Acuse de recibo
El pasado 7 de agosto, y bajo el título La estela de los chapuceros, esta columna acogía la denuncia del lector Juan Ramón Hernández, acerca de lo dejado en las aceras luego de un trabajo de cambio de postes por parte de la Empresa Eléctrica en la calle 250 del barrio habanero de San Agustín.
Refería Juan Ramón que meses después de esas labores, aún permanecían regados en las aceras componentes como aisladores de cristal y cerámica, crucetas e hierros de los cables tensores, lo cual constituía un peligro para los niños. Y para colmo, los postes sustituidos no fueron extraídos, sino que se cortaron y dejaron grandes tocones, un verdadero monumento a la chapucería.
Al respecto, responde Ricardo Mangana Pérez, director general de la Empresa Eléctrica de La Habana, quien afirma que a los cinco días de publicada la denuncia, el jefe de Operaciones de la Organización Básica Eléctrica (OBE) municipal, visitó a Juan Ramón. Y comprobó que se encontraban dispersos en la vía los recursos aludidos, los cuales fueron recogidos. Y los tocones se cortaron a nivel de acera.
«El trabajo realizado en el lugar —subraya— lo llevó a cabo una brigada de líneas de la Empresa Provincial, que irresponsablemente dejó en la zona algunos materiales como aisladores y postes, retirados por estar en mal estado.
«Se realizó el análisis de la situación en el Consejo de Dirección de esa UEB, tomándose como acuerdo aplicar una medida disciplinaria al responsable de esa indisciplina tecnológica, que atenta contra la calidad final del trabajo, y empaña el esfuerzo que lleva a cabo el personal eléctrico, inmerso en un fuerte programa de rehabilitación de las redes, siendo condición propicia para la utilización de estos materiales para otros fines, además de provocar malestar a los vecinos del lugar».
Es una lástima que se venga a reconocer la falta cuando la denuncia pública lo revela en esta columna. Lo normal y lógico hubiera sido que, concluidas las labores, dejaran una estela de respeto, y no de chapucería, entre los vecinos.
Tampoco en la respuesta se precisa quién fue «el responsable de esta indisciplina tecnológica», ni cual «medida disciplinaria» se le aplicó. Sigue haciendo de las suyas el viejo estilo de ir a la zaga de las denuncias en esta sección, intentando resolver lo que no se previó a su tiempo.
El pasado 27 de junio, el lector Miguel Hernández Montesino denunciaba aquí un salidero de agua potable que llevaba 22 días manando impunemente en la calle B, entre 1ra. y Amigo, en el reparto Nuevo Miraflores del municipio capitalino de Boyeros.
Al respecto, responde Alberto Ariosa Correoso, director general de la Empresa de Acueducto del Sur, quien refiere que los vecinos no habían tramitado dicho reporte con la UEB de Servicios de Acueducto y Alcantarillado de Altahabana, que es la que atiende esa zona.
«No obstante, precisa, la brigada de mantenimiento de la UEB reparó la acometida el 28 de junio, suprimiendo el salidero de agua potable, el cual fue supervisado por la inspectora de la oficina presente en el lugar».
A los vecinos, agrega, se les orientó que para cualquier información, queja o solicitud, pueden dirigirse a la oficina de Acueducto del Sur, sita en el edificio 12 Plantas de calle E, entre N y 12, en Altahabana, o comunicarse por el teléfono 643-0655, en el horario de 8:00 a.m. a 5:00 p.m.
Más de lo mismo. El mismo estilo post mortem del primer caso de hoy, a remolque de una denuncia ciudadana en esta columna.
El hecho de que los vecinos no hubieran canalizado la queja con la UEB no justifica que la propia entidad no detectara ese salidero por donde se dilapidaban sus propios esfuerzos. ¿Podemos estar felices con el hecho de que en solo 24 horas, luego de la publicación, se resolviera lo que no hicieron durante 22 días?