Acuse de recibo
Esta columna recibe de vez en cuando la evidencia de los mandatos populares, que son muy fuertes. Ahora me responde Amílkar Odelín Ante, gerente general de la tienda habanera La Época, a propósito de la queja de Pedro Oliver, residente en la localidad habanera de Quivicán, reflejada el pasado 7 se septiembre.
Afirmaba entonces Pedro que allí ofertaban neumáticos de bicicletas sin regulación, a cualquier cantidad, y se producían acaparamientos insolucionables.
Ahora señala Amílkar que la venta de neumáticos es deficitaria y de mucha demanda, pero sí existen regulaciones. Se han adoptado medidas para reducir las posibilidades de acaparamiento. «Últimamente se venden cuatro gomas por persona en varios pisos a la vez, para descentralizar y facilitar a los clientes la obtención rápida del producto».
Refiere el gerente general que ese es un artículo de venta libre en divisas, pero los mueve no solo el hecho de recuperar ingresos, sino las necesidades sociales.
Significa Amílkar que la lucha contra las ilegalidades constituye un frente de trabajo diario. «Constantemente entran en nuestro centro ciudadanos que proponen colchones, muebles, aires acondicionados, y cada vez que se detectan, son expulsados del centro».
Significa el funcionario que la venta a personas ansiosas y necesitadas del neumático, «es una de estas manifestaciones que demuestran la catadura de estos elementos, que no miden lugar ni momento, pero no constituyen un elemento para afirmar que no nos importe y que pasivamente permitimos estas conductas».
La segunda misiva la envía Yurisley García Reyes, vecina de calle 236, número 5121, entre 51 y 61, en el municipio capitalino de La Lisa.
Yurisley se queja del servicio que presta la farmacia de la calle 240, unidad 688, pues allí existen serios problemas con los medicamentos.
Un ejemplo clásico es el alcohol y el algodón para los diabéticos. «Estos productos se deben dar cada dos meses, lo que resulta una gran metáfora, debido a que nunca hay».
Y significa la remitente que lo demuestra su caso: ella es diabética, y desde el 6 de abril de 2006 ha adquirido alcohol solamente en tres ocasiones, y algodón por dos veces.
Sobre el tema del agónico abastecimiento de las bolsas de colostomía, reflejado recientemente aquí, escribe Luis Enrique Rivero, vecino de avenida 25 número 3008, en la localidad habanera de Madruga.
Refiere el remitente que tiene un familiar operado hace dos años, y las bolsas se reciben de la Empresa de Suministros Médicos (ENSUME) de Güines. Pero hace tres meses que no llegan a las farmacias, y cuando él inquirió en la empresa, le dijeron que «no tenían combustible ni vehículo para mandarlas para Madruga».
Señala Enrique que por una gestión particular, a su familiar le dieron un número de bolsas, pero era insuficiente. Y analizando las iniciativas de solidaridad entre cubanos desatadas al calor de esta sección con dichos aditivos, considera que son muy encomiables, pero no es la forma de resolver el problema.
A los lectores, quiero remarcarles que, lamentablemente, son demasiadas las cartas para la voluntad de este equipo, que sufre y se debate en el dilema de cómo responder a ese torrente de inquietudes.
Calma, por favor. No siempre podemos satisfacer las urgencias. Son pocas las misivas que se publican, y muchas otras se tramitan a los organismos y entidades correspondientes. Pero eso lleva tiempo de nuestra parte.
Hay personas desesperadas, y en su maximalismo, algunos remitentes nos piden cuentas y exigen, como si fuéramos los responsables de los problemas y falencias de la sociedad. Como si no entendieran que nosotros siempre intentamos entenderlos. Por favor, somos mortales y sufrientes criaturas igual que ustedes.