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Más rápido, más alto, más fuerte… más sofisticado

El permiso de las autoridades atléticas para que el sudafricano Oscar Pistorius participe en el Mundial de la disciplina en Daegu, refuerza el debate sobre la conversión de competiciones deportivas en espectáculos tecnológicos

Autor:

René Tamayo León

El cuatrocentista sudafricano Oscar Pistorius corre con prótesis de carbono que suplantan sus dos piernas amputadas. Será el primer atleta discapacitado de alto rendimiento que participará de tú a tú junto a los principales exponentes de la disciplina «ordinaria» en el Mundial de atletismo de Daegu, Corea del Sur.

El certamen atlético, el más atractivo a nivel mundial después de las olimpiadas y las copas de fútbol, comenzará este sábado y concluirá el próximo 4 de septiembre; participarán casi 2 000 deportistas de más de 200 países.

Pistorius es el único que usará un exoesqueleto artificial. Es decisión tomada. Nadie podrá impedirlo. No obstante, las autoridades atléticas enfrentan la reticencia de parte de la comunidad científica especializada, como refería días atrás en JR uno de nuestros periodistas de la redacción de Deportes.

El doctor Ross Tucker, coterráneo de Pistorius, está entre los principales objetores. Profesor del Departamento de Ciencia del Ejercicio y Medicina Deportiva de la Universidad de El Cabo, ha explicado que la prótesis de fibra de carbono le dará a su compatriota diez segundos de ventaja sobre el resto de los atletas.

Así lo declaró para un artículo publicado en el portal Insidethegames.biz, reseñado por las agencias periodísticas AFP, DPA y EFE, que ha sido colocado en sitios digitales en español.

El científico deportivo sudafricano cree que la introducción de esta tecnología en una competición no paralímpica desvirtuará a la larga los resultados. Opina que «convertirá el atletismo en una competición tecnológica», al estilo de las grandes y costosísimas competiciones automovilísticas.

«No quiero ver una Fórmula Uno donde los ingenieros pueden juguetear con los materiales para encontrar medio segundo, y eso me parece una posibilidad en este caso», advirtió el experto.

La habilitación de Pistorius para que pueda correr con los no discapacitados ha tenido su vía crucis. Inicialmente la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) lo vetó, pero la corte arbitral del deporte determinó en 2008 que las prótesis no le aportaban ninguna ventaja injusta.

La decisión convirtió a Pistorius en «elegible» para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y el Mundial de atletismo de Berlín 2009, aunque no hizo las marcas mínimas para poder clasificar. Para Daegu sí lo logró, recordaba también días atrás JR.

El joven de 24 años de edad estará en Corea del Sur en los 400 metros libres y en el relevo 4x400. Pero para Tucker la decisión arbitral se basó en informes imprecisos.

El estudio utilizado por la IAAF para vetar a Pistorius decía que usaba un 25 por ciento menos de oxígeno que los otros esprínteres de 400 metros, ya que las láminas de carbono son más ligeras. El atleta protestó y logró un dictamen a favor. Sin embargo, los datos que este aportó al tribunal en su apelación —afirma Tucker— fueron imprecisos.

Fueron mediciones que se realizaron —dijo— «sobre una cinta de correr a baja velocidad» en la que no se develaron todas sus ventajas sobre el resto de los esprínteres, ni la prueba fue comparativa, al no aplicársele a otros atletas de élite.

La posición del científico sudafricano fue apoyada por develaciones del portal Insidethegames.biz, según las cuales 18 meses después del fallo arbitral, el experto biomecánico Peter Weyand, que apoyó a Pistorius ante la corte, publicó un estudio que revocaba sus conclusiones iniciales y afirmó que las prótesis podrían dar al atleta una ventaja de hasta diez segundos».

Según Tucker, Pistorius usa 17 por ciento menos oxígeno que un esprínter a baja velocidad, siete por ciento menos que corredores de fondo y casi cuatro por ciento menos que corredores de fondo de élite.

«Así pues, tenemos un corredor de 400 metros, ni siquiera el mejor que ha habido nunca, y su consumo de oxígeno al correr es menor que el menor registrado nunca en un ser humano», concluyó.

Olimpismo tecnológico

El debate no deja de ser interesante. La preocupación del doctor Ross Tucker de que la introducción de tecnologías podría convertir más adelante las carreras de atletismo en algo parecido a lo que se vive en la Fórmula Uno es acertada.

Estamos en el inicio de otro capítulo de la ciencia y la ingeniería por elevar al máximo los rendimientos atléticos; y de probar al extremo las capacidades del ser humano para superarse a sí mismo física e intelectualmente, tanto a través del desarrollo biogénico como por el uso de artificios supersofisticados.

