Acuse de recibo
Petra C. Linares (Celestino Pacheco No. 182, entre Emilio Núñez y Roldán, reparto Carlos Manuel, Pinar del Río) es damnificada de los huracanes Lili e Isidore, desde hace más de una década. Pero el mayor estrago en su vida se lo ha ocasionado otro tipo de ciclón: la mentira.
Cuenta la lectora que con Lili e Isidore, su casa se derrumbó parcialmente. Y la otra parte quedó en tan malas condiciones por el estado de las paredes y las filtraciones, que fue catalogado el caso como derrumbe total.
Después de innumerables gestiones, al fin fue adjudicada la ejecución de su vivienda a la ECOA 1, específicamente a la Brigada 4. En diciembre de 2011 dieron la casa como concluida. Así, la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV) le pagó a la ECOA 1 como tal. Y a la casa le falta la terminación del patio de servicio, las instalaciones eléctricas, el salpicado, repello y fino exterior, la confección de los registros sanitarios y la terminación del cuarto de baño.
Tampoco tiene acometida hidráulica ni sanitaria, meseta de la cocina, pintura y otros detalles; además de que no se eliminaron las filtraciones en la placa existente.
«Es decir —subraya—, que la ECOA 1 cobró una obra que aún no había sido terminada; y la UMIV la pagó, sin comprobar en qué estado se encontraba. Todo quedó impune».
Los cumplimientos, tanto por la ECOA como por la UMIV, solo fueron en papeles, pero Petra lleva tres meses en la casa sin poder hacer sus necesidades fisiológicas, para situar un ejemplo elocuente.
Según la lectora, la ECOA 1 argumenta que es la UMIV la que debe gestionar la acometida sanitaria con Acueducto y Alcantarillado. Y Vivienda dice que es la ECOA 1. No se ponen de acuerdo, y el tiempo va pasando. Petra ya está agotada de tanto irrespeto.
«La dirección de la Vivienda —refiere Petra—, argumenta que ya ellos pagaron por la construcción de esa casa, que no son responsables de nada. Pero, ¿cómo van a pagar sin comprobar si realmente estaba concluida?
«La dirección de la ECOA 1, por su parte, en voz de su Vicedirector, argumenta que fueron apareciendo actividades que no estaban en el proyecto, algo que está lejos de la realidad. Ambos organismos se están lavando las manos».
En materia de habitable y vivienda, uno no sale del asombro ante tanta injusticia. Luego de un caso insólito, no hay tiempo para recuperarse ante otra historia nefasta, en la cual la indisciplina y la falta de planificación y coordinación entre las entidades, las paga el ciudadano.
Magdalif Matamoros escribe desde Luis Bonne, Edificio 11, apto. 15, en La Maya, municipio santiaguero de Songo La Maya. Y aclara que esa es la casa de su madre, porque la suya no la ha podido habitar, a pesar de que ya está concluida.
Refiere la lectora que en el 2005, en la cabecera de su municipio, ella fue beneficiada, junto a otros trabajadores, para construir con esfuerzo propio sus casas. Magdalif concluyó su vivienda en febrero de 2011, y aún no la ha podido habitar por faltarle los servicios de electricidad y de agua, a pesar de que las instalaciones de ambos le pasan muy cerca, por la acera de enfrente.
Ella ha acudido varias veces a la Empresa Eléctrica, sin resultado alguno. En el 2011 allí le dijeron que tenían presupuesto, pero no conductores para la instalación. Ahora en el 2012, volvió a solicitar, y le plantearon que no tenían presupuesto (¿¡…?!).
En Acueducto le argumentan que con ellos no contaron para otorgar esas viviendas; y que, por lo tanto, no tienen respuesta para ello (¿¡…!?).
«No entiendo. Si esos módulos se entregan a los trabajadores mediante un plan, y organizadamente por los factores del municipio que tienen que ver con la Dirección Municipal de la Vivienda, ¿cómo es posible que no haya un programa para resolver esos problemas?, enfatiza.
«Vivo agregada con mis dos hijos y mi nieto en casa de mi mamá. Tengo gran necesidad de ocupar la mía y no la puedo habitar», concluye.