salió esa orientación?”. “De arriba”, me dijo sonriendo amigablemente», añade el lector.
¡Ahh!... se dijo el hombre: si viene de arriba, entonces los demás, los otros, solo debemos ejecutarla sin protestar, aunque en verdad no entendamos cómo puede afectar a la tienda, al país o a la capa de ozono que se le tomen algunas fotos a un par de zapatos, como si fuesen misiles estratégicos.
Y el potencial cliente se marchó de la tienda sin fotos, sin ilusión de compra, sin entender nada. Tal vez cuando llegó a su casa en calle 19, entre 20 y 22, No.1263, apto.4, en Plaza de la Revolución, se lo contó a su esposa y ella tampoco entendió un comino. Para serles franco, yo, igualmente, no alcanzo a comprender. ¿Seremos tan brutos?
No menos incomprensible es lo que relata el también habanero Julio Sauri Bello (Torres No. 22, e/ Carolina y Amistad, Guanabacoa). «Soy fotógrafo aficionado... y sucede que varias veces en el Complejo Morro-Cabaña se me ha requerido, no siempre en buena forma, mientras he estado fotografiando a modelos aficionados o simplemente a amistades mías», apunta.
Quienes le han llamado la atención, explica el remitente, argumentan que hay que pagar 25 CUC con el propósito de poder utilizar las áreas exteriores de dicha instalación para hacer fotografías...
«Y me pregunto yo, quizá equivocado, desde cuándo un ciudadano cubano tiene que pagar por fotografiar su propio país, si además se está realizando como una actividad cívica y artística sin fines de lucro alguno..., en qué decreto o ley está plasmado este acuerdo o artículo», sostiene.
Reflexiona el habanero que si ya él tiene que pagar una entrada al recinto, que supuestamente da derecho al disfrute de los espacios exteriores, por qué viene este sobrecargo. Además, señala, no estamos hablando de una suma pequeña, sino del equivalente a 625 pesos cubanos, cifra que puede exceder el salario de cualquier profesional en la Isla.
«Los CVP se justifican diciendo que es que ellos no saben si es una niña de 15 (la de la foto), pero ahora me pregunto en ese sentido: ¿acaso el fotógrafo cuentapropista que se dedica a esa labor no paga una licencia, acaso no paga al Estado el diez por ciento de cada trabajo? Yo creo que ellos ya pagan bastante como para tener que cobrarle 25 CUC más al familiar de esa niña que su sueño es ser fotografiada con su traje en el Morro», esgrime Julio.
Y este redactor no puede evitar añadir algo: hay tantas cosas grandes y loables en las que empeñarse en nuestro país, para salir entre todos adelante, que cada vez que uno choca con prohibiciones absurdas, los ánimos se le desinflan peligrosamente.
En ciertas coyunturas, el camino más fácil y a la vez más injusto es el de la prohibición. Y ya va siendo hora de comprender que con ladrillos de negatividad, muy poco se construye.