Acuse de recibo
Desde el año 2005 a la camagüeyana Lázara Caridad González Benítez (calle 9na. No. 30, entre A y B, Vertientes, Camagüey), miembro de la Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores (Aclifim), le fue concedido un «inicio de construcción», en el No. 48 de la calle 9na., a través de la circunscripción donde vive. De aquel entonces, a otra familia se le adjudicó igualmente esta condición. Ya aquella casa se terminó; la de Lázara, espera.
«Mi vivienda se encontraba en peligro de derrumbe —narra la remitente—; se reunió el Consejo de la Administración Municipal (CAM), y el 21 de octubre de 2006 envió una carta para la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV) donde me incluyeron en un plan de 15 viviendas para hacer (todas están hechas, menos la mía)».
En el 2007 pasó una manga de viento y destruyó más el precario inmueble de la camagüeyana. Ella se dirigió a la UMIV y el 11 de julio de ese año la autorizaron a demoler lo que quedaba de la casa y hacer una facilidad temporal, en la cual vivió hasta enero de 2012.
Durante ese lapso de cinco años (ni tan fácil, ni tan temporal), continuaron las gestiones. En el 2010 el inversionista de la UMIV, le aseveró a la doliente que estaba en el Plan de Inicio y Desarrollo para el 2011.
«Acudí al Gobierno municipal el día de atención a la población; se encontraban todos los factores (presidente, vicepresidente, director de la UMIV, director de Vivienda) y tomaron como acuerdo que al terminar las viviendas sitas en calle 8va., entre Línea y A, les tocaba hacer la mía, que me fuera tranquila. Estas se terminaron en diciembre de 2011», evoca la lectora.
En enero de 2012 comenzaron finalmente a trazar la futura casa de Lázara; el jefe de construcción le expresó que tenían que demoler su facilidad temporal, y que el proceso constructivo duraría alrededor de tres a cuatro meses, pues todos los materiales estaban situados ya en la entidad Construcción Panamá (no especifica a qué institución pertenece).
También le aseguró el funcionario que la entrega del hogar, junto a otro que se estaba levantando en calle 9na., entre Línea y A, sería en mayo de 2012. «Esta sí fue entregada en mayo de 2012; la mía, no. Desviaron la brigada para la calle 5ta., entre A y B, y luego para Camagüey», se duele la remitente.
Después de muchas quejas y reclamos de la camagüeyana, le enviaron nuevamente la brigada constructora. El inmueble tuvo zapata, paredes, y llegó a altura de cerramento.
«Si para ambas casas de la calle 9na. estaban situados todos los materiales, e hicieron una... ¿Dónde está el material de la mía?», se cuestiona razonablemente la atribulada mujer.
«Mis pocos recursos están en casa de vecinos, ya que la construcción sería por tres o cuatro meses. Ya ellos necesitan el espacio que yo ocupo (...) Figúrese, cuatro meses se han convertido en 19 y aún sin esperanza», comenta.
El 29 de junio último la afectada tuvo un despacho con el Presidente del CAM, en el que este reconoció, según ella refiere, que no se había obrado correctamente en su caso. Pero tampoco salió Lázara de allí con un proyecto de solución concreto en las manos.
Se trata de una limitada físico-motora, de 62 años, sola. Y a partir de lo narrado, saltan a la vista unas cuantas dudas sobre el procedimiento que se ha seguido en su caso. ¿Cuál es la explicación de que en más de una ocasión la vivienda de Lázara haya formado parte de planes constructivos, de los que las demás casas se terminaron y la de ella se rezaga?
¿A quién corresponde chequear los diseños de las entidades constructoras? ¿Se hacen entregas formales minuciosas de una a otra institución cuando pasa de manos un caso como este? ¿Quién responde?