El tradicional dopaje y el reciente uso de trajes ultraligeros y antifricción son dos de las prácticas en el mundo del alto rendimiento que más han generado controversias. No ha ocurrido lo mismo con dietas, entrenamientos, estrategias basadas en los más intrincados programas informáticos y otros quehaceres que a veces convierten a los deportistas casi en ejemplares de laboratorio.

Que conste que no estoy en desacuerdo con estas tendencias. Al contrario, todo lo que signifique un mejoramiento —legítimo y ético— del desempeño de la especie, me es cercano. Incluso, de forma colateral, estos avances contribuyen a incrementar la calidad de vida del ser humano cuando se aplican a la cotidianidad.

No obstante, es innegable que del espíritu deportivo que llevó a adalides como el barón Pierre de Coubertin a hacer renacer el olimpismo, al día de hoy, queda poco.

Las pistas, tabloncillos y colchones ya no son lo mismo. Se han convertido en grandes campos de ensayo donde más que los deportistas —féminas y varones—, más que el deporte limpio y lozano, más que la fraternidad entre atletas, brillan y deslumbran quienes hayan tenido un mayor apoyo y acceso a los nuevos adelantos de la medicina y la ingeniería deportiva.

De la prótesis a la nanotecnología

En todo esto, algo de deporte hay; pero de circo, mucho más.

Al final lo que se busca y consigue son espectáculos grandiosos, únicos, inimaginables, en los que ya lo más importante no es quién sea el más rápido, el que llegue más alto, o el que se erija como el más fuerte; lo que vale es la puesta en escena que dé más, más y más dinero.

En el corazón, todas las personas estaremos junto a Oscar Pistorius. Verlo correr contra la élite del cuatrocentismo mundial sacará a flote los mejores sentimientos humanos. Queremos que gane.

Quizá él no sea el mejor ejemplo para describir y justificar toda la diatriba de arriba. Pero que el deporte ya no es el mismo, no lo es. El uso de la prótesis por él, al nivel en que se hará en esta ocasión, es aceptable. Mas estamos asistiendo al primer atisbo de un gran acontecimiento que a la vuelta de unos pocos años podría derivar en competiciones donde el empleo de exoesqueletos sería el centro de atención.

Eso es en realidad lo que va a ocurrir. Los deportes extremos ya han dado todo lo que debían ofrecer. Las grandes televisoras les han sacado el jugo. Ya prácticamente son ejercicios tradicionales, listos para entrar en los juegos olímpicos.

Pistorius conmoverá al mundo. Será un nuevo hito de lo que puede un humano. Pero también será la apertura de un nuevo capítulo, una especie de casting en el que los grandes medios aceitarán nuevos guiones para continuar llenando sus arcas.

¿Qué vendrá tras las prótesis? ¿El superhombre? Es lo más probable. Y es algo que no está muy lejos. Los nuevos y continuos avances en la nanotecnología, por ejemplo, están planteando una cantidad de hipótesis, soluciones y resultados que a la vuelta de unos años harán muy difícil que se mantengan alejados de los terrenos del alto rendimiento deportivo.

Como se conoce, la nanotecnología es una disciplina que estudia y busca modificar la estructura de los materiales a escala molecular de manera que se le puedan conferir propiedades únicas que no se obtienen de otra manera, por citar una definición comprensible que realizó el doctor Javier García, director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la Universidad de Alicante, para un reportaje periodístico en www.diarioinformacion.com.

Me atrevería a especular que ya en algún laboratorio o mente calenturienta se le ha prestado atención a esta disciplina para elaborar algún mecanismo capaz de burlar las pruebas antidopaje.

Los actuales adelantos científicos son fundamentales para el desarrollo humano en todos sus ámbitos. No obstante, traen aparejado un grupo de incertidumbres y amenazas que solo pueden conjurarse con ética, rectitud y sentido común.

El deporte es una de las más puras, diáfanas y bellas actividades de la civilización. Es algo que he aprendido en largas conversaciones con el maestro de periodistas y excelso cronista deportivo Elio Menéndez. Así me hago varias preguntas.

¿Deberá ponérsele un límite a la aplicación de los adelantos científicos y tecnológicos en el deporte, en especial en el alto rendimiento? ¿Quién está ganando hoy en el terreno, las tecnologías o los atletas? ¿Ha dejado de ser el deporte una muestra de la fuerza, la explosividad y el coraje del hombre para convertirse en un producto de la tecnología?

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