Acuse de recibo
No es la primera vez que esta sección refleja inquietudes y criterios de ciudadanos acerca de indefiniciones, irregularidades y tropiezos con la construcción de viviendas, que es una prioridad en la política social del país.
Hoy me escribe Alina Tejeda González, de calle A, número 29, entre Tercera y Cuarta Maternillo, Cristino Naranjo, en el municipio holguinero de Cacocum.
Ella relata que, como muchos otros trabajadores destacados, en noviembre de 2005 fue beneficiada por la CTC con el derecho a construir su módulo de vivienda. Hizo todos los trámites pertinentes, pagó el proyecto el 3 de febrero de 2006 y luego tuvo que marcar la casa para así pagar la orden de construcción el 24 de abril. Pagó el solar el 5 de junio. Y desde el 5 de agosto le están descontando de la chequera que le dieron para los materiales.
Pero de entonces hasta acá solo ha podido adquirir las persianas, y en similar situación están otros trabajadores incluidos en el mismo programa.
Alina afirma que cada vez que pregunta en la CTC, le dicen que no han entrado los materiales. Y se cuestiona: «Si no hay materiales, ¿por qué asignaron dichos módulos? ¿Por qué la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda no tiene transporte para buscarlos en la provincia, en caso de que estuvieran en el almacén? ¿Qué hago cuando se me venza la orden de construcción el 24 de abril de 2007?».
Por su parte, Kenia Pavot Escalona, de Donato Mármol 92A, en Jiguaní, provincia de Granma, escribe en nombre de otros trabajadores de ese territorio para señalar que hace nueve meses se les otorgaron, como estímulos, los derechos a construir sus módulos de vivienda.
Sin embargo, precisa, ninguno ha podido iniciar la ejecución, pues se les redujo a la mitad la asignación de acero requerida para la cimentación. «La respuesta que da nuestra provincia es que esa resolución vino de la nacional. Sin embargo, se emitió un documento de compromiso, para aquel trabajador que tuviera la posibilidad de completar el acero por otras vías, firmara dicho documento».
La remitente solicita un esclarecimiento del Instituto Nacional de la Vivienda, pues aclara que los trabajadores de Jiguaní «no estamos dispuestos a empezar a construir teniendo que comprar acero clandestino».
La tercera carta es un agradecimiento de una madre: Yemly Figueredo, de calle J Nro. 108, entre 9 y Calzada, en el municipio capitalino de Plaza de la Revolución, reconoce la labor encomiable de las educadoras del círculo infantil Los Andinos, de 23 y P, especialmente Mariela, Kiriam y Xiomara; y de la directora Deisy.
La hija de Yemly ingresó en preescolar este curso, y en tan poco tiempo la mamá, con satisfacción, constata lo bien preparada que está saliendo la pequeña de ese círculo en cuanto a hábitos en la mesa, de alimentación y otras normas de educación formal. Yemly siente la felicidad de la gratitud, y asegura que nunca olvidará lo que están haciendo por su hija.