El sexo planificado significa esperar ese gran momento que casi nunca se da. En el espontáneo, un integrante de la pareja toma la iniciativa y sabe que su compañero lo seguirá. No hay mucho consenso en cuanto a cómo funciona mejor
Está demostrado científicamente que una buena práctica sexual es capaz de renovar energías, entre otras cualidades que de sobra conocemos, pero no hay mucho consenso en cuanto a cómo funciona mejor: planificada o espontánea.
He ahí una pregunta que toda pareja debería responder en la intimidad, aunque para algunas resulte un poco engorrosa, porque involucra elementos propios de la personalidad, como el carácter, pero también otros aspectos que escapan a la voluntad de los amantes, por ejemplo la convivencia familiar, el horario de estudio o trabajo de ambos, la salud…
Se habla de sexo planificado cuando uno de los integrantes de la relación apetece ciertas caricias y el otro sugiere esperar a «que no haya nadie en la casa» o «se me pase el catarro»; o cuando advierte tajante: «Hoy no, mañana en la noche» porque «los niños, los abuelos, la visita anunciada, el trabajo pendiente para el cierre de mes…».
La experiencia demuestra que para esas personas ese mañana casi nunca llega: los niños no duermen cuando se necesita o la casa siempre está llena de familiares y amistades, cuando no toca una vecina en el peor momento para pedir un poquito de sal. ¡Problemas y problemas que burlan cualquier planificación!
Sexo espontáneo, en cambio, es cuando alguien puede tomar la iniciativa porque sabe que su pareja lo secundará, ya sea en la cocina o mientras lavan la ropa, recién llegados del trabajo o en una escapadita de cualquier reunión familiar.
Basta un beso que desate ciertas sensaciones, una caricia disimuladamente provocadora, un intercambio de miradas, un masaje relajante y sensual… Incluso en presencia de otras personas podemos emplear códigos visuales que solo la pareja maneja cabalmente, y ofrecer «adelantos» musicales o verbales para establecer un delicioso preámbulo que avive la llama mientras se «cocina» algo mayor.
No se trata de caer en faltas de respeto hacia esas personas con quienes convivimos o están de visita en el hogar, y mucho menos de dar malos ejemplos a los hijos, pero esta manera de romper la rutina ayuda a conservar la relación y da una imagen coherente y armónica de la pareja, ante sí y ante los demás.
Claro que también hay fórmulas más sofisticadas y por tanto más caras, que pudiéramos permitirnos «de Pascua a San Juan»: (cenas románticas, lunas de miel a la orilla del mar, lencería atrevida…) pero mientras tanto, ¿qué hacer con toda la pasión acumulada?
Si la convivencia está en el día a día, ¿para qué buscar en el futuro lo que tenemos ante nuestras narices? Si es tan fácil llegar con una flor, regalar un beso o lanzar una de esas miradas pícaras que remueven fibras en nuestra pareja y hacen saltar esquemas, ¿qué sentido tiene esperar a la noche, o a otro día, o a un momento prediseñado para dejar fluir nuestro erotismo cuando hace falta de verdad?
Cuando se aspira a lograr una intimidad sexual efectiva y espontánea es importante cultivar primero la intimidad emocional de la pareja. De una investigación realizada por los másteres María Elena Real e Ignacio González tomamos estas sugerencias para lograrlo:
•Hable en privado acerca de asuntos privados.
•Pase por alto los errores y no critique.
•Siempre estimula a tu pareja y concédele el don de la simpatía comprensiva.
•No decepciones a tu pareja en algo que realmente le importa.
•El diálogo que conduce al entendimiento es mucho más que una conversación: significa oírse mutuamente desde el comienzo, con oído atento a lo que la otra persona realmente dice y siente.
•Atrévete a mostrar tu necesidad; no tengas miedo de decir: «Te necesito».
•El silencio es casi siempre una respuesta negativa, a menos que esté acompañado de señales no verbales para que tu pareja comparta tus sentimientos, como un abrazo, un apretón de manos o una sonrisa.
•Nunca deje para mañana lo que se pueda resolver hoy. Hay que resolver rápidamente cualquier conflicto emocional, o se convertirá en un problema. Puede aliviar un «Lo siento».
•No vivir en dos mundos separados hasta el punto en que la relación llegue a ser solo un lugar para encontrarse físicamente.
La intimidad emocional es la que llena y satisface la relación, hace que dos personas compartan el «nosotros» y encuentren la verdadera felicidad de estar por siempre juntos.