Acuse de recibo
SI usted desea legalizar su vivienda y se dilata ese proceso siete años sin solución alguna, ya es para preocuparse. Pero si además, se registran irregularidades y procedimientos que se apartan del espíritu de la Ley, entonces está en todo el derecho de alarmarse. Como dice el cubano con un resoplido: «No es fácil...».
Eso es lo que le sucede a Michel José Guerra Cortés y su familia, residentes en Séptima Avenida número 47807 interior, entre 478 y 480, en Guanabo, municipio capitalino de La Habana del Este.
Refiere en su carta el lector que en 1999, a raíz de un levantamiento que hiciera la Dirección de Vivienda en esa localidad para darle solución al problema de las casas que no tenían legalizadas sus propiedades, se le orientó a su familia iniciar el proceso correspondiente, pues el inmueble donde habitan estaba a nombre del primer propietario, su fallecido abuelo.
Aclara Michel que la vivienda estaba dividida interiormente: de un lado sus padres y hermano, y en la otra su tía y primas (hoy está solo habitada por una prima). Pero eso era interno, y a los efectos de la ley figura como una sola casa.
La queja de Michel es que luego de iniciarse ese proceso, con todos los trámites establecidos y las investigaciones requeridas por parte de Vivienda, todos estos años se han mantenido en contacto con esa entidad, y en innumerables ocasiones les alegan que se sigue trabajando en el caso. Y van nuevas y nuevas investigaciones.
Ya en diciembre de 2005 se personaron en Vivienda, y es cuando les informaron que a la parte de la casa donde vive su prima se le había abierto unilateralmente un expediente aparte, cuyas investigaciones, lógicamente, arrojaban los mismos resultados que el original: quedaba confirmado que el inmueble es una sola propiedad, con división interior.
Aduce Michel, que «el director de Vivienda hizo caso omiso del expediente original, y abrió uno con las especificaciones solo de una parte de la vivienda. De inmediato, se me orienta que debo contratar un abogado para la apelación de dicha resolución, lograr invalidarla y terminar de legalizar la vivienda».
Ante todo esto, Michel está muy confundido y desorientado. Se pregunta qué razones hubo para apartarse del espíritu de la Ley y abrir otro expediente de una parte de la vivienda, cuando esta es un todo único, aunque tenga divisiones interiores. ¿Movidos por qué razón? Y se cuestiona más: el hecho de que, luego de haber esperado tanto, por una pifia tengan que seguir aguardando y recomenzar de nuevo un proceso de legalización que, de haberse realizado correctamente, ya los hubiera beneficiado.
Sería muy saludable —y mucho lo agradeceríamos— que la Dirección Provincial de Vivienda de Ciudad de La Habana esclareciera este caso y diera una respuesta efectiva al respecto. Al final, adscribirse a los transparentes términos de la legalidad, se ha convertido en un confuso y accidentado laberinto para esos moradores.