Acuse de recibo
Suponga que usted llega a cualquier Tienda Recaudadora de Divisa con la intención de adquirir un equipo electrodoméstico. Imagine que en ese momento no tiene el dinero, pero puede obtener su aparato sin pagarlo.
Fantasee que a partir de ese momento cada vez que algún empleado —o incluso el Gerente de la entidad— llega a su casa a reclamar el importe, usted lo envuelve con alguna excusa. Lo manda a ver a un vecino, que le prestaría el dinero; o le dice que venga luego, porque no ha llegado el sueldo del mes; o le explica que el dinero tardará un trimestre, porque hay grandes atrasos en la economía familiar...
Por supuesto, a usted le es casi imposible imaginar la situación anterior, pues existen mecanismos, leyes, reglamentos, autoridades que se encargan de que usted respete el derecho de cada entidad a cobrar —centavo sobre centavo— el importe total de los equipos que vende.
Ah, pero qué distinto resulta a veces todo cuando se trata de que esos mismos mecanismos, leyes o autoridades le aseguren a usted su derecho a la garantía de lo comprado.
Pienso en esta terrible paradoja de nuestro día a día, porque las misivas de hoy tratan de esas frecuentes amarguras en que suelen convertirse para muchos clientes la placentera compra de un electrodoméstico.
Preguntémosle si no a la holguinera Dairina Miranda Hernández (calle 119, No. 20, Reparto Revolución, Mayarí), que adquirió un reproductor de DVD el 10 de diciembre de 2008 y el 13 de marzo último —fecha que encabeza su denuncia— aún no había podido disfrutar los encantos del nuevo aparato.
Las Variedades: así se llama la unidad comercial en la que Dairina adquirió su DVD Daewoo, con sello de garantía No.502613 y serie 19086DVP731096. Pero a los 15 días «comenzó a presentar problemas al leer los discos DVD y hacía un ruido (...), por lo que me dirigí a la referida unidad el 28 de diciembre de 2008; de allí lo transfirieron al Taller Provincial», cuenta la remitente.
«Transcurrido un mes de la entrega —recuerda— y al no recibir respuesta por parte de la institución, me dirigí a la Gerente de la unidad comercial, quien llamó al taller y le comunicaron que el equipo no tenía solución; que en cambio mandarían uno nuevo...».
El 3 de febrero último llegó el nuevo DVD a la tienda y la clienta fue a recogerlo. Sin embargo, al probarlo constató que solo leía discos MP3. «Nuevamente me estaban dando un equipo con desperfectos técnicos, por lo que no acepté. Al hablar con la gerente sobre la situación, esta llamó inmediatamente al taller y le dijeron que de esa marca (...) no había en existencia en el almacén, por lo que harían la devolución del efectivo».
En varias ocasiones se han presentado Dairina o sus familiares en el establecimiento comercial. Mas, hasta el momento en que nos escribió, el dinero ha brillado por su ausencia. «Con mucho esfuerzo compré este equipo para mi entretenimiento luego de culminar la jornada laboral; y lejos de proporcionarme disfrute, me ha traído molestias», se duele esta holguinera.
Ineficiencia «City»Tanto disgusto como el del equipo de Dairina, le ha traído a Fausto Yasser Paneca Broche (José Antonio Peña No. 85 entre Carmen y Maceo, Remedios, Villa Clara) la compra de otro DVD, marca Phillips, y la de un microondas Oester.
Según relata su novia Yuleika Obregón, hace más de un mes Fausto hizo saber a la tienda London City, perteneciente a Cubalse, en Remedios, la rotura de su DVD, aún en garantía.
«Allí le informan —precisa Yuleika— que no se pueden quedar con el equipo. Tenía que regresar el miércoles, que era el día que los técnicos visitaban la tienda, pues en Remedios no hay taller. Así fue por tres miércoles. Y nada.
«Por casualidad, y desdicha, a los 21 días de roto el DVD, se rompe también el (horno de) microondas adquirido en la misma tienda. Al electrodoméstico solo le quedaban 14 jornadas de garantía. Fausto lo lleva con urgencia a la tienda y le dan la misma respuesta: (...) es decir, “regrese el miércoles”.
«Ya escarmentado de cómo funcionaba el servicio técnico de los miércoles —nulo—, el cliente exige que se le anoten sus datos y el día de la rotura del equipo, pues le quedaba poca garantía y los técnicos podrían ausentarse en ese término (...). Los dependientes se niegan, pues ese no era su deber y le recomiendan que llame al taller, en Santa Clara».
A estas alturas, justamente molesto, Fausto exige la presencia del gerente. Este le respondió que no se preocupara, «que si pasaba la garantía era responsabilidad del taller por no ir; y que si no lo hacían, regresara a fin de mes, que entonces lo anotaría en una lista».
«¿Quién le aseguraba a Fausto que los técnicos acudirían el próximo miércoles?, cuestiona Yuleika. ¿Quién le aseveraba que el gerente lo reconocería después de un mes?».
El perturbado cliente llamó al taller y allí le informaron que «los técnicos no iban a los municipios porque tenían el transporte roto». Entonces, se comunicó con la Gerencia Provincial y en este sitio le explicaron que sí, que tiene la razón, «pero que tampoco lo podían anotar, que llamara al día siguiente».
Luego de tanto peloteo, ya los lectores imaginarán adónde conduce esta historia... Pues no, increíblemente, luego de otros tantos trámites, Fausto se electrizó, remontó los más de 40 kilómetros de Remedios a Santa Clara con DVD y microondas a cuestas; «allí declararon ambos equipos inservibles y le devolvieron su dinero».
Ahora, ¿quién paga a ese cliente las huellas amargas de tamaña ineficiencia?
Con una sonrisa
Así atendieron a Ricardo Morell Fumero (Ave. 5 No. 8, entre 12 y 14, Bainoa, La Habana) en el Hospital Naval Luis Soto Díaz, de Ciudad de La Habana; y así quiere honrar a su Consejo de Dirección y a algunos de sus médicos.
Porque no hay bálsamo mejor que la profesionalidad y el afecto. La doctora Isabel M. González Guerra, de la vicedirección de Servicios de Urgencias y su secretaria; el urólogo Roberto Luis Cuervo Bientz junto a Martica y todo el personal de la sala de Urología, quedarán en la memoria de Ricardo.
Entre tantos baches cotidianos la gratitud oportuna es de las grandezas a las que nunca renunciaremos.