Acuse de recibo
¿Estaremos repitiéndonos en estos cortes periódicos? ¿No será que ya este noble escarceo con las instituciones se mueve en círculo, hasta morderse la cola? ¿Vamos a pasarnos la vida midiendo la eficacia de las respuestas para que al final, se repitan las mismas molestias? Desde que en el 2003 por primera vez revelamos estadísticamente el nivel y calidad de atención a los problemas y sentires ciudadanos, tal parece que la montaña de insatisfacciones es un Everest inalcanzable para la democracia socialista.
Esta vez, recurro al diálogo con el joven redactor que estrena sus lanzas en el rincón de todos. Quizá él me ayude a ver los árboles de esta manigua en la que ando enmarañado desde hace más de 12 años.
—Jesusito, ¿no te preocupa que en el 2009 se recibieran 4 525 cartas, cuando el año precedente recalaron 6 023 en la columna? ¿Estaremos perdiendo fuerza?
—Puede ser, Profe, pero... ¿por qué mirarlo con ese cristal pesimista? Recuerde que para suerte de nuestra prensa se han consolidado en los últimos meses dos espacios de correspondencia en órganos nacionales: Granma y Trabajadores. Además, continúa el empuje de secciones similares en periódicos de otras provincias y medios audiovisuales.
—¿Será que a la vuelta de tantos peloteos, va disminuyendo la confianza en la solución pública vía Acuse de Recibo?
—Bueno, y ¿qué me dice del aumento de espacios de atención a la ciudadanía en las distintas empresas y organismos? Óigame, aun con mil talanqueras burocráticas, están resolviendo en la base unas cuantas angustias de la gente... Además, no vamos a subestimarnos… ¿O Usted tiene la derrota de guardia?
—Ojalá que tu palabra sea santa. Pero te doy un dato no muy feliz: En el último período analizado, del 1ro. de mayo al 15 de octubre de 2009, el nivel de respuestas a las quejas llegó a un 84 por ciento. En el balance anterior ya teníamos un 87,6. Compadre, tanta lucha en estos 12 años… para ir subiendo y subiendo, y demostrar que la gente siempre merece que se le atienda… y ahora este bache…
—Es verdad, esa es mala. Aunque fíjese, he visto que muchos lectores, cuando las entidades hacen oídos sordos, vuelven a la carga, escriben de nuevo. No se la ponen fácil a los funcionarios. Al final, los que dirigen sin escuchar, tendrán que responder…
—De hecho, Jesusito, hay jefes que tienen bien claro lo que entraña priorizar al ciudadano, con sus carretillas de asuntos. Pero mientras haya quien ignore una queja desde un despacho, hay que estar alerta.
—Acuse no es el ombligo de Cuba, Profe, pero si las cartas suenan… ¿Qué le queda al vecino de mi barrio, cuando ve que algunos dirigentes parecen desconectados, en otra galaxia?
—Sigo de «abogado del diablo»… Aunque estemos en un 84 por ciento de respuestas, me sigue preocupando más la calidad que traen. Porque se puede cumplir con el parchecito… y en el fondo no estar convencido de que mandar es servir.
—Sí, sí, hay de todo en la viña de Acuse. Si bien un 64,2 por ciento de las respuestas explican las causas de los problemas denunciados, solo el 17,1 especifica las sanciones con los responsables. ¿Será que subvaloran el espacio de la prensa para hablar claro con la gente?
—Yo te diría, Jesusito, que hasta subvaloran la urgencia de atender a tiempo los problemas. Entonces, ¿cómo se explica que el 49,3 por ciento de las quejas fueran solucionadas después de publicadas? ¿Por qué no antes, cuando el ciudadano quema sus naves en trámites y gestiones?
—Profe, antes de pensar en esos que resolvieron tarde, dígame, qué hay con el otro 50 por ciento, que ni siquiera ante el juicio público arreglaron su techo de vidrio…
—Bueno, para ser justos, hay un 15,7 de los casos en el cual no hay solución, porque no procede el reclamo. Y en otros prometen resolver. Pero agárrate… hay ciertas palabras que se lleva el viento.
—¿A usted no le preocupa que más allá de la falta de materiales, de los bolsillos vacíos del país, muchos nudos sigan siendo hijos del abandono, de la insensibilidad?... ¿Qué costará tirarnos un cabo entre todos y empujar la guagua?
—Chico, eso me lo estoy preguntando hace 12 años… Mira, si quieres un consejo: apriétate el cinto y sigue p’alante, que esta es una lucha larga. No vamos a hacer milagros ni a pedir lo imposible; pero al final, el mulo cargado siempre encuentra un trillo.