Acuse de recibo
Francisco Montes (Monte 559, entre San Nicolás y Antón Recio, La Habana Vieja) cuenta que su vivienda está en los altos del almacén de la tienda Horizontes, perteneciente a TRD. Y desde que se mudaron para allí, no han tenido tranquilidad:
«Sin tener los planos del inmueble, han hecho remodelaciones a su antojo, dañando la estructura de la vivienda. A veces han dado respuestas a medias a nuestros reclamos; y otras, no», significa.
Hace seis meses repararon la tienda, y la mezcla para los trabajos de albañilería la hacían en el patio. Francisco les alertó de que al concluir, todo el residual de dicha mezcla iba a parar al desagüe pluvial. Eso, además del desorden en el patio con materiales y herramientas.
Cuando concluyeron, hubo un aguacero grande que arrasó con todo hacia el tragante, lo que provocó una gran tupición que alcanzó las tuberías de desagüe pluvial de la casa de Francisco. Y se desbordó de tal manera, que en la azotea el agua llegó a tener una altura de 30 centímetros. Resultado: filtraciones generalizadas en aquel momento.
Los de la tienda, que también fueron afectados, trajeron de inmediato el carro de alta presión y procedieron a destupir el tubo, pero este quedó muy reducido por sedimentos compactados en su interior.
«Hoy está tupido en la sección delantera —señala—, por lo que se llenan los desagües pluviales, y vuelve a alcanzar los 30 centímetros de altura el agua que se acumula en la azotea. Me entrevisté con la administradora de la tienda y le solicité que me permitiera hacer una cava en el tubo, para evitar que se deteriore aún más la estructura, ante lo cual se negó».
La administradora le planteó que debe esperar a los plomeros que ha solicitado a su entidad. Y mientras tanto, cada vez que llueve se filtra el techo por la obstrucción de los desagües, lo cual causa daños irreparables en paredes, techos y estructuras de la vivienda.
«¿Será que TRD me pagará la casa? ¿Por qué tengo que esperar para reparar o solucionar el problema de pluviales? No pido favores. Reclamo derechos, los cuales son violados por ellos sin la más mínima sensibilidad».
Ya llueve sobre mojado, y se filtra bastante, el daño que ocasionan numerosas entidades estatales a la propiedad de los ciudadanos, con total impunidad. El responsable de cada una de esas trastadas debe ser penado por la ley, y que pague de sus bolsillos para resarcir a sus víctimas.
Escéptico de tantas amargas experiencias en los servicios, llegó Carlos Paín Gómez con su pequeña hija el pasado 27 de agosto al centro Cuba-RDA, en la capital, para hacer las mediciones a la pequeña y encargar un aditamento corrector del defecto en sus piernas.
Pero desde que arribó a la recepción, comenzaron a fallar sus pronósticos. La recepcionista, una señora mayor, estaba atendiendo a otros clientes de manera muy cordial, dándoles explicaciones precisas y en detalle.
«Cuando llegamos al lugar que nos indicó para ser atendida mi niña —precisa—, nos asombramos de que no había cola. Fuimos atendidos rápidamente por una técnica o especialista para hacerle las mediciones pertinentes para el aditamento corrector del defecto de las piernas de mi hija».
En no más de 15 minutos concluyeron, satisfechos y agradecidos. Y esa gratitud incluye al Director de la institución, quien lo atendió con esmero y dedicación posteriormente, cada vez que llamó por teléfono, en el tiempo de espera de la confección de los aditamentos.
Carlos solo encontró delicadeza en cada trabajador que le atendió.
«Mi hijita Stella Fernanda salió del centro con su aparato puesto y su carita feliz. Este reconocimiento a esa institución es poco para la labor que realizan. Que sirva de ejemplo a otras instituciones cuya gestión en ocasiones carece de humanismo. Se puede no tener muchos recursos materiales, mas no debe faltar el recurso humano y la sensibilidad», concluye Carlos, desde Calzada de Bejucal 2471, entre Norte y Joaquín Delgado, en el barrio habanero de Párraga.