El Bisfenol A (BPA) tiene un impacto negativo en los embriones de algunos vertebrados, según reveló un experimento efectuado por un equipo francés y publicado en la revista BMC Developmental Biology, informa PL.
El Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) detalló que los especialistas detectaron anomalías en el oído interno de embriones de pez cebra y de xenope (especie de rana africana) después de aplicarles entre uno y 20 miligramos/litro de BPA.
Además, los expertos constataron que al bloquear los receptores de estrógenos, objetivos clásicos del bisfenol A, las anomalías persistieron lo cual hizo suponer su fijación a otro recipiente.
Según los autores de la experiencia estos resultados totalmente novedosos e inesperados no pueden ser interpretados como válidos para los seres humanos.
Los trabajos demuestran que a dosis elevadas el BPA actúa sobre el desarrollo embrionario y además puede unirse a otros receptores, señaló el CNRS.
El bisphénol A, un compuesto químico utilizado en la fabricación de envases plásticos y presente en el recubrimiento interior de latas de conservas, de bebidas y en material dental, es objeto de debate en el universo científico por atribuírsele efectos dañinos para la salud.
En todos los estados miembros de la Unión Europea (UE) quedó prohibido desde el 1 de marzo pasado la fabricación de biberones que contengan el BPA y su comercialización e importación será autorizada sólo hasta el 30 de abril.
Los expertos de la UE a cargo de la investigación sobre este producto acordaron adoptar la medida en uso del principio de precaución ya que los riesgos no están confirmados hasta el momento.
En septiembre de 2010, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) aseguró que las cantidades de Bisfenol A contenidas en algunos envases plásticos de uso alimentario no eran dañinas para la salud.
No obstante, autoridades sanitarias de Francia y Dinamarca habían adelantado la contravención al alegar la insuficiencia de estudios sobre los perjuicios de esa sustancia en los humanos.
Un equipo de científicos franceses probó en noviembre de 2010 que el químico puede penetrar en el organismo a través de la piel.
El experimento efectuado por especialistas del Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA) de Toulouse y publicado en la revista Chemosphere, fue realizado con fragmentos de oreja de cerdo y luego examinado en modelos similares a la epidermis humana.