Acuse de recibo
El burocratismo adquiere la forma de interminables barreras de papeles que viven de otros papeles, para complicarle la existencia a la gente. Y cuando falla uno de esos legajos... Desde calle 7 número 241, Vista Hermosa, en la ciudad de Camagüey, las hermanas Isabel, Mercedes y Orlinda Carrera sufren esos absurdos muros en lo que más duele. Relatan que su papá padece cáncer de pulmón, y en el Hospital Oncológico de esa ciudad le entregaron un certificado, debidamente firmado y acuñado, para solicitar con urgencia el servicio de oxígeno. Fueron a la planta de oxígeno, y allí les dijeron que debían conseguir el cilindro por su cuenta para prestarles el servicio. Resolvieron el envase y cuando volvieron, les comunicaron que el certificado del Oncológico no era válido. El mecanismo es: ir primero al Médico de la Familia a buscar un nuevo certificado, llevarlo al policlínico al cual pertenece, y luego al Sectorial Municipal de Salud Pública para que lo aprueben. Entonces sí reciben el servicio. Los de la planta las atendieron bien y convergen con las Carrera en que el mecanismo es diabólico; pero es el implantado. «Si lo que buscan es controlar el desvío de oxígeno y otras irregularidades, no es ese el camino. Hay que luchar contra esos mecanismos absurdos, que no tienen lógica y entorpecen cada vez más la vida de los cubanos», sentencian las hermanas.
Modelo de dificultades: Juan C. Oramas (calle Revolución número 35, Sagua la Grande, Villa Clara), fue recientemente al Registro Civil de esa ciudad a solicitar certificaciones de nacimiento, matrimonio y defunción para determinados trámites de Vivienda. Y la empleada que le atendió, muy cordial, le informó que no había «modelo oficial» para esos menesteres, pues desde Santa Clara los envían en escasas cantidades. Le sugirió que volviera el siguiente lunes, y marcara en la cola bien temprano. Así lo hizo y ya tenía unas 20 personas por delante. Y al poco rato de comenzar los servicios, se acabaron los «modelos oficiales».
Incluso, una de las personas que se quedó sin hacer sus trámites, era una compañera de trabajo de él, que hacía dos días había perdido a su madre. «¿Existirá una situación tan difícil para que no existan modelos impresos en grandes cantidades en los Registros Civiles?», cuestiona Oramas.
Un problema en propiedad: Hace unos diez meses que Joel Orlando Silva está tratando de arreglar la propiedad de su casa, sita en calle 140, entre 149 y 151, en el municipio capitalino de Marianao. Y todo por el descuido de alguien. Al cabo de tantos años, al remover papeles para hacerle un cambio de dirección a un familiar, se percataron de que le habían amputado uno de sus dos nombres. «Es casi delirante la impotencia que se siente al no poder hacer nada y no perder la cordura, advierte Joel Orlando. He hecho cuanto me han dicho, he ido a cuanto lugar me han mandado. Ya estoy cansado y desesperado, pues todos los días es más de lo mismo», concluye.
Le devuelven la confianza: Roberto Martínez escribe desde Tercera número 4, en Barrio Obrero, en Mabay, provincia de Granma. Quiere hacer justicia con unos honestos desconocidos que le hicieron el bien: el 10 de junio compró en la ciudad de Bayamo un par de zapatos en CUC, no especifica en qué tienda. Distraídamente, salió a merendar algo y dejó la caja con el calzado. Caminó y caminó con su amigo, y fue cuando se percató del olvido. «Salí corriendo y venían unos señores con portafolios grandes... Me preguntaron qué me sucedía. Me detuve y les expliqué. Y para mi sorpresa, ellos los traían y me los devolvieron. Yo, con la carrera que hice, no podía ni hablar y casi ni respirar. Me dio por sentarme en el piso, y fue mi compañero quien les agradeció. Quisiera que le dieran promoción a esta historia para toda Cuba», manifiesta Roberto, y ruega a los desconocidos con que topó aquel día, y apenas pudo hablar, que le llamen por teléfono a los números 496233 y 496317. Así lo hago, porque esta pequeña historia es un homenaje a muchas personas honestas que habitan este país, y sacan la cara por él, a contrapelo de los farsantes y amorales que viven del engaño, dándole dentelladas a la vida